Una madre hace fotos a su hija para subirla a la red / PEXELS

Una madre hace fotos a su hija para subirla a la red / PEXELS

Vida

Hijos de 'instamamis': los peligros de una vida al estilo de 'El show de Truman'

Difundir imágenes familiares en la red es cada vez más común, pero pueden convertirse en carne de 'meme' e incluso ser usadas por pederastas

8 noviembre, 2021 00:00

Instagram se ha convertido en el paraíso de la maternidad y en un negocio muy rentable para algunas madres influencers, que pueden llegar a ingresar desde 300 a 700 euros por una sola publicación en la que aparezcan con sus hijos publicitando algún producto. Es, claro, una profesión a la que muchas aspiran --aunque son solo unas pocas las que lo consiguen--, pero que genera cierto malestar entre los defensores de la infancia, que señalan que la sobreexposición de menores en redes, o sharenting, entendido como la suma de share (compartir) y parenting (crianza), conlleva ciertos peligros que no están teniendo en cuenta sus progenitores, obviando sus derechos y obligaciones o las implicaciones legales de exponer a los hijos con fines lucrativos en redes sociales.

Una sola foto deja huella

Sean los padres influencers o no, “cada foto o video que compartimos de nuestros hijos en Internet deja una huella que contribuye a dar forma a su identidad y reputación. Por lo tanto, debemos ser conscientes de la importancia de gestionar adecuadamente su intimidad e imagen”, sostiene Manuel Ransán, responsable de Ciberseguridad para menores en el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe).

¿Qué dice la Ley?

Pero ¿es legal compartir fotografías de los hijos en redes sin su consentimiento? “Si bien es cierto que de una sentencia del Tribunal Supremo de fecha 30 de junio de 2015 se desprende que mientras ambos progenitores estén de acuerdo y den su consentimiento a la publicación de fotos de sus hijos en sus redes no habría ningún problema, es necesario puntualizar que esto será válido hasta que el menor goce de la capacidad de razonamiento y madurez suficiente para poder valorar fotografías suyas que sus padres exponen de forma pública”, explica Delia Rodríguez, de Vestalia Abogados de Familia.

“Actualmente en España, a partir de los 14 años los padres deberán contar con el consentimiento de sus hijos para publicar fotos suyas en sus redes sociales”, matiza esta abogada de familia.

Una madre besa a su hija mientras hacen fotografías en una playa / PEXELS

Una madre besa a su hija mientras hacen fotografías en una playa / PEXELS

Cuando media un negocio

Esta norma, sin embargo, rige cuando no media pago alguno. Cuando el sharenting se ha convertido en negocio, la cosa cambia. “En estos casos a pesar de que ambos progenitores puedan estar de acuerdo en publicar fotos de sus hijos, en base al artículo 4 de la LO 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor, en su apartado tercero se establece que, si estas fotografías del menor atentan contra su propia imagen, honor o intimidad, podrá actuar de oficio la Fiscalía de Menores”, señala Rodríguez.

En el mismo sentido se pronuncia la abogada de familia Sofía Maraña. “Teniendo en cuenta que la ley es clara con respecto a la regulación de sacar a los hijos en RRSS para obtener beneficio económico a través ellos, yo, como abogada que llevo muchos años trabajando con menores, y también como madre y adulta creo que lo primero que debemos hacer los padres es aplicar el sentido común y hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué pensará mi hijo cuando crezca si ve que he contado toda su vida paso a paso? Tampoco hay que ser drásticos, no es lo mismo subir alguna foto esporádicamente de, por ejemplo, soplando las velas el día de su cumpleaños o cuando abren los regalos de reyes que grabar un vídeo en el que, por ejemplo, está bañándose desnudo o publicar un vídeo donde tiene una rabieta o está llorando. Preguntarse siempre: ¿a mí me gustaría que alguien me grabase llorando y lo subiera a las redes sociales? Seguramente, no.  Y, por supuesto no es lo mismo subir fotos de tus hijos a tus amistades sintiéndote orgulloso porque ha recibido unas súper notas que lucrarte a través de marcas usando las imágenes de tus hijos. Lo que sí sería deseable es que el legislador fuese más claro en qué es vulneración de la intimidad, porque no siempre es claro”, lamenta Maraña.

