Un médico con un estetoscopio / EP

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Vida

Virus del papiloma humano, la infección te puede hacer desarrollar un cáncer de cuello de útero

El 80% de la población sexualmente activa tendrá esta enfermedad en alguna ocasión

31 marzo, 2022 00:00

El cáncer de cérvix o de cuello uterino es el cuarto cáncer más frecuente en la mujer, con una incidencia estimada de 604.000 nuevos casos en 2020. Su tasa de mortalidad ha descendido notablemente desde los años 60, gracias a las citologías. No obstante, se estima que en España fallecerán 550 mujeres este año por esta causa. El factor de riesgo más importante del cáncer de cuello uterino es la infección por el virus del papiloma humano (VPH, o HPV, por sus siglas en inglés).

“El VPH es la infección sexualmente transmitida más frecuente que existe. El 80% de la población sexualmente activa lo ha tenido o lo tendrá en alguna ocasión, pero en más del 90% de los casos es completamente inofensivo y desaparece espontáneamente. Sin embargo, en un pequeño porcentaje de los casos puede ocasionar lesiones como verrugas genitales (condilomas) y lesiones premalignas en el cérvix, estas últimas a largo plazo pueden evolucionar hacia un cáncer de cérvix”, explica Míriam Al Adib Mendiri, ginecóloga y obstetra que ejerce como profesional en dos clínicas privadas de Ginecología y Obstetricia, en Almendralejo y Zafra (Badajoz).

Virus del papiloma humano / EP

Virus del papiloma humano / EP

Alta prevalencia en jóvenes

Este virus tiene una prevalencia muy alta en jóvenes, “aunque en el 90% de los casos la curación es espontánea. Otras veces, lo que sucede es que, en lugar de eliminarse, el virus persiste en el tiempo, y puede que en algún momento en que baje la inmunidad genere las lesiones características; esto puede ocurrir incluso décadas después de contraerlo”, apunta la Doctora Al Adib.

Y es que, indica esta ginecóloga, también instagramer, “lo primero que se desarrollan son las lesiones premalignas de bajo grado. Aunque la mayoría de las veces estas lesiones se resuelven espontáneamente, puede ocurrir que persistan, y con el tiempo evolucionen a lesiones premalignas de alto grado. En este caso, si no hacemos nada, con los años podría llegar progresar a cáncer de cérvix. Desde la normalidad de las células del cérvix hasta el desarrollo de las lesiones premalignas de bajo grado pueden pasar meses; desde las premalignas de bajo grado a las de alto grado pueden pasar de uno a 15 años, desde que empiezan las primeras lesiones hasta llegar a cáncer de cérvix suele pasar más de una década”.

Imagen que representa una pareja sexualmente activa / EP

Imagen que representa una pareja sexualmente activa / EP

100% prevenible

El cáncer uterino, por tanto, no se desarrolla de la noche a la mañana. “Esto significa que es prevenible con las citologías periódicas, pues da tiempo de sobra para detectar las lesiones premalignas mucho antes de llegar al cáncer”, confirma Miriam Al Adib.

Aunque antes las citologías se hacían de forma anual en población sana desde el momento en que comenzaba la actividad sexual, “las nuevas evidencias científicas recomiendan iniciarlas a los 25 años y espaciarlas cada tres años (incluso cada cinco si el VPH es negativo), pues se ha demostrado que de esta manera seguimos llegando igualmente a tiempo al diagnóstico de las lesiones premalignas de alto grado, que son las que realmente necesitan ser tratadas con conización. Otra ventaja que aporta espaciar las citologías es que, entre una y otra, algunas mujeres habrán tenido lesiones de bajo grado que les habrá dado tiempo a eliminar espontáneamente y ni se habrán enterado, lo cual, dicho sea de paso, ahorra muchos disgustos”, señala esta especialista en ginecología y obstetricia.

Uno de los médicos de la atención primaria trabaja durante la sexta ola del Covid-19 / Glòria Sánchez (EP)

Uno de los médicos de la atención primaria trabaja durante la sexta ola del Covid-19 / Glòria Sánchez (EP)

Por lo tanto, sabiendo lo lenta que es la evolución de las lesiones hasta llegar al cáncer, espaciar más las citologías en mujeres sanas no implica, según confirma esta doctora, una merma en la prevención del cáncer.

Distinto será en el caso de mujeres con lesiones previas u otros factores de riesgo importantes “como la inmunosupresión, tener múltiples parejas sexuales, etcétera, que necesitarán citologías menos especiadas en el tiempo”, matiza.

Estigma y tabús

Al virus del papiloma humano le siguen rodeando ciertos estigmas o tabús. “Algunas pacientes me comentan, preocupadas, que este virus se asocia a la promiscuidad y a no utilizar preservativo, diciendo que ellas no lo han sido. No entienden por qué les ha sucedido a ellas. Si bien es cierto que a mayor número de contactos aumentan las posibilidades de contagio, también es verdad que se puede contraer con una única relación sexual que hayas tenido en toda la vida, y, aunque el preservativo hay que utilizarlo porque protege bastante, no evita al 100% de la transmisión. También puede contraerse con el contacto sexual sin penetración, sólo por la fricción piel a piel. Las mujeres lesbianas también pueden contraerlo (por eso también han de hacerse citologías, igual que las mujeres que tienen relaciones heterosexuales)”, puntualiza Miriam Al Adib.

Estigma y tabús ilustración / GENTEPOSITIVA.ORG

Estigma y tabús ilustración / GENTEPOSITIVA.ORG

Dejarse llevar por la rumorología o la desinformación puede provocar muchos malentendidos. “En muchas ocasiones me he encontrado con auténticos dramas de pareja: si tengo esto entonces mi pareja habrá sido infiel, o bien, mi pareja cree que he sido infiel, a lo que contesto que es imposible encontrar al culpable de la transmisión del virus, puedes tenerlo a través de una pareja que tuviste muchísimo tiempo antes, también te lo puede contagiar tu pareja porque lo trae de una relación previa, aunque sea hace muchísimos años…”, insiste.

En España, la vacuna contra el papiloma se administra a niñas menores de 14 años. No obstante, hay mujeres que no se vacunaron en la infancia y para quienes también está indicada en la edad adulta, como aquellas que han sido operadas por una lesión precancerosa en el cuello del útero. En estos casos, la mayoría de autonomías financia al menos una de las tres vacunas que hay.