Madrid y Barcelona, cara y cruz de la restauración. Mientras los empresarios de la capital española han sobrevivido el impacto de la pandemia, los negocios de la Ciudad Condal se han hundido tras las restricciones aprobadas por la Generalitat en plena Navidad. La desolación se palpa en los barrios barceloneses. El corazón de Gràcia, uno de los hervideros gastronómicos de la metrópolis con entre 500 y 600 licencias de restauración, se encontraba anochece apenas sin viandantes y con la mayoría de locales cerrados a cal y canto.
Alberto Barros, portavoz del colectivo Soho Gràcia, valora la situación sin medias tintas: "Ahora nos parece gloria lo que veníamos trabajando antes de este cierre encubierto. El aforo del 30% en el interior y las franjas horarias del Govern son una locura". "Si una persona te tarda una hora en comer, al mediodía solo puedes servir a unas 20", explica el propietario de Cafè Pagès y Casa Pagès. ¿Cómo empezará el 2021? "Desgraciadamente, la mayoría anuncian que van a cerrar definitivamente".
Los resistentes de Madrid
La coyuntura es algo menos negativa en la capital de España. Las restricciones blandas para la hostelería de la Comunidad de Madrid han asegurado el flujo de clientes y han mantenido el servicio de cena. Pese a ello, el Covid ha encontrado un aliado en la ola de frío que estos días barre Madrid y contribuye a que parte de la clientela se decante por quedarse en casa. El mal tiempo y la sequía de turistas han dejado a la mayoría bares y restaurantes haciendo más equilibrios aún para aguantar los números, mientras que el terraceo que abundaba días atrás ha quedado desangelado.
Un oasis entre terrazas vacías y persianas bajadas se encuentra en Ponzano, una calle de Chamberí de apenas un kilómetro y que se ha convertido en una de las zonas de moda en los últimos tiempos. En tan poco recorrido se concentran más de medio centenar de bares, todos con una estética similar: coquetos, no demasiado grandes y con una carta suculenta. Con la caída del sol empiezan a verse grupos de amigos en las terrazas, aunque el frío invita a la mayoría de clientes a consumir dentro. Con solo pasar se ve cómo muchos locales superan la mitad del aforo permitido en interiores.
El 'delivery' como mal menor
“En estas fechas hay más movimiento y por la noche es incluso complicado tener sitio si no reservas antes, durante la semana quizá tienes suerte, pero el fin de semana, imposible. No paramos”, comenta uno de los camareros de La Bientirada, ubicada en la Glorieta de Quevedo. “El público local está respondiendo muy bien y más en esa zona”. Por contra, en Gràcia no ocurre lo mismo. El dueño de Veg World India asegura que el año ha ido "fatal" y que el delivery apenas cubre los gastos. "Tenemos dos, tres, cuatro pedidos por hora... la gente no tiene dinero. Está todo mal". Otros establecimientos cercanos, como L'Ós Panda, han renunciado a entregar comida a domicilio. "No nos funcionaría", se lamentan.
En el número 12 de Ponzano, Paco García regenta el Restaurante Ponzano, uno de los más antiguos de la zona. Reconoce que este año es diferente a todos los demás: “No hay Navidad”. Con todo, explica que su situación es más holgada que la de otros negocios del gremio de otras partes de la capital. “No nos podemos quejar porque aquí hay mucho tránsito y quedan algunas oficinas pequeñas que nos permiten defendernos con los menús del día y los desayunos”, señala.
Tirón del fin de semana
La pandemia ha afectado a la clientela de forma desigual y ha dejado el copeo entre los más jóvenes como una de las principales fuentes de ingresos: “Los fines de semana, la actividad va razonablemente bien, pero durante la semana apenas hay nada. Yo servía a un público familiar y los de 60 años en adelante han desaparecido”, cuenta García. “La clave está en adaptar la estructura a los nuevos ingresos: nosotros éramos 15 y ahora somos seis”, añade.
Según cálculos de Hostelería de Madrid, las limitaciones derivadas por la pandemia dejarán pérdidas de 1.131 millones de euros durante el último trimestre del año y dejan en riesgo 15.841 puestos de trabajo. Estos últimos se unirían a los 40.042 que la Comunidad ha perdido desde el inicio desde la llegada del Covid-19. A 600 kilómetros de distancia, el Gremi de Restauració de Barcelona no se atreve siquiera a hacer cálculos sobre el destrozo económico de las medidas anti-Covid. Hasta el 50% de empresas corre peligro de quebrar y llevar a la ruina a 80.000 personas, según datos de la asociación.
Críticas a la Generalitat
Roger Pallarols, director del gremio, advierte de que "se han vuelto a reactivar los ERTE" y de que la falta de ayudas conduce a la quiebra al sector. "Existen tres modelos: el alemán, que obliga a cerrar pero pone sobre la mesa recursos suficientes para evitar la quiebra; el valenciano o madrileño, que permite el funcionamiento de un sector esencial aunque sin suficientes ayudas; y el modelo catalán, que cierra los negocios de forma continuada y no echa ninguna mano".
El portavoz, indignado con la actuación de la Administración autonómica, califica la obra del Govern sin paliativos: "Estamos en manos de pirómanos para apagar el incendio". Barros no baja el tono: "Nos han dejado por la noche con el take away y el delivery, pero eso solo servía para quien ya practicaba esta opción. Quienes no tenemos esa capacidad no nos sirve para nada". El contrapunto lo da Chivuo's, cuya encargada, Antonela, señala que han sabido aprovechar las modalides no presenciales. Pero reconoce que no han necesitado adaptarse: "Antes ya trabajábamos con Uber Eats y nos está yendo bien. Como estábamos ya posicionados, el choque no fue tan violento".
Restauración a medio gas
Ponzano es un fenómeno singular en el callejero madrileño. Conforme los pasos se alejan de esa jungla de copas y tapas, el retrato de la hostelería queda cuarteado: Sillas apiladas en terrazas recogidas, estufas apagadas y la escasa clientela refugiada del frío en el interior. Tan solo los cerramientos acristalados en la calle logran concentrar parte del ambiente. Lo mismo ocurre en la calle Ibiza, junto al Retiro, que se ha convertido en otra de las zonas de moda de la capital.