Varios voluntarios de la ONG barcelonesa Hands with Heart tratan a un niño con discapacidad en Costa Rica / HANDS WITH HEART

Varios voluntarios de la ONG barcelonesa Hands with Heart tratan a un niño con discapacidad en Costa Rica / HANDS WITH HEART

Vida

Hands With Heart, la ONG barcelonesa que ayuda a niños con discapacidad alrededor del mundo

Su director, Jorge Aranda, un reconocido osteópata, acaba de recoger un premio de Cadena 100 en nombre de la organización por su labor en Rumanía, Costa Rica y Bali

25 diciembre, 2022 00:00

Vuelve de una intensa semana de viajes (ha estado en Estados Unidos ofreciendo asistencia sanitaria a los atletas con discapacidad del Mundial de Surf Adaptado de la International Surf Association), pero eso no impide a Jorge Aranda Beltrán, el osteópata fundador de la ONG Hands With Heart, atender a Crónica Global con la ilusión y la pasión de aquel que cree profundamente en la labor social de lo que hace.

Cadena 100 le acaba de otorgar el premio “¡Buenos días, Javi y Mar! Por un mundo mejor” en Madrid por su trabajo detrás de la fundación, cuya actividad se remonta al año 2016 en Barcelona. Aranda y sus compañeros utilizan la osteopatía, una disciplina que considera una medicina complementaria y en ningún caso alternativa a la medicina tradicional, para evaluar el estado físico y emocional de niños con discapacidad y ayudarles a vivir una vida mejor. 

La situación de los niños

En palabras de Aranda, la osteopatía es una medicina manual que “intenta devolver las estructuras del cuerpo a su estado fisiológico”. El profesional llegó a ella a través de un médico que trató a su madre (que sigue siendo su mentor profesional) y desde hace unos 17 años se dedica a tratar a personas con discapacidad. Durante sus primeros años en la profesión se familiarizó con el sufrimiento de los niños con enfermedades crónicas y vio muy de cerca las limitaciones físicas y en ámbitos como el de la educación y el transporte

Explica que muchas de las familias de los niños a los que conoció apenas podían permitirse el coste de una silla de ruedas adaptada en condiciones. También ha hecho hincapié en cómo una situación así puede generar dificultades emocionales no solo al niño que padece la enfermedad, sino también a sus entornos. “Hay algunas personas que no consiguen aguantar la responsabilidad que supone tener un hijo con discapacidad y llegan incluso a suicidarse”, ha expresado el osteópata a este medio. 

Sus superiores le negaron ayuda

Los primeros pasos de Aranda en el sector tuvieron lugar en un centro privado para niños con discapacidad que, declara, ofrecía muy buenos servicios, pero por un gran coste que solamente podían asumir familias con un alto poder adquisitivo: “Había familias que tenían que ahorