Yo lo adjudico y yo me lo quedo. Ada Colau zanjó ayer finalmente el polémico contrato del Aerobús de Barcelona, valorado en cerca de 90 millones de euros. Lo hizo tal y como empezó el concurso, entre reproches del sector del transporte, que han afeado a la munícipe y presidenta del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) que acabe adjudicando el jugoso servicio a una empresa participada por la administración que ella misma preside.
El AMB aprobó ayer martes conceder para un periodo de seis años la contrata a Serveis Generals de Movilitat i Transport (SGMT), una sociedad participada al 51% por la cooperativa Tusgsal y al 49% por Transports Ciutat Comtal. Bajo este último epígrafe se esconden Moventia, la empresa de movilidad de la familia independentista Martí --cuyo presidente, Miquel Martí, dirigió la patronal nacionalista FemCat-- y Transports Metropolitans de Barcelona (TMB), el grupo de movilidad de la propia AMB. Así pues, la administración supramunicipal ha adjudicado un lucrativo servicio a una unión temporal de empresas en la que participa ella misma.
Tan kafkiana es la situación que el vicepresidente de Movilidad y Transporte del AMB, Antoni Poveda --ver aquí--, es también consejero de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). Esta empresa ha participado y ganado una licitación lanzada por una institución de la que el propio Poveda detenta una vicepresidencia.
Portazo a la competencia
La maniobra del AMB no habría sido posible sin antes de dar un portazo a la competencia. En el pleno de ayer --leer orden del día aquí-- se desestimaron las alegaciones presentadas por uno de los competidores: el grupo gallego Monbus. Esta empresa había alegado que una de las licitantes, Automóviles La Alcoyana, del grupo alicantino Vectalia, había presentado un modelo de autobús automático que no existe en el mercado. Finalmente, el consejo metropolitano desestimó los escritos de queja de Monbus y avaló que esta mercantil pudiera participar en el concurso.
Turistas a punto de coger el Aerobús, el bus lanzadera al aeropuerto de El Prat / CG
Fuentes del sector del transporte han recordado que Vectalia y TMB operan conjuntamente servicios en Francia. Recientemente cazaron el contrato de la Comunidad de Béziers Méditerranée por un periodo de diez años. Aliadas en el país galo, en el caso del Aerobús las dos firmas, supuestamente, competían. No obstante, voces del sector han denunciado que la firma privada obtuvo una puntuación técnica "bajísima, al borde de la exclusión". Ello induce a pensar, según las mismas voces, que Vectalia se pudo presentar al concurso para perderlo.
¿Para qué perder tiempo y dinero? "Se quiera o no, la baja puntuación de Vectalia ayudó a TMB a mantener su puntuación en el sobre económico. De lo contrario y si el socio del Transports Metropolitans hubiera sido excluido tal y como pedía Monbus, la empresa en la que participa el AMB no hubiera ganado --ver resultado aquí--: hubiera quedado relegada al segundo puesto", han insistido.
Caótico desde el principio
Cualquiera que fueren las interpretaciones, el concurso del Aerobús ha sido caótico desde el inicio. Con la licitación lanzada en noviembre de 2017, el proceso se demoró porque SGMT (Tusgsal, Moventia y TMB) presentó un recurso ante el Tribunal Catalán de Contratos del Sector Público (TCCSP). La razón de acudir al fiscalizador era que las condiciones de la licitación eran leoninas. El AMB que preside Colau pedía un aumento del canon de explotación del Aerobús, tres millones en publicidad y un límite de amortización de los vehículos de seis años. El escrito no prosperó y el TCCSP avaló los pliegos de la contrata. Pero el concurso ya se había demorado seis meses.
Cabe recordar que el Aerobús es un goloso pastel para la empresa que lo opera. Mueve 5,5 millones de viajeros al año y genera un beneficio neto aproximado de unos siete millones de euros. El servicio de bus lanzadera al aeropuerto se ha beneficiado de fiascos como el de la L9Sud del Metro de Barcelona, el ramal sur del suburbano al aeropuerto que se estrenó en 2016, pero que ha quedado lejos de las expectativas generadas. Asimismo, el autobús está arañando tiempo por el retraso de las obras del tren lanzadera al hub aéreo barcelonés, cuyas obras quedaron paradas en marzo por cuestiones de seguridad. La fecha prevista de llegada a la Terminal 1 es 2020, aunque los trabajos acumulan demoras.