Son los Gomis Bertrand, la acaudalada familia dueña de la reserva de La Ricarda, un espacio natural protegido que frena la ampliación del aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat. La saga es propietaria del estanque en el que crecerá la ciudad aérea y de otros terrenos que anhela Aena. Los Gomis Betrand son alguien: están emparentados con lo más granado de la burguesía tradicional, con familias como los Barraquer.
Lo explica negro sobre blanco Marita Gomis, bisnieta de Eusebio Bertrand, el industrial textil que compró los terrenos de El Prat que hoy quiere ocupar parcialmente el aeropuerto para crecer. "Los adquirió hace 100 años por motivos de salud pública. En aquel momento, el paludismo era endémico en esta zona de Cataluña. Con el avance de la medicina y mejorando las condiciones del territorio, se erradicó la enfermedad", explica la empresaria.
Enclave protegido y de veraneo
Así, los Gomis Bertrand se hicieron con unos terrenos que, con los años, han cobrado un valor incalculable. Por varios motivos. Están incluidos en la Red Natura 2000 y en la ZEPA de protección de las aves. Esta discreta marisma linda con el aeropuerto de El Prat, que aspira a irrumpir en parte de la parcela para ampliar la tercera pista y así dar cabida a los grandes aviones para vuelos transcontinentales. Tampoco menor es el hecho de que La Ricarda, contra lo publicado, no es pública, es privada y se usa para tours, eventos, bodas, rodajes, reuniones y también, fiestas veraniegas de postín, según ha podido saber este medio.
El ajetreo en esta zona protegida se lleva a cabo con discreción. La rama oficial de la actividad social tiene lugar en la Casa Gomis, un pabellón racionalista que los Gomis Bertrand encargaron en los años 60 al arquitecto Antonio Bonet Castellana, como explicó este medio. La hacienda contemporánea ha entrado en los catálogos de Iconic Houses y en el de bienes culturales de interés nacional (BCIN). Pero es que hay otras mansiones en La Ricarda. "Siete", detallan desde el Consorcio del Delta, sin dar más detalles. ¿Quién vive allí?
Vínculos con los Barraquer y los Güell
Lo más granado de la clase patrona catalana. La estilizada Casa Gomis es propiedad de los Gomis Bertrand, pero el resto de villas también son privadas. "Pertenecen a otras ramas de la familia", detalla Marita Gomis, sin dar más señas. Evitando los nombres, la copropietaria del enclave sí da pistas. "Un hermano de Manuel Bertrand era consuegro con Ignacio Barraquer [oftalmólogo y fundador del prestigioso grupo médico Barraquer]. Su hijo, nuestro primo mayor, Eusebio Bertrand Batlló, estaba casado con la hija mayor de Barraquer", explica la misma voz.
"La relación fue intensa y siguió porque mis familiares compartieron con Ignacio Barraquer la pasión por la música", admite la también autora de ensayos sobre historia del arte. Otras fuentes municipales de El Prat indican que la presencia de la saga de oftalmólogos está muy presente en La Ricarda, el espacio natural que quiere transformar Aena para traer los jumbos del aire. Una tercera voz precisa que las mansiones de veraneo junto a El Prat son parcialmente de los "Gomis Bertrand, sí, pero también de los Gomis Vergés, Gomis Arrosal o Gomis Barraquer". También son conocidos los vínculos de los Bertrand con los Güell, a quien compraron la Colonia Güell de Santa Coloma de Cervelló (Barcelona) en 1945, y de su arquitecto, Antoni Bonet, con los Balañá. Sea como fuere, los Gomis Bertrand serían los más perjudicados si El Prat crece hacia la zona verde. "Todo el conjunto es propiedad de la familia. Excepto las siete propiedades que quedan frente al mar, la laguna, el bosque, la parte norte del estanque, la Casa y la zona cultivada son todo de la cuarta generación", admite su dueña.
Se oponen a la obra
El daño a los Gomis Bertrand si El Prat crece y se traga este remanso situado al sur de Barcelona no solo sería patrimonial. Los dueños de La Ricarda alertan de que el menoscabo "sería irreparable". ¿Por qué? "La laguna no se puede trasladar. Puedes llenar otro pozo en Collserola, pero no reproducir el subsuelo. Y es el subsuelo lo que alimenta la biodiversidad. Estamos hablando de una reserva madura que data del siglo XVII. No es nueva como algunos dicen", avisa la entrevistada. "Lo mantuvimos virgen pese a que las vecinas Gavà y Castelldefels abrazaron el desarrollismo y poblaron la costa de casitas. El nuestro es un pulmón verde sin parangón junto a Barcelona, que no tiene grandes parques como Central Park (en Nueva York) o el Bois de Boulougne (en París)", defiende la portavoz de cinco hermanos.
Y, pese a ser terreno privado, se puede visitar. "Antes de la pandemia teníamos 2.000 personas al año en 70 visitas. Y actos culturales de toda índole", enumera Gomis. Lo confirma Jordana Recasens, coordinadora de la Oficina de Turismo de El Prat. "Hay lista de espera. El tour recorre el Mirador de L'Illa, con una perspectiva imbatible sobre el Delta del Llobregat, una visita a Casa Gomis de 1:30 horas con las propietarias y un final en el restaurante para degustar productos del parque agrario. De kilómetro cero", recuenta la profesional. ¿Quién visita La Ricarda? "Gente de aquí, pero tenemos cada vez más visitantes del resto de España y extranjeros. Muchos arquitectos que desean visitar la casa racionalista", apostilla la misma voz.
Y los ecologistas les respaldan
Sea pública o privada, la Casa Gomis y el resto de La Ricarda son ahora el escudo de los ecologistas para frustrar la ampliación de El Prat. Lo verbaliza en conversación con este medio María Jesús Albadalejo, gerente del Consorcio del Delta del Llobregat. "Ampliar el aeropuerto impactaría en 17 hábitats catalogados, tres de ellos de protección prioritaria según la normativa europea", razona la alto cargo. Albadalejo apoya "avanzar hacia un hub intercontinental", pero alerta de que primero "hay que llenarlo de contenido". ¿A qué se refiere? "Aena nos ha presentado un proyecto inconcreto que, por lo pronto, afecta al espacio natural como corredor biológico y a la protección del litoral. Por no hablar de la salinización del acuífero. Agua de boca que bebemos miles de vecinos".
La directora del Consorcio "niega la mayor" sobre el crecimiento del segundo mayor aeropuerto español tras Madrid-Barajas. "No es un proyecto, es una propuesta. Debe aprobarla el Gobierno --y veremos lo que dicen el Ministerio de Medio Ambiente, que sigue callado-- y la Comisión Europea", recuerda. Enfatiza que las "compensaciones" que ofrece Aena son "menores de lo que dicen", ya que la elongación de la tercera pista de El Prat necesita "espacios de aproximación, de iluminación y de rodadura". En cualquier caso, "no hay en la gran Barcelona terreno para compensar la pérdida de esta reserva natural", que solo se podría pisar "por motivos de salud pública o de seguridad".
No se dan las condiciones, defiende. El bisabuelo de los propietarios de La Ricarda compró la franja verde hace un siglo para sanear la Barcelona industrial que comenzaba a poblar de hollín e infecciones el horizonte. Ahora, sus descendientes, protagonistas de la historia viva de la burguesía catalana, se unen a los ecologistas para blindar el espacio.