Un año después del primer estado de alarma en España, la economía se ha puesto en el punto de mira. Las restricciones gubernamentales, tanto nacionales como autonómicas, han hecho que los principales pilares que aguantaban la producción de riqueza en Cataluña se tambaleasen y abocaran a la comunidad a un escenario de crisis, sin ver todavía dónde se encuentra el camino hacia la recuperación. La diversificación sectorial y del tejido empresarial de las cuatro provincias catalanas se ha hecho evidente, en un contexto en el que el sector primario ha tirado del carro ante la caída generalizada de la hostelería.
Según el boletín económico de enero de 2021 publicado por el Banco de España, la caída del PIB nacional durante 2020, a raíz de la entrada del Covid-19 en el país, ha sido de un 11%. En Cataluña, este derrumbe productivo ha sido algo mayor, del 11,4%. No obstante, Lleida ha conseguido capear la crisis ayudada por su amplia producción agrícola y ganadera, con una caída menor: un 8%. El retroceso en el resto de provincias catalanas ha sido mayor a la media nacional. El año pasado, el coronavirus tuvo un impacto negativo del 14,2% en Girona, del 11,7% en Barcelona, y del 11,4% en Tarragona. Estas tres áreas costeras, basadas fundamentalmente en sectores servicios, inmobiliarios y de automoción, han paralizado su sistema tras el cierre turístico durante los encierros.
La hostelería, en las últimas
El aislamiento total del primer estado de alarma anunciado el 14 de marzo de 2020, hoy hace un año, creó un parón inmediato de toda la vida social y económica. Esto se alargó durante más de tres meses. La desescalada y la apertura veraniega reavivaron el sector de la hostelería, volviendo a verse afectada a partir de octubre con las nuevas restricciones horarias del Govern. Marina Figueres, del Gremio de Hostelería de Girona, explica que el principal problema del sector son los ERTE y los préstamos ICO, propiciados por un descenso de “la facturación de entre el 80% y 90% respecto al 2019”. Prevén, además, que “muchos establecimientos no logren salir” de la quiebra, especialmente en lo que respecta a restauración.
Roger Pallarols, director del Gremio de Restauración de Barcelona y cabeza visible del hartazgo hostelero catalán, ha sido muy crítico con el Govern. “Castigar de esta manera a la restauración es del todo irresponsable, así como el desprecio y abandono que estos sufren”, ha aseverado. El restaurador sentenció que la hostelería en Cataluña “está en las últimas”. Un mensaje con el que coinciden los cuatro gremios provinciales.
El turismo interior mantiene la restauración
Ramon Solsona Vila, de Hostelería Lleida, recuerda que el Govern debería incentivar “un marco más adecuado” porque Cataluña es “la comunidad con más restricciones de España”. En este sentido, pide “más sensibilidad” al Ejecutivo, quien no ha mostrado soluciones reales ante el cierre hostelero. No obstante, el turismo interior, especialmente en los Pirineos y pueblos ilerdenses ha mantenido parte de la restauración provincial, siendo la región catalana donde mejor han funcionado las reaperturas intermitentes de las restricciones.
Desde Hostelería Girona, Figueres también recuerda que el turismo internacional de la Costa Brava se ha visto muy afectado. Aunque los resultados en el interior gerundense, especialmente en la Cerdanya, han hecho que esas zonas puedan preservar una actividad mayor por los movimientos hacia las segundas residencias. “Nos están engañando, esto cada vez se hace más grande”, se queja Solsona. El portavoz considera que el Govern ha impuesto un “modelo incuestionable” desde el inicio de la pandemia sin “compensaciones económicas” por parte de ninguna Administración, autonómica o nacional.
La huerta tira del carro
Los productos gourmet son los que más han sufrido los cierres. El vino, el aceite de más calidad o la carne de los Pirineos han reducido su nicho de mercado: la gente las consumía en bares y restaurantes, pero no tanto en casa. Carles Vicente, responsable de organización de la Unió de Pagesos, explica que se han reestructurado porque gran parte de la producción que no se exportaba se “destinaba a restauración y hostelería, principalmente al turismo”. Esta situación de colapso productivo provocó que gran parte de frutas y vegetales fueran destinados al Banco de los Alimentos. La organización agrícola asegura que, a pesar de no estar tan afectados como la restauración, sufren la crisis del Covid-19 y solicitaron “ayudas a la administración” que todavía “no han llegado”.
Joan Antón Rafecas, presidente de la federación avícola de Cataluña, recuerda como “las primeras tres semanas hubo una venta desorbitada en tienda” pero luego bajó y tuvo que ser vendido a países como Reino Unido --alrededor de seis millones de kilos-- a un precio muy por debajo del coste de producción. Desde la federación se sienten orgullosos de “la colaboración entre grandes y pequeños productores para dar salida a las cabezas avícolas”, especialmente en regiones como Lleida, Tarragona y Girona. Y este hecho ha provocado que, aunque siguen “esperando ayudas gubernamentales”, hayan sostenido el tejido empresarial del sector primario en Cataluña.
Aviso al Govern
Joan Ramon Rovira, jefe del gabinete de Estudios Económicos de la Cámara de Comercio de Barcelona, recuerda que “hay que mirar la crisis económica en perspectiva por subsectores”. El comercio de moda está más afectado que el de venta alimentaria, por ejemplo. En cualquier caso, aunque “el turismo rural reactivó durante verano la economía por los movimientos interiores”, la caída ha sido generalizada y el “retorno a la normalidad será gradual y lento”.
Tanto las cámaras de comercio como Pimec han facilitado el acceso a ayudas directas a los sectores más afectados por la pandemia. No obstante, a diferencia de lo que ha sucedido en otros países europeos, en Cataluña y el resto de España se han generalizado los préstamos y la acumulación de deuda frente a las transferencias de dinero que no han acabado de llegar. “Alemania anuncia un cierre y dice lo que hará para dar ayudas a los sectores, pero aquí cierran y no dicen cuál será el plan de actuación”, denuncia Àngel Hermosilla, gerente del área institucional de Pimec. Además, reprocha que tanto el Govern como el Gobierno “no piensan con anticipación”, a la espera de la cuarta ola del coronavirus.