Así se convirtió El Corte Inglés en el ‘Falcon Crest’ hispano
Carlos Díaz Güell defiende en su último libro la traición llevada a cabo por las hijas del fallecido Isidoro Álvarez para derrocar a Dimas Gimeno, el sobrino elegido como sucesor
21 diciembre, 2018 00:00Hace casi 40 años que se emitió el último capítulo de la exitosa serie estadounidense Falcon Crest, pero la “truculenta historia de avaricias, traiciones y rencores” que se está viviendo en el seno de la familia Álvarez por el control de El Corte Inglés “nada tiene que envidiar” al culebrón televisivo protagonizado por Ángela Channing y su familia, en sus luchas intestinas por el control de los viñedos más famosos de California.
Así lo cree el periodista Carlos Díaz Güell, que acaba de publicar La historia oculta de El Corte Inglés. Un ensayo en el que no deja títere con cabeza para vehicular el relato de “una gran traición”.
Protagonistas de la traición
La protagonizada por las dos hijas adoptivas de Isidoro Álvarez, Marta y Cristina Álvarez Guil, los dos octogenarios Florencio Lasaga y Carlos Martínez Echavarría, que habían sido los dos hombres de confianza de Isidoro Álvarez, y también Juan Carlos Fernández-Cernuda, un exinspector de policía y jefe de seguridad del grupo empresarial con un opaco poder transversal como protagonista de los trapos sucios del grupo.
Junto a ellos, los dos trabajadores del grupo, Jesús Nuño de la Rosa y Víctor del Pozo, aupados a la cima de la gestión del grupo una vez derrocado Dimas Gimeno, el sobrino elegido por Álvarez como su legítimo sucesor. “Convertidos en consejeros delegados por designación tan directa como poco argumentada”, apunta el autor.
Víctor del Pozo y Jesús Nuño de la Rosa
Dinamitar la estrategia de Gimeno
Todos ellos, comenta Díaz Güell, se lanzaron “desde el primer momento y sin que importara la voluntad de Isidoro Álvarez, a quien en vida nadie se atrevía a discutir, a subvertir el orden dispuesto en vida por el expresidente”.
La razón de esta traición, esboza el autor, pasaba por “dinamitar la estrategia de Gimeno, apoyado por el jeque catarí, que apostaba por una profesionalización de la gestión y un sustancial incremento de la transparencia, condición obligada para que la compañía pudiera comenzar a pensar en cotizar en bolsa”.
La maldición de la cuarta generación
La crisis sobrevenida en El Corte Inglés sirve a Díaz Güell para defender la tesis de que “las empresas familiares, cuando llegan a la cuarta generación, saltan por los aires”. "Solo un 3% de este tipo de sociedades supera la tercera generación, la conocida comúnmente como el sindicato de primos", señala el autor.
En el caso del primer grupo de distribución de España, el periodista hace un repaso de cómo César Rodríguez, fundador del holding hace más de un siglo tras regresar de Cuba con una considerable suma, legaba el grupo a su sobrino Ramón Areces; éste, a su vez, a su sobrino Isidoro Álvarez, quien intentó superar esa cuarta generación cediendo el testigo a su sobrino Dimas Gimeno, pero, a la vista está, resultó fallido.
Dimas Gimeno, expresidente de El Corte Inglés / EFE
Cuesta mucho una buena imagen, poco echarla por tierra
Sobre lo que pueda pasar en el futuro, el periodista no se atreve a emitir un juicio razonable.
“No lo sé. Lo que sí sé es que cuesta mucho granjearse una buena imagen y muy poco echarla por tierra”, señala el autor. Y advierte de que “todo pasa porque todo se arregle entre la familia. De lo contrario, el árabe llegará y se hará con el 40%”, en referencia a la sociedad de origen catarí Primefin, controlada por el jeque Hamad Al Thani, que ostenta el 10% del capital de El Corte Inglés por los 1.000 millones prestados en julio de 2015.
Las hermanas Álvarez Guil y las malas lenguas
En su análisis de cómo se ha pergeñado la traición al legado de Isidoro Álvarez, Díaz Güell no deja en muy buen lugar a las hijas de adoptivas del expresidente, que no quería que tuvieran cargo alguno en El Corte Inglés “por mucho que intentaran, de forma zalamera, que su padre cambiara de opinión”.
“Hubo que esperar años, pero, al final, se sintieron libres para dar la batalla en toda su magnitud y convertirse en herederas no solo de una fortuna en dinero, sino en dueñas de El Corte Inglés y en aspirantes a su gestión, aunque no tuvieran la más mínima formación sobre administración. Sus conocimientos empresariales alcanzaban a saber que en la madrileña zona de Goya los grandes almacenes tienen dos tiendas”, recoge Díaz Güell el recochineo de las malas lenguas.
Dimas Gimeno, Marta y Cristina Álvarez Guil / FUNDACIÓN RAMÓN ARECES
Ejercicio de deslealtad de Lasaga
Tampoco se corta un pelo Díaz Güell al ilustrar la figura del navarro Florencio Lasaga que, a sus 83 años, sigue siendo, con carácter vitalicio, presidente de la Fundación Ramón Areces.
“Ha conseguido más poder del que nunca reunió, y lo ha hecho por obra y gracia de las hijas adoptivas de Isidoro Álvarez”, recuerda el autor, quien subraya que el papel jugado en la destitución de Dimas Gimeno “es un ejercicio de deslealtad digna de mejor causa, al menos en las circunstancias actuales”.