La restauración de Barcelona está pagando con caídas de facturación de hasta el 30% los coletazos de las últimas protestas independentistas, mucho menos numerosas que tras la sentencia condenatoria del procés, aunque aún activas. Los empresarios alertan de una caída de consumo provocada por la "anormalidad" de los cortes de calles y la acampada secesionista situada en la plaza Universitat.
Así lo ve Roger Pallarols, presidente del Gremio de Restauración de Barcelona, que indica que "el consumo no está funcionando como debería". Ello llega en un momento "mucha debilidad" de la industria y de "esfuerzo nulo de las administraciones públicas" para con la industria, que "crea el doble de empleos que otros sectores". Según el directivo, "los cortes de calles ilegales y un acampada sin permiso", no solo no contribuyen a solucionar la situación política, sino que "crean una sensación de anormalidad permanente con consecuencias, primero, sobre el funcionamiento de la economía". Se impone por ello "una actuación de las instituciones, empezando por el Ayuntamiento de Barcelona, que en lugar de apoyar a los negocios ha seguido en una línea de persecución iniciada el mandato anterior y, por ende, una subida de las tasas de terrazas del orden de hasta el 500%".
"Caída del 30% y tiqués menores"
Lo avala Alfons Herrero, presidente de Abroport y dueño de El Cangrejo Loco. "Es evidente que la situación no es la normal. Los comentarios de los asociados son claros: la gente admite descensos de caja del 30% y un ritmo de reservas menor del anotado en 2018", explica. La que es una de las voces más autorizadas de este sector comercial, reconoce "una bajada importante" del negocio, pese a que el Puerto Olímpico, donde regenta su icónico restaurante, queda muy lejos de los puntos de Barcelona en los que los CDR causaron disturbios en las últimas semanas. "El público se está comportando con cierta precaución ante la situación que se vive en la Ciudad Condal. El ánimo decaído de la ciudadanía, sobre todo la nacional, se está notando en una retracción de lo que gastan comiendo y cenando fuera. Y cuando lo hacen piden menús más ajustados en precio", advierte.
Desde LaReial, la asociación de amigos y comerciantes de la plaza Real, aportan el mismo punto de vista. "Durante los días fuertes de las algaradas en las calles se detectó una caída de turistas, que conforma el núcleo principal de clientela de los establecimientos asociados", han señalado. ¿Qué está pasando estos días? "Impera cierto desánimo, parece que haya menos movimiento en la zona y claro, ello se nota en las facturaciones diarias de los locales", agregan.
La hotelería aguanta; el ocio, no
¿Se ha extendido este desánimo y caída del consumo al resto de sectores? "Los problemas del procés no están dejando graves problemas en la hotelería. Si es cierto que en las zonas en las que se produjeron disturbios hubo cancelaciones en los alojamientos y los restaurantes perdieron caja. Pero no es prudente extenderlo al resto de la ciudad. Por ahora", valoran desde UGT Hostelería. "Barcelona está de moda y la marca en el exterior aún funciona. Todo el mundo quiere venir a la ciudad. ¿Ha habido daños en el centro? Sí. En Via Laietana los negocios se han anotado pérdidas cuantiosas. Pero si te vas a lugares como el centro comercial Maremágnum --situado en el Port Vell-- no tenemos información de afectación sobre el rendimiento de los locales", manifiestan. El sindicato sí lanza una advertencia: "El impacto por las protestas del procés será mayor si las movilizaciones continúan y se enquistan en la calle". A la espera de que ello suceda o la situación se normalice, Cataluña aumenta el número de turistas y los hoteles presentan altas rentabilidades.
Lo mismo no vale para el ocio. Directivos del sector del ocio nocturno se quejan de descensos de gasto y clientes que igualan al de la restauración: un 30%. Aseguran, ya finalizados los disturbios independentistas más graves --por ahora-- que la caída del negocio es "netamente endogámica", esto es, que se centra en el cliente nacional, "pues el turismo, pese a algunas cancelaciones, se ha mantenido". Bajo su punto de vista ello se produce "por la prudencia en el gasto como reacción automática que conlleva una situación de conflicto en la calle". "La gente tiene miedo y por ello no sale, o sale menos. No se trata del temor a una recesión, pues aunque los medios hablan de ello, aún no existe la certeza absoluta de que este escenario económico se producirá. A corto plazo, la reacción es de enfado, de unos, y miedo, de otros; y ambos sentimientos tienen un impacto directo sobre el gasto en la ciudad", remachan.