Raras veces la muestra de interés por una compañía lleva consigo perjuicios para la misma. Pero todo apunta que el de Naturgy es uno de esos casos. La oferta no solicitada del fondo IFM para hacerse con un 22,7% de su capital podría sumir a la energética en una incómoda situación de bloqueo, especialmente por el componente político de la operación. Un escenario que aparece en un momento especialmente inoportuno.
Por lo pronto, con el mero anuncio de la oferta la sala de máquinas de Naturgy ha sufrido los primeros frenazos. Las últimas operaciones de la empresa presidida por Francisco Reynés, esto es, la venta de su negocio de redes de gas en Chile y la adquisición de una sociedad con activos renovables por desarrollar en EEUU, formaban parte de la avanzadilla de la actualización del plan estratégico que la compañía daría a conocer en las primeras semanas de este 2021. Un extremo que, a día de hoy, ha quedado en el aire.
La incertidumbre de la banca de inversión
Cierto es que Naturgy no llegó a comunicar al mercado una fecha para proceder a la presentación de la futura hoja de ruta, aunque se barajaba la idea de que la hiciera coincidir con la presentación de los resultados, a finales de febrero. En estos momentos, todo ha quedado en el aire.
Tanto es así que los bancos y firmas de inversión que siguen al valor dan casi por descontado que, al menos por ahora, no habrá plan. Tanto Bank of America como Barclays señalan en sendos informes que si la operación llega a buen puerto catapultará a Naturgy en bolsa pero que, a corto plazo, contará con elementos de incertidumbre como la escasa liquidez con que podría quedar el valor y el retraso en los planes corporativos, en un momento álgido en el sector por el desarrollo de las energías renovables, del que Naturgy quiere ser un actor distinguido.
Tiempos distintos
El problema viene por los tiempos de la operación. La opa de IFM no ha hecho sino anunciarse. De seguir adelante, se presentará a finales de febrero y el visto bueno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) podría prolongarse más allá de dos meses. Pero antes debe pronunciarse el Consejo de Ministros. Y aquí se produce el principal punto de fricción.
En primer lugar, porque los tiempos de la política y del mundo de los negocios discurren a velocidades muy distintas. Pero, sobre todo, porque Moncloa no ve con buenos ojos el aterrizaje de otro inversor internacional en un sector de carácter estratégico, como el energético. Y, a diferencia de otros momentos y situaciones, en la actualidad dispone de mecanismos para hacer descarrilar la operación.
Declaración de intenciones
Por lo pronto, IFM se enfrentará a un análisis de lo más exhaustivo por parte del Ejecutivo, al que, de entrada, no ha gustado nada la forma elegida por el fondo para abordar la maniobra. Por sorpresa, sin comunicación previa con Moncloa e incluso cogiendo con el pie cambiado a la propia compañía.
“Tenemos que examinar la operación con mucho cuidado”, aseguró esta semana la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Es toda una declaración de intenciones. No sólo de que las del fondo australiano no son bienvenidas sino de que los tiempos se marcarán desde el palacio de la Moncloa.
El precedente de Abertis
Hasta que el Consejo de Ministros no se pronuncie al respecto, la CNMV no podrá aprobar la operación. Una situación que recuerda a la que se dio hace casi cuatro años, cuando la italiana Atlantia abordó la opa por el 100% de Abertis mientras el Gobierno, por entonces presidido por Mariano Rajoy, se enteraba por la prensa.
El resultado fue un proceso que se dilató en el tiempo hasta el punto de que la compañía italiana llegó a tener prácticamente decidido tirar la toalla. Sólo el recurso de última hora de buscar un pacto con ACS, que había aparecido con una oferta competidora que llevaba el marchamo del propio Gobierno, pudo encauzar la situación, aunque la operación ya nunca fue la misma para la concesionaria transalpina.
Incertidumbre en el capital
Para Naturgy, el escenario es notablemente incómodo. Dos de sus tres socios de referencia (los fondos GIP y Rioja) manifestaron desde el primer momento que bloquearán sus acciones y no aceptarán la oferta. Pero el que aún no se ha pronunciado no es uno cualquiera. Se trata de Criteria, accionista histórico de la energética y que, además, es el cuenta con una mayor participación en el capital, cerca de un 25%.
La oferta de IFM ha situado al brazo inversor de la Fundación Bancaria La Caixa en una situación complicada. Reducir su presencia en Naturgy supondría decir adiós a parte de los ingresos que, de forma recurrente, llegan en forma de dividendo y que contribuyen a financiar la Obra Social. Y en un momento en el que su otra gran participada, Caixabank, tiene limitada la remuneración al accionista por el Banco Central Europeo.
Remodelación del consejo
Por otro lado, la situación también podría derivar en una posible alianza con el nuevo socio, con vistas a hacer valer su participación en la compañía que, aunque sea la más elevada, queda por debajo de los intereses que suman GIP y Rioja.
Las dudas del principal accionista no suponen una buena noticia para una empresa y Naturgy no es la excepción. Esta situación también deja pendiente una remodelación del consejo de administración, del que IFM pedirá formar parte si finalmente se lleva a cabo la operación.
El mercado reacciona
IFM es especialmente activo en aquellas empresas en las que entra como socio y suele llegar con planes a largo o incluso muy largo plazo, que condicionan el futuro de las compañías.
Por ahora, incluso el mercado está tomándoselo con calma. Naturgy concluyó la semana más de un 6% por debajo del precio ofrecido por el fondo.