Roger Guasch, director general saliente de la Fundació Gran Teatre del Liceu, ante el patio de butacas / EFE

Roger Guasch, director general saliente de la Fundació Gran Teatre del Liceu, ante el patio de butacas / EFE

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El Gran Teatre del Liceu, ¿una institución ingobernable?

El choque de vanidades que reina en la primera institución cultural de la burguesía catalana expulsa a Roger Guasch, el director general que había puesto orden en sus cuentas

3 enero, 2018 00:00

El Gran Teatre del Liceu es desde este martes, 2 de enero, una institución sin director general. La batalla de vanidades que se vive aún hoy entre las bambalinas del principal exponente cultural de la burguesía catalana se ha llevado por delante al gestor que ha conseguido cuadrar las cifras de la institución en los últimos años, Roger Guasch.

El ejecutivo, que según sus allegados no quiere ser recordado como un mero burócrata en una de las principales instituciones culturales de Barcelona, ha anunciado que se retira el próximo marzo.

Tras cuatro años de dedicación total para ejecutar un plan estratégico con un solo objetivo, el de recuperar la viabilidad, declina tutelar la nueva etapa de la institución por las presiones de su entorno, indican los mismos interlocutores.

Trayectoria profesional

Añaden que tiene encarrilado un nuevo proyecto profesional que lanzará en cuestión de meses. Regresa al sector privado, donde siempre había trabajado hasta que dio el salto a la dirección general de la fundación que rige el teatro, en octubre de 2013.

Antes, había evitado la quiebra del grupo asegurador L'Aliança y había pasado por Manufacturas Metálicas Canals, Solving- Efeso Consulting y Chupa Chups con diferentes cargos directivos.

Durante su etapa en la institución cultural, recortó con firmeza y tejió una buena relación con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, una de las piezas clave para cuadrar las cuentas del equipamiento ubicado en el número 51 de Las Ramblas de Barcelona.

Alemany y Roca

Hay dos nombres propios que han influido de forma destacada en que el Liceu se quede sin su primer director de perfil puramente empresarial, afirman otros interlocutores conocedores del día a día del teatro: los de Salvador Alemany y Helena Roca.

El presidente de Abertis se puso al frente del gran teatro de la ópera catalana en octubre de 2016 debido a la enfermedad de su predecesor, Joaquim Molins, que falleció en julio. Desde el primer momento dejó claro que no ejercería de presidente florero.

El presidente gestor

Alemany es un empresario y conoce al dedillo la burguesía catalana y los entresijos de una institución en la que además de ir a disfrutar de la ópera, la gente acude para tejer relaciones y dejarse ver. De forma parecida a lo que ocurre en el palco del Camp Nou, ser invitado a ciertos espectáculos en determinadas butacas es un símbolo de estatus en Barcelona.

Marcó como principal objetivo incrementar tanto el número de asociados como los ingresos de patrocinadores para dejar atrás aquellas épocas en las que se temía por la subsistencia de la institución. Actuó de forma consecuente, señalan fuentes cercanas a la institución. Se involucró en la gestión y marcó líneas de actuación, hecho que provocó más de un roce con Guasch.

Uno de los hitos de esa hoja de ruta era recuperar la influencia del teatro en las clases pudientes barcelonesas. "Buscaban recuperar el viejo espíritu de cerrar negocios en el Salón de los Espejos", recuerdan las fuentes consultadas.

Roca, la gestora del patrocinio

En paralelo, incrementar los ingresos del teatro implicaba mejorar los patrocinios vigentes. Y la gestión de los últimos años ha chocado con la hija del letrado Miquel Roca, durante muchos años uno de los máximos dirigentes de Convergència y uno de los padres de la Constitución.

Helena Roca se encarga desde hace años de gestionar los patrocinios del teatro, y con la llegada de Alemany fue promocionada. Según los mismos interlocutores, no ha sido una entusiasta de la política de ampliar los campos a los que debían llegar los patrocinios del teatro más allá de los grandes nombres de las empresas catalanas y se ha resistido a ciertos cambios.

Dinamismo de la institución

La guinda del pastel que ha complicado la gobernanza de la institución musical han sido las envidias que ha provocado entre otras instituciones el dinamismo de los últimos años del Liceu. Los rumores entre bambalinas apuntaban que serían contestadas, hecho que haría aún más complicada la gestión diaria del teatro catalán.

Tras recibir el anuncio de Guasch, Alemany se ha puesto manos a la obra para buscar en cuestión de semanas a un nuevo director general del patronato.

No se descarta que contrate de nuevo los servicios de los cazatalentos de Seeliger y Conde, que preside Luis Conde, aunque el teatro no lo ha confirmado. El nuevo ejecutivo, además de lidiar con los problemas de gobernabilidad mencionados, deberá preparar la renovación del plan estratégico de la institución. Estará vigente hasta 2021 y su reto es la sostenibilidad