Joaquim Gay de Montellà (i), presidente de Foment del Treball; Antoni Abad (d), presidente de Cecot / FOTOMONTAJE DE CG

Joaquim Gay de Montellà (i), presidente de Foment del Treball; Antoni Abad (d), presidente de Cecot / FOTOMONTAJE DE CG

Business

‘Guerra’ abierta con trasfondo político entre Foment del Treball y Cecot

La gran patronal traslada a la territorial presidida por Antoni Abad la decisión sobre si sale o no de la organización

13 diciembre, 2016 00:00

De las amenazas a la acción. Foment del Treball y Cecot están inmersas desde este lunes en una batalla entre organizaciones cuyo primer resultado se verá como mucho en un mes, cuando la gran patronal ejecutará la expulsión de la territorial de Terrassa si no decide rectificar en su expansión territorial.

Por el momento, Foment se sale con la suya. Joaquim Gay de Montellà, su presidente, ha tenido claro desde el primer momento que no se debía hacer sangre de forma pública en esta guerra y lo ha conseguido. Con la decisión que tomó primero el comité ejecutivo y después fue ratificada por la junta de la gran patronal catalana el lunes a última hora de la tarde, es Cecot la que deberá tomar la decisión de abandonar la gran patronal. No se la expulsará.

Gay de Montellà

La figura de Gay de Montellà incluso sale reforzada en su perfil de presidente que dio una oportunidad a Antoni Abad. Su propuesta iniciar era que el diálogo y el debate con la organización de Terrassa se prolongara durante un año, pero los miembros de Foment han forzado para ir más lejos. Y su presidente era consciente de ello, pero le preocupa el relato que se haga en el futuro del pulso previo y de la batalla abierta.

Posiciona por ello el debate en otra cuestión, la de un liderazgo de Abad en Cecot de 13 años y la necesidad de que los líderes patronales no cobren una retribución por ello. Gay de Montellà es más favorable a un modelo con dietas por dedicación que nunca superen el 50% de la retribución del ejecutivo más bien pagado de la patronal.  

Abad también ha medido sus fuerzas. Se irá, lo tiene asumido. Pero su despedida es momentánea: asegura que presentará una candidatura para tomar el testigo de Gay de Montellà en Foment en 2018. Mientras, puede continuar con la expansión territorial que ha iniciado cuyo máximo exponente, más allá de celebrar las noches empresariales en Barcelona, ha sido tragarse de la patronal del metal de la ciudad vecina de Sabadell.

Expansión de Cecot

Este movimiento tiene sentido sobre el papel, incluso por un ahorro de costes económicos, pero Cecot pretende ir más allá. Mira, de entrada, a todo el Vallès --hecho que choca con la idiosincrasia local--, a la comarca del Bages y al Maresme. Y eso, junto a otras iniciativas como hacer reivindicaciones directamente al Estado saltándose tanto a Foment como a Cecot, se interpretan como una competencia directa a sus funciones.

Se le da un toque de atención, pero es Abad el que al final debe decidir si romper. El patrono de Terrassa tiene difícil llevar esta parte del relato a su campo. El foco empresarial oscila en este punto hacia lo político.

Discepancias políticas

La organización de Terrassa asegura que nunca se ha salido de su ámbito de competencia porque algunas de las empresas asociadas tienen su sede social en Barcelona y en el resto de municipios donde ha puesto el pie, considera que la decisión de Foment se sustenta en otras cuestiones y pide “diálogo y normalidad” para acercar posiciones. Como la profunda discrepancia política entre ambas organizaciones y el papel que han ejercido los sucesivos gobiernos catalanes en la herida abierta en la patronal.

Foment del Treball y Gay de Montellà ha sido la principal voz en contra del procés. Este lunes su presidente se mostró favorable a la celebración de un referéndum, pero siempre después de un pacto con el Estado y sin pronunciarse claramente sobre el contenido del mismo. Cecot y Abad han jugado un rol completamente distinto. Su proximidad con CDC (el líder de la organización llegó a estar incluso en las listas para las Cortes de los nacionalistas) han convertido a la patronal de Terrassa en el principal aval de las políticas de la Generalitat y su presidente no dudó en erigir la bandera independentista en su última noche empresarial.

A cambio, recibió el apoyo de la plana mayor del Govern que, a su vez, se ha mantenido distante con Foment. Esta actitud pasa factura en la guerra patronal en Cataluña.