En el imaginario colectivo español, el chatarrero sigue siendo aquella persona que, carrito en mano, recorre las calles recogiendo electrodomésticos y deshechos. Sin embargo, en la actualidad el tejido de empresas recuperadoras de metales de España está formado por pymes, “herederas de aquellos visionarios que, cuando apenas había otras posibilidades, hicieron del oficio de recoger chatarra una forma de vida”.
Y es que, tal y como indica Alicia García-Franco, Directora General de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), se calcula que este sector da trabajo a más de 33.000 personas, repartidas en unas 5.000 empresas. Entre todas ellas, manejan un volumen de negocio de en torno a 10.000 millones de euros, casi el 1% del PIB nacional.
Las plantas de reciclaje, las minas del siglo XXI
En el año 2017 se gestionaron en España casi 7,7 millones de toneladas de chatarras férricas, 266.137 de envases metálicos reciclados, más de 231.000 toneladas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos recogidos y más de 620.055 vehículos dados de baja. Además, el 75% el acero producido en nuestro país procede de materiales reciclados. Es la segunda tasa más alta de Europa. En cuanto al plomo, la tasa es insuperable, 100%. Y es que “cuando hablamos de metales nos encontramos con materiales que en su mayoría se pueden reciclar de forma infinita”.
Infografía del reciclaje de metales [Haga clic en la imagen para ampliar]
Ante el progresivo agotamiento de los recursos naturales, “las plantas de tratamiento de este tipo de residuos son las que hacen posible que puedan volver a estar disponibles para su reincorporación al ciclo productivo una y otra vez. Por eso decimos que estas plantas de tratamiento son hoy las minas del siglo XXI”, explica García-Franco. La puerta de un frigorífico puede ser usada posteriormente para la puerta de un vehículo, después para un componente de otro electrodoméstico y, así, sucesivamente se puede volver a tratar, de forma ilimitada. “El caso más paradigmático es el del acero. Incluso hoy en día podemos estar usando el acero de las distintas armas de este material que en su momento usaron los romanos”, comenta.
Un sector que apuesta por la innovación
Para lograr sobrevivir y consolidarse, el sector del reciclaje ha ido evolucionando y ha apostado en las últimas décadas por la innovación. “En un entorno económico tan competitivo como el actual, innovar se ha convertido en un elemento obligatorio en prácticamente todas las ramas de la actividad”, apuntan desde Celsa Group, la mayor recicladora de España. Por ello crearon Ingenium, un programa de apoyo al talento basado en la invitación a los propios empleados de la compañía a aportar ideas innovadoras y, por otro lado, en el llamamiento a emprendedores y startups de todo el mundo a presentar propuestas que permitan afrontar con éxito los desafíos actuales y futuros de la industria.
Instalaciones de reciclaje de metal de Celsa Group / CELSA
El cobre, el producto estrella de los robos
Pero pese a la importante transformación que ha sufrido el sector de la chatarra en las últimas décadas, sigue sin tener visibilidad. O no, al menos, la deseada. Y es que si se habla de la chatarra es para hacerlo, habitualmente, del robo de cobre, el material más mediático. La gran demanda mundial y las grandes posibilidades de utilización lo han convertido en el producto estrella de la chatarra. Es, además, “uno de los elementos que tiene un valor más elevado en el mercado”, explica Victoria Ferrer, Directora General del Gremio de Recuperación de Cataluña. Actualmente, se pagan en torno a 7.120 euros por una tonelada de hilo de cobre.
Las autoridades españolas se han tomado este tema con la gravedad que merece, dado que ha llegado a afectar a infraestructuras públicas, especialmente a vías de tren. “Como gestores de este tipo de materiales, estamos sometidos a una serie de inspecciones y controles. Tenemos la obligación de registrar cada objeto que entra en nuestra planta, registrar quién lo ha traído, cómo lo ha traído y qué ha traído. Este registro semanal se hace llegar a las autoridades competentes una vez en semana a través de los canales oficiales”, detalla Ferrer. Sin embargo, reconoce, “el tema del cobre es difícil ya que, aunque roben cable de cobre y no puedan venderlo de forma legal en el mercado español, sí pueden triturarlo, convertirlo en granalla y venderlo en pequeñas cantidades, logrando blanquear una parte. El resto suelen enviarlo a países del este de Europa, donde no hay controles tan restrictivos”. Por tanto, y pese que el Ministerio de Interior haya extremado la vigilancia y el control en chatarrerías y fundiciones a través varias operaciones de carácter nacional, “no se puede descartar que el cobre robado y sacado de forma ilegal de España vuelva a nuestro país blanqueado”, lamenta la Directora General del Gremio de Recuperación de Cataluña.
Cobre robado incautado por la Guardia Civil / GC
Aun así, “en ocasiones, parece que este tipo de robos de cobre son muy frecuentes y no se corresponde con la realidad”, advierte Alicia García-Franco. “Las cifras lo corroboran. De las 185.000 toneladas de cobre que se reciclan anualmente en nuestro país, los robos suponen 300 toneladas anuales. Lo que quiere decir que el 98% de los operadores lo hacen conforme a la legalidad”, añade.
Alencop: cooperativa subvencionada por Ada Colau
Se calcula que hay miles de inmigrantes subsaharianos ilegales recogiendo chatarra en las calles de nuestro país. Es, posiblemente, uno de los retos para las autoridades españolas lograr regular a una parte de los trabajadores de esta primera fase del proceso de producción. Con voluntad de “dar respuesta a un problema de recogida y tratamiento de residuos en entorno urbano y garantizar las condiciones de vida digna de un colectivo en situación de vulnerabilidad”, tal y como indican en su página web, nació Alencop.
Alencop, la cooperativa de subsaharianos subvencionada por Ada Colau
Esta cooperativa, creada al poco de llegar Ada Colau al Ayuntamiento de Barcelona, en el año 2015, da trabajo a 29 trabajadores del África subsahariana, que cobran el salario mínimo interprofesional en euros y otra parte en “alencopinos”, una moneda creada por la propia cooperativa, con la que los trabajadores pagan vivienda y necesidades básicas. Esta cooperativa ha sido noticia recientemente tras salir a la luz que, pese a que Colau presupuestó 44.674 euros de subvención para Alencop, finalmente recibieron 364.158 euros de dinero público para, entre otras cosas, funcionar y adquirir una nave industrial.
Lucha contra las prácticas ilegales
En cuanto a prácticas ilegales, “conviene diferenciar entre aquellas personas que recogen chatarra movidas por la necesidad, al encontrarse en grave riesgo de exclusión social, y aquellas otras organizaciones que, perfectamente coordinadas y con recursos a su disposición, optan por operar en el mercado ilegal de la compra y venta de chatarra. En el primer caso, no tiene sentido hablar de rentabilidad, sino más bien de economía de subsistencia”, puntualiza la Directora General de FER.
Pero, coinciden varias ramas del sector, uno de los retos que a los que se enfrentan aquellos que trabajan con chatarra es “seguir combatiendo prácticas fraudulentas, entre ellas la competencia desleal a los actores que cumplen de forma estricta con todas las normativas vigentes de seguridad y salud, así como fiscalidad”, apuntan desde Celsa Group, una de las empresas líderes en España. Para ello, hay creado “un grupo de trabajo con las autoridades, pero las denuncias acaban muchas veces en sanciones que no son lo suficientemente altas para disuadir a quien lleva a cabo una actividad ilegal”, señalan desde el Gremio de Recuperación de Cataluña.
Reto de futuro: economía circular
El otro gran reto de futuro del sector es “la economía circular, que realmente se implante para durar y no sea una moda”, explica Victoria Ferrer.
Gráfico sobre la economía circular
Las empresas de recogida y gestión de chatarra “deben jugar un papel fundamental en la transición hacia modelos sostenibles basados en la economía circular. Pese a que muchas veces su papel no queda del todo reconocido, estas compañías ya desempeñan un papel muy importante a través de la recogida, clasificación y acondicionamiento de residuos férricos, transformando de esta manera los residuos en materia prima”, indican desde Celsa Group.
Pero para lograr que la economía circular no sea flor de un día, es fundamental el papel de las administraciones. Desde la empresa privada, concluye Victoria Ferrer, “debemos hacer inversiones para aprovechar al máximo los recursos, pero para ello necesitamos ver escenarios de políticas claras a favor de nuestro trabajo. Políticas de incentivos para los gestores, para los productores, para potenciar el consumo de materia prima secundaria, la reciclada, y desincentivar el uso de materia prima virgen. Porque mientras siga siendo más barato abrir un grifo y que salga petróleo que comprar plástico reciclado, la economía circular no podrá ser”.