Vida

García Ferreras: "Zapatero me ofreció ser ministro"

Sardà carga contra Marhuenda e Inda tras la caída a los abismos de Pedro Sánchez: "¿Estaréis contentos?" Pues va a ser que no porque el secretario general del PSOE era el mejor aliado de Rajoy

4 octubre, 2016 14:39

Antonio García Ferreras se ha llevado el gato al agua, que es a lo suyo como Tómbola a los programas del corazón actuales. La caverna pone los espacios y la progresía los convierte en formatos, blanqueados o ennegrecidos, como el uniforme de pompas fúnebres que acostumbra a lucir el aludido porque sostiene que el negro es el color que más le favorece. Es un ácrata.

Al margen de la vestimenta, la impedimenta. El pesado fardo de un PSOE que agoniza mientras dispara los índices de audiencia de los monotemáticos de La Sexta. Tras el especial del comité federal del PSOE dirigido por Ferreras cabe preguntarse si no sería un puntazo la retransmisión en directo de los akelarres partidistas. Luz y taquígrafos, se decía antes. Ahora se habla de transparencia, que es lo mismo y sirve para lo mismo: nada.

Tras el funeral de Pedro Sánchez, en el que el finado pronunció un discurso flojo y en el que no había arrepentimiento ni propósito de enmienda, el entierro del debate. Había que ver las caritas en la misma La Sexta de los tertulianos de la bancada de la izquierda. Debate moderado por Iñaki Gil. Jesús Maraña pronosticó que tendremos PP para veinte años, lo que a ciertas edades significa más o menos la eternidad. Más que de luto, se había puesto la cara de pegar bocinazos en la redacción. Ignacio Escolar apuntaló, tal cual, el siguiente epitafio: "Hoy es un día triste para los que somos de izquierda". Ya lo sospechábamos que Escolar era de izquierdas, pero no era necesario tal estriptis.

Xavier Sardà, que en su día tenía carnet del PSC y asistía a las fiestas que se montaban en Nicaragua para las generales y las municipales (en las autonómicas no había ni el Tato), espetó directamente a Marhuenda y Eduardo Inda. “¿Estaréis contentos?”. Pues va a ser que no, porque no tenía mejor aliado Rajoy que el pijoaparte del barrio de Tetuán. Durante toda la noche se dedicó Sardà a defender los insostenibles resultados conseguidos por Pedro Sánchez en sus dos años al frente de Ferraz. Su tesis es que antes no existía Podemos. "Por eso es muy injusto que se hable de los peores datos de la historia con Sánchez", insistía.

De tanto en cuanto, la realización se iba a los aledaños de la sede socialista, donde la turbamulta bramaba "¡Susana, felipista, eres una golpista!". Recordaba la triste jornada del 13-M de 2004, cuando el asedio a las sedes del PP de toda España. La salvedad es que ahora eran los propios más los espontáneos de Podemos, que han descubierto que cuanto peor para el PSOE, mejor para ellos. No obstante, hay quien barrunta escenarios similares para la guerra entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, un debate con el cuchillo en la boca que no será televisado sino retransmitido por Twitter, que es el cubo de la basura del callejón del Peligro.

En radio, momentazo entre Jesús de la Morena (tu afición es sentimiento), y de nuevo Ferreras. Los viejos compañeros de la Ser se reencuentran en Onda Cero, donde ahora oficia el rey de las ondas del balompié. Onda Cero, La Sexta y Antena 3 son del mismo grupo, Atresmedia, gracias a lo cual se produjo el tremendo encuentro entre el genio del balón y el mago de la política, que deslizó que Zapatero le ofreció ser ministro. Ahí es nada, el clan de los leoneses. "La conversación duró tres minutos", aclaró Ferreras porque dice que lo suyo es el periodismo, "una de las pocas religiones en las que creo". Lástima que el periodismo no sea una religión. Eso sí, a veces parece La Secta. Ahí va el enlace de la entrevista en Vertele, que se ha aliado con El diario de Escolar. Ferreras en la intimidad, no les digo más.

Posdata: El blanco y negro está de rabiosa moda, así que la señora de Puigdemont lucía para la moción de confianza un traje de chaqueta blanca con blusa y pantalones negros. Igual que Carme Forcadell e Inés Arrimadas. Está claro que no se llaman entre ellas antes de salir de casa. Al menos, la uniformidad de "El tall britànic" les hace coincidir en algo, aunque sea en lo de menos.