Ninguna de la dos partes lo admite, pero es la razón de fondo. El plan del Ayuntamiento de Barcelona para el Puerto Olímpico, que debería transformar la dársena deportiva, "es una ruina". El Gobierno catalán bloquea el traspaso de la marina a la Ciudad Condal porque su renovación "hundiría las cuentas" de la instalación litoral más rentable que tiene el Ejecutivo autonómico.
Así lo indican fuentes del sector, que han recordado que el Puerto Olímpico, que el ayuntamiento quiere para hacer desaparecer el ocio nocturno y promover el deporte, "es de los pocos que tiene las cuentas equilibradas" en el sistema de 26 puertos que controla la Generalitat de Cataluña mediante la sociedad pública Ports de la Generalitat. Si el Govern lo cede al ayuntamiento y éste acomete el plan de transformación, la instalación entrará en pérdidas. ¿Por qué? "Porque la remodelación no está bien pensada. Prevé un puerto más familiar, sí, pero ello quiere decir gastar más e ingresar menos", alertan. Los empresarios consultados concretan más. "Se perderán los ingresos por canon de los locales de ocio nocturno del muelle de Gregal y del aparcamiento. Quieren también economía azul, pero no concretan qué rentabilidad tendrá ello. El alquiler de motos acuáticas, ¿es economía azul?", se preguntan. En resumen, los ejecutivos insisten en que "se quiere promover el deporte, que está bien, pero sin contemplar ingresos. Quieren que sea todo vela sin prever cómo se pagarán las facturas de mantenimiento", advierten.
El Govern no traga
Ante la chapuza presentada por la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, el conseller de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, trata de mantener la calma. Lo hace ante colegas de varias direcciones generales que, sabedores de que la transformación del Puerto Olímpico lo sumirá en pérdidas, han presentado alegaciones a la aprobación de la delegación de competencias que pide el Ayuntamiento de Barcelona. "A ello se atribuye el enfado de Janet Sanz. El plan que presentó era, cuanto menos, prematuro. Arriesgó tratando de colocar un hito de mandato para Barcelona en Comú (BComú), pero no se pensó la actuación como debía. Falló en las cifras. Por ello se resiste el Govern", explican. El factor rentabilidad, además del elemento desconfianza, ha minado el lavado de cara del Puerto Olímpico.
Un vistazo a las cifras confirma, cuanto menos, el músculo económico de la dársena. "Tienen una ocupación altísima, superior a la de casi todos los 26 puertos que opera la Generalitat", explican las fuentes consultadas. A ello se le une el negocio en tierra. Las dos sociedades que conforman la comercialización, gestión y explotación de la marina, sumadas, están en positivo. La pequeña, Port Olímpic Administració SL, ingresó 1,6 millones en 2015, el último ejercicio disponible. Perdió solo 1.600 euros. La mayor, Port Olímpic de Barcelona SA (Pobasa), movió 2,5 millones de euros y ganó 334.000 el mismo ejercicio. "Sin contar con el personal que emplean las dos sociedades, que se debería subrogar, o los centenares de trabajadores de las discotecas que el gobierno de Ada Colau quiere quitar del muelle de Gregal", explican.
Ayuntamiento y vecinos, cabreados
El enroque de posiciones que ha provocado el plan fallido del Ayuntamiento de Barcelona con el Puerto Olímpico está provocando dos cosas. Una, que el ejecutivo local que capitanea Colau esté ya incumpliendo una de las promesas del mandato anterior, cuando avanzó que echaría las discotecas en abril de 2020. "Aquí no se ha hecho obra alguna, el plan se deberá reformular y, con ello, el calendario de obras. No se cumplirá", explican las fuentes consultadas. Por el otro --y quizá como consecuencia del primer punto--, que Barcelona en Comú pierda los nervios. No en vano, hace una semana, la teniente de alcalde de Urbanismo volvió a pedir al Govern que se mueva para conseguir "usos vecinales" en el Puerto Olímpico. Siete días después, la Asociación de Vecinos Vila Olímpica denunció "parálisis".
Hay un tercer elemento que el ayuntamiento no ha abordado y que es potencialmente conflictivo. El Puerto Olímpico se construyó en ocasión de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. No obstante, sus concesionarios no entraron a gestionarlo hasta enero de 1993, una vez la marina ya no se precisaba para las competiciones olímpicas. Por ello, la concesión --a la que se presentaron varias empresas-- es efectiva hasta enero de 2020, cuando se cumplirán los 25 años reales que dura la misma y, por lo tanto, expira. Este punto, no obstante, no está sobre el tapete y el ayuntamiento insiste en el calendario que coloca 2020 como año de entrada de retroexcavadoras.