Vida

Vila, "creyente, gay y poco nacionalista", un joven con futuro en 'La Razón'

10 marzo, 2014 09:28

Mucho habría de subir el volumen el presidente de la Generalidad, Artur Mas, para continuar encaramado en las portadas de papel. El líder nacionalista sigue la estrategia natural de los toros, que tras los puyazos de rigor se encabritan en banderillas, como si le pellizcaran en el codo. Así que cada vez que Mariano Rajoy alza los palitroques, Mas embiste y dice eso de que "nuestra lucha no es contra el mundo, sino contra el Estado español". Ha principiado la temporada taurina, es tiempo de Cuaresma y el capitán del proceso se nutre de los momentos y lanza garrotazos con la testa. Está crecido pese a que su discurso se diluye en el fondo de un caldo casino, un aguachirris insípido. El presidente del Gobierno no es Poncio Pilatos, aunque hay quien sostiene que se lava las manos. Mas es Mas, a ratos Ghandi y a ratos Luther King. "Nuestra lucha no es contra el mundo, sino contra el Estado español" suena a "mi reino no es de este mundo", la respuesta de Jesucristo al gobernador de Judea cuando éste le pregunta si es el rey de los judíos.

Mas promete que habrá consulta, que él la convocará, que eso es fijo, seguro y está escrito. Será el 9 de noviembre. Es la enésima confirmación de que se tirará a la piscina vacía, pero la noticia está en que la negativa del Gobierno es rotunda, aunque, de momento, retórica. La versión más extendida es que Mas todavía no ha dado ningún paso que justifique que "Madrit" pase de las palabras a los hechos, que el "president" habla por no callar, por mantener una tensión que estaría revertiendo las encuestas mientras Oriol Junqueras se dedica a patear Cataluña y explicar lo de su ojo derecho. En casa de Basté, el dirigente de ERC asegura que lo ve claro, que el párpado caído sólo es una marca de familia. Y como todo pasa en casa de Jordi Basté, va Mas y se olvida el móvil, se detalla en La Vanguardia, que es el cuartel de invierno de la radio del grupo Godó. De encima del piano rescataron el teléfono los guardaespaldas de Mas. Gran alivio. Se conoce que Mas no toma café, que sustituye la cafeína por la politiquina. Ya, pero se va dejando el móvil por ahí. La cartera, nunca. No es grave. Ha habido políticos que han perdido el "ipad" en un tren. Su reino no es de este mundo, no.

Hay tres artículos en la prensa del día que reflejan con precisión los lados del triángulo catalán. Francesc de Carreras, en la página noble de opinión de El País, explica lo que ocurre en el mundo. "La UE y la secesión en Estados miembros". Es una lección de anatomía jurídica sobre la eventualidad de amputarse la cabeza. Afirma el profesor:

"Creo que la Unión Europea tiene suficientes elementos para actuar de modo preventivo, en defensa de sus intereses, ante posibles secesiones que perjudican y retrasan la consecución de sus objetivos. En concreto, de los preceptos citados puede deducirse que tanto la Unión como los Estados miembros, en virtud de los principios de cooperación e integridad territorial, están obligados a no llevar a cabo acto alguno que pudiera facilitar la secesión en un Estado miembro, lo cual podría comportar, por ejemplo, el acuerdo de no admitir en el futuro ningún nuevo Estado escindido de un Estado miembro de la UE. Ello constituiría una advertencia para posibles secesiones que probablemente frenaría los deseos de fragmentar Estados en perjuicio de la Unión".

Seguramente es por eso que Mas dice que no lucha contra el mundo, porque es una batalla perdida. En la edición catalana del mismo periódico, Valentí Puig traza el perfil semántico del ombligo del mundo, el área del triángulo, si es que eso existe. "Ser o no ser botifler", titula su artículo. Y escribe:

"Botifler, dicen los historiadores, proviene de beauté fleur, es decir, la flor de lis. (...) Uno no sabe cómo interpretar que tres siglos después algunos nacionalistas, y más ahora en el maremágnum secesionista, sigan considerando que botifler define con exactitud a quienes piensan de un modo distinto, de modo crítico respecto a separar Cataluña de España, quedándose fuera de la Unión Europea. Esa es una hipotética exactitud que choca con la debida correlación entre las palabras y sus significados. Ser o no ser botifler en el año 2014, a casi nadie le importa y, más aún, casi nadie sabe lo que eso significa. Extraña beatificación de un anacronismo léxico. Arqueología del fundamentalismo identitario. Con toda la parafernalia del Born y sus fastos, en la Cataluña que busca salirse de la crisis y asimilar prontamente la destrucción creativa que es consecuencia de estos episodios, posiblemente no valga la pena perder el tiempo conmemorando la hipotética traición de los botiflers y buscarle una absurda vigencia como insulto".

Y ya de los pelos del ombligo, con perdón, se ocupan en Abc. María Jesús Cañizares revela en su texto, titulado "Paga la Generalidad, pero sin propina", que los convergentes se comportan como los futbolistas de la selección española, que si reservados en bares de moda, que si tabaquito y tal, pero de la cofradía del puño. Dice así:

"Hay un bar carísimo y monísimo, de esos que tienen altillo VIP y clientes exclusivos como el actor Robert de Niro. O como David Madí y Oriol Pujol, perdonen el bajón, pero atendiendo al cada vez más excluyente universo nacionalista, puede decirse que ambos ex dirigentes de CDC encarnan la «beautiful people» catalana, el primero descendiente de los inventores de la loción para el afeitado «Floid», hoy retirado de los focos, pero muy bien colocado, y el segundo caído en desgracia, como mandan los cánones del niño bien con padre poderoso, por su implicación en la trama judicial de las ITV. Me cuentan que, en una ocasión, Madí y Pujol montaron un pequeño lío en el citado local porque se empeñaron en fumar, cosa que, según le recordó alguien, está prohibida. Pero así es nuestra «jet set» política, caprichosa y mandona".

En cuanto a lo otro, a lo de las propinas, relata el desenlace de una comida del jefe de prensa de Artur Mas con un periodista afín: "De Madí, ex secretario de Comunicación de la Generalidad -tuvo que dimitir por manipular encuestas- hemos heredado al jefe de prensa del presidente Artur Mas, Joan Maria Piqué, quien hace unos días se fue a cenar con el vicepresidente de la entidad independentista Òmnium Cultural, Vicent Sanchis. Imagino que se trataría de una reunión de trabajo, porque los gastos corrieron a cargo de la Generalidad. Pero no dejaron propina".

Lo cortés en esos casos en los que paga el pueblo es dejar la propina en metálico, aunque también era desenfadada costumbre la de añadir un pico al importe a cargo de la visa pública. No dejar propina es un "feo gesto", alega la periodista. Piqué nunca acierta. Seguro que él pensó que mejor no dar nada para aparentar austeridad. Ni postre se debió tomar.

Pero no todo es "agarrao", áspero y de una cierta rudeza en el mundo convergente. La mayoría de los dirigentes del partido de Pujol siempre han sido así, tipos estirados, "prepos", de ese estilo en el que a los cinco minutos una persona normal se siente ya un "caddie" de golf, cosa que por muy bien pagada que esté es harto humillante. En La Razón, la pieza confidencial se llama "El submarino" y glosa las diferencias entre Santi Vila, el consejero de las infrestructuras y la política territorial, y el presidente autonómico Mas. "Es historiador, culto y no se acompleja por decir que es creyente, gay y poco nacionalista. (...) Vila cree en una 'victoria compartida' entre Cataluña y España y sus ideas se hacen públicas cuando el Gobierno remite al Congreso su rotunda negativa, con buenos argumentos jurídicos, a la consulta. Atención a este catalán de 41 años, joven pero de interesante recorrido". Así han bautizado a Vila Vicente, Santi, en el diario de Planeta, la gran esperanza de un catalanismo suave y constructivo. ¿Será posible? En La Vanguardia fue García-Pagan quien ornó a Vila con el mismo motivo, la presentación de un libro de conversaciones del consejero titulado "Un perfil propio". De "oración diaria", escribió. Fijo que en Convergència comienza a perder enteros con tanto botafumeiro. "Los musulmanes lo hacen cinco veces al día", se ha oído comentar en los recovecos de la sede embargada. Lo de rezar, por supuesto.

De las noticias destacan las aproximaciones al 11-M, los ecos del congreso del PP vasco, la posibilidad de que la desaparición del avión malayo sea un atentado, la pobreza, en general, y una indigesta colección de sucesos. En Abc orientan la portada hacia Cataluña y cuentan que Mas prepara una Hacienda propia. El detalle, que firma Javier Chicote, está en que se prevé la contratación de ocho mil funcionarios, trescientos inspectores y la intemerata de 700 millones de euros para empezar. En El País, que la amenaza de ataque yihadista sigue "alta" al cumplirse una década de la matanza de Madrid. En La Razón, que aquellos terroristas pretendían también volar la tumba de los Reyes Católicos. En la portada de El Mundo, como en Abc, no hay ni rastro del 11-M. Tiempo habrá. En el caso del periódico dirigido por Casimiro García Abadillo, Losantos escribe sobre el particular y acentúa los cambios cíclicos de versión: "Pero la ventaja del acierto es que cambia cada temporada. Ahora dice Reinares en El País que la orden del 11-M la dio Al Qaeda en Karachi. En otro aniversario del 11-M dijo que fue un moro en Bruselas. Pero de la destrucción de las pruebas nunca dice nada. Pero habrá más 11-M y más versiones oficiales y serán todas verdaderas. Perdón por tanto error".

Es un debate interminable, una controversia infinita en la que debuta ahora el director de La Vanguardia, Màrius Carol, portavoz a la sazón de las tesis oficiales. Escribe Carol:

"El cuádruple atentado del 11-M, del que mañana se cumplen diez años, es el más mortífero cometido nunca en Europa, con la excepción de la explosión de un avión en Lockerbie. A mediodía del mismo día 11, la policía sabía que la autoría era de una célula de Al Qaeda, por más que el gobierno de Aznar jugara al equívoco. El ministro del Interior, Ángel Acebes, fue repitiendo lo de la dos líneas de investigación ­ETA y el terrorismo yihadista­ por mezquino cálculo político. Aquello le costó al PP perder las elecciones tres días después. Y entonces, algunos medios de comunicación de Madrid abonaron una teoría conspirativa sobre su autoría. Nadie es hoy capaz de sustentar semejante disparate, ni siquiera quienes más se aferraron a él. Diez años después hemos de honrar a las víctimas, exigir a la policía la máxima eficacia y pedir a la prensa todo el rigor. Entre las víctimas del 11-M también figura una manera disparatada de ejercer el oficio".

Clases de periodismo al margen, vigas propias y pajas ajenas, el 11-M es caso cerrado, carpetazo y honras fúnebres, alto riesgo de atentado y retratos de los supervivientes en la prensa. Mañana más, seguramente.

Ha fallecido Gerard Mortier, ex director artístico del Teatro Real. Un renovador de la ópera, coinciden todos los periódicos.

10 de marzo. Santa María Eugenia Milleret de Brou, San Víctor y San Macario de Jerusalén.