Es fundamental tener en cuenta que “al alcanzar la mayoría de edad, el hijo cuya vida privada ha sido compartida a golpe de clic e insta story podrá interponer una demanda contra sus progenitores alegando una vulneración de su derecho al honor, la intimidad y la propia imagen, solicitando que se retiren todas las imágenes publicadas y una indemnización por los daños morales ocasionados”, apuntan desde Vestalia Abogados de Familia.

Una familia toma una 'selfie' / PEXELS

Una familia toma una 'selfie' / PEXELS

Trauma de traición

Más allá de la normativa y de lo que dice la justicia al respecto, hay algo que muchas estas influencers ignoran: las consecuencias psicológicas que puede tener esto en sus hijos. “Todos los adultos que hayan sentido que sus padres, cuando eran niños, los han usado o abusado se sentirán muy mal, porque se da lo que llamamos un trauma de traición. Es decir, sienten que sus padres no hacían lo mejor para ellos como hijos si no que hacían lo que los padres querían para su provecho como adultos”, admite el psicólogo Manuel Hernández, especialista en apego, neurobiología y emociones. Además, esta sobreexposición, entendida como trauma, puede conllevar “que se den en el niño adulto situaciones extremas, como por ejemplo una necesidad extrema de ser el centro de atención todo el tiempo o, por el contrario, un miedo terrible a sentirse expuestos de nuevo”, añade este profesional de la salud mental.

Reputación dañada

De la misma opinión es el responsable de ciberseguridad del Incibe. “Uno de los grandes riesgos que debemos asumir al publicar en redes una imagen de nuestro hijo es que este no se sienta cómodo con las publicaciones y nos reproche nuestra actitud. No sabemos qué carácter tendrá, qué profesión ejercerá de mayor o si tendrá una proyección pública y estará más sujeto al escrutinio de terceros. Puede que lo que colguemos ahora, lo puedan utilizar intencionadamente en su contra para ridiculizarle y dañar su reputación cuando sea adulto”.

Otro de los riesgos que tenemos que valorar es, para Ransán, que el menor “puede llegar a ser víctima de montajes fotográficos de carácter viral que le ridiculicen (memes) y que pueden derivar en situaciones de ciberacoso. Este problema se puede acrecentar cuando publicamos imágenes o vídeos en los que el menor aparece en situaciones que se pueden malinterpretar, que pueden considerarse poco favorecedoras, ridículas o humillantes (una caída, desnudo en el baño, etc.)”. También es importante saber que, “cuando las imágenes sean utilizadas para fines comerciales, los términos de uso de muchas de las plataformas que utilizamos permiten a las empresas compartir los derechos de explotación de los contenidos que subimos”, añaden desde el Incibe.

Pederastas a la caza de material

Sin embargo, “tal y como recoge el monográfico Abuso y explotación sexual de menores en Internet, un análisis de 4NSEEK de la campaña #StopAbusoMenores de INCIBE, el mayor peligro es que la divulgación masiva de fotografías familiares por parte de los adultos es una de sus principales fuentes de material para los depredadores sexuales. Estos navegan hasta encontrar contenidos susceptibles de sexualización, ya sea con un etiquetado de breves momentos en los que un menor de edad aparece en posiciones ligeramente comprometedoras dentro de un vídeo, añadiendo comentarios textuales de abuso sexual, o combinando los contenidos con otros de carácter pornográfico para público adulto. Estos contenidos pueden ser luego compartidos o preparados para su venta o distribución a través de diferentes canales”, advierte Ransán.

En resumen, “el fenómeno de los influencers plantea numerosos interrogantes con relación a la exposición de sus retoños en redes sociales. Si bien es cierto que todos los casos referidos en la actualidad afectan a menores de edad, es posible prever que los que hoy son niños mañana se convertirán en adultos cuyas vidas en todos sus niveles habrá sido compartida con cientos de seguidores de sus padres como si de El Show de Truman se tratara”, concluye Rodríguez.