Lo bueno de tener una idea fija, aunque se trate de una memez, es que te puedes agarrar a ella para hacerte la ilusión de que tu vida tiene cierta lógica. Fijémonos, si no, en el Molt honorable Cocomocho, cuya labor de gobierno --por llamarla de alguna manera-- se limita a su obsesión por la independencia de Cataluña, tema con el que nos da la brasa día sí, día también, solo o en compañía de sus inestimables secuaces Cocoliso y el Junqui. Hace unos días se trasladaron a Madrid a dar la tabarra en una sala del ayuntamiento cedida por la alcaldesa a cambio de unos eurillos aportados, intuyo, por nuestro insuperable embajador en la capital, ese modelo de ética y coherencia que es Ferran Mascarell. La sala, todo hay que decirlo, se llenó... pero de catalanes, que ocupaban el 90% de las butacas y ejercían de claca: no faltaba ni Lluís Llach, aunque se había dejado el gorrito y el fular en Barcelona para no ser confundido con una castañera.
Como los madrileños --empezando por los miembros del Gobierno-- tenían cosas más interesantes que hacer que aburrirse con el monotema de Puchi, éste tuvo que conformarse con la presencia de la Falange, un personal tan viejuno, rancio y absurdo como él mismo: gracias a Cocomocho, hasta pudieron instalar una mesa petitoria para recoger firmas en pro de la liberación de los gañanes que se colaron en la Blanquerna hace un tiempo a hacer como que repartían unos sopapos (en realidad, se limitaron a hacer el matón y no llegaron a pegar a nadie).
Esta gente, ¿es dura de oído? ¿O les entra todo por una oreja y les sale por la otra? ¿De verdad escuchan al que tienen delante y al que siempre le están exigiendo diálogo?
Nada más volver a Barcelona, los Tres Cansinos se sacaron de la manga una carta que le van a enviar a Rajoy para sentarse todos a hablar en serio de cómo se organiza el referéndum. O sea, que primero te dan la brasa de manera presencial y fácil de esquivar y luego te envían una cartita porque no se han dado por aludidos ante la insistencia del presidente del gobierno en que no habrá ninguna clase de referéndum. Esta gente, ¿es dura de oído? ¿O les entra todo por una oreja y les sale por la otra? ¿De verdad escuchan al que tienen delante y al que siempre le están exigiendo diálogo? Ya vimos en el juicio del 9N que a todos los implicados había que explicarles las cosas veinte veces porque a la primera no lo pillaban. O eso argumentaban mientras le echaban la culpa de todo a los voluntarios.
Como diría Pedro Sánchez, “no es no”. Y esa es la única respuesta que van a encontrar del Gobierno central y de una buena parte de la población catalana: según una reciente encuesta, el 61% no ve nada claro lo del prusés. Pero si tienes una idea fija, como parecer ser el caso, tus caprichitos se convierten en leyes. Pues nada, Cocomocho, tú a lo tuyo, que siempre habrá algún patriota que te lleve unos xuxos al trullo.