Rebelión en Marina Vela contra la gestión mallorquina
El último puerto deportivo para yates de lujo de Barcelona, roto por acusaciones de "decadencia" y "presión a los concesionarios"
2 diciembre, 2021 00:00Marejada en la Marina Vela, el puerto deportivo de lujo más nuevo de Barcelona. La dársena vive una suerte de rebelión de comerciantes y amarristas por, dicen algunos de ellos, la "mala gestión" del grupo de empresarios que rige la instalación y que encabeza el directivo mallorquín Nicolás Mayol. La concesionaria lo niega, contesta punto por punto a los motivos de enfado y atribuye la polémica a "algún elemento descontento con su dudosa capacidad para gestionar su negocio".
Lo cierto es que hay más de un elemento descontento. Lo prueba el hecho de que un grupo de negocios del puerto de yates se han organizado contra el cobro retroactivo de tasas de mantenimiento desde principio de año. Ha habido reuniones recientes de comerciantes, y hay contestación al pago de cánones atrasados de unos negocios muy afectados por la pandemia. Algunos de ellos han sobrevivido "a duras penas" y hasta planean marcharse, sin descartar la vía judicial.
"Desconocimiento o manipulación"
Marina Vela niega el motín de comercios. Asegura que "no se ha girado ninguna derrama, ni gasto extra, ni retroacción de ningún tipo". ¿Qué pasó? "En su momento la marina asumió la totalidad de los gastos generales para facilitar el tránsito por las restricciones de la pandemia y, posteriormente, se regularizó parcialmente el coste", explican.
Desde el equipo de Mayol, un importante empresario de la construcción que ha tenido posiciones en la gestión de instalaciones náuticas, sostienen que "cualquier alegato distinto a ese es puro desconocimiento o manipulación".
Marina Vela está a medias
Hay más. Desde el interior de la dársena y su entorno, subrayan que el concesionario "jamás ha cumplido lo que prometió", que es completar la instalación cuando la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB) se la concesionó. Recuerdan que "falta construir una rambla con un restaurante en el extremo, el llamado edificio Mirador, un espacio comercial --que ocuparía un súper-- y las galerías comerciales".
Agregan que Marina Vela "ha prometido completar la obra en más de una ocasión, sin cumplirlo". Y lo que es más: vinculan el proyecto incompleto a las "dificultades económicas" de los concesionarios y una "abultada deuda impagada".
"Depende del ayuntamiento"
La versión oficial es distinta. El gabinete de Mayol admite que "faltan tres instalaciones", aunque "enfatiza que no son náuticas". "En los tres casos no se han acometido por la demora en el otorgamiento de licencias por parte de las administraciones públicas competentes", defienden. ¿Cuándo se completará Marina Vela? "Ahora que se dispone de ellas [las licencias], se espera poder acometer las obras próximamente".
Desde el puerto hacen hincapié en que se produjeron "modificaciones introducidas por las administraciones tras la adjudicación del concurso", que incluyeron una "modificación puntual del Plan Especial del Puerto de Barcelona". Ello retrasó los trabajos. "Que las licencias últimas deba otorgarlas el ayuntamiento, no oculta que para poder expedirlas, antes deba estar asentado el marco urbanístico que las sustente", señalan.
"Decadencia"
Existen más desacuerdos. Algunos comerciantes --cabe recordar que el puerto tiene tres restaurantes, uno de ellos operado por Grupo Tragaluz-- denuncian "decadencia" en materia comercial. Aseguran que la dársena "carecía de limpieza los fines de semana" y que "no tiene todos los servicios que prometía y que lo hacen un puerto cinco estrellas". Alertan de la "falta de capitanes" para cubrir todos los días y todos los turnos.
Las fuentes consultadas afean "una tarea comercial inexistente" frente a la política comercial de otros puertos con mucho más tirón, como la Marina Port Vell, operada por otra empresa, y la propia Vilanova Grand Marina, que rige Pendennis y que es la instalación de moda entre los yates de tamaño mediano en Cataluña. Este hecho, apostillan, se nota en "las ocupaciones de amarres" y el "pobre resultado comercial".
"El doble de ocupación que un año atrás"
Todas las acusaciones son contestadas punto por punto por Marina Vela. La gestora reconoce no estar al 100%, pero manifiesta que tiene el "doble de ocupación" que un año atrás. Los locales comerciales, argumentan, llegan al 60% de capacidad.
El gestor mallorquín, insisten, "mantiene actuaciones permanentes de promoción y márketing". Estas pasan por "publicaciones en prensa especializada, promoción de una página web en constante revisión y actualización, presencia en redes sociales, celebración de eventos náuticos y acogida de regatas".
"Venden a descuento"
La supuesta gestión mejorable de Nicolás Mayol y sus escuderos, señalan los críticos, se centra también en "una política de descuentos agresiva", que se traduce en "precios divergentes a los negocios". Ello provoca que "inversores que estaban en Marina Vela desde el principio paguen distinto que comercios que acaban de llegar".
"Han tirado tanto los precios para atraer comercios y reflotar el puerto que han acabado captando una empresa de maquinaria de cocina industrial. En un puerto de cinco estrellas y gran lujo, tienes camiones pasando y transportando hornos de pizza", lamentan, recordando que el lugar tiene comercios dirigidos al público selecto, como el restaurante chic Velissima.
"No hay precios divergentes"
Marina Vela niega los chollos. Un portavoz asegura que "no existen tarifas divergentes", y que estas están "establecidas como máximas en las normas que regulan la marina y, a partir de ahí, se desarrollan políticas comerciales que pueden responder a la ubicación de cada local, su mayor o menor atractivo, dimensiones o a promociones puntuales".
La misma fuente recalca que "no hay nada inusual ni que merezca el calificativo" de divergente.
El puerto del W Barcelona
La polémica por la gestión de Mayol, también vinculado a la firma de producción de morteros Auxiliar Ibérica SA, ha envenenado el tercer aniversario del puerto deportivo más nuevo de Barcelona. Marina Vela se inauguró en 2018 como la zona de yates del W Barcelona, el icónico hotel vela operado por Marriott.
Con una inversión de 37 millones de euros, el puerto deportivo --cuyo accionista mayoritario es una sociedad de la familia Mayol-- buscaba ser la última aportación al clúster náutico de la Ciudad Condal, que presume de piezas como MB92, las mejores instalaciones de reparación de yates del mundo. No obstante, sea por motivos externos --como el bloqueo de la subsede del Museo Hermitage, que se elevaría junto a esta instalación--, o internos, la dársena no ha despegado y queda oculta frente al protagonismo de, entre otros, el Port Vell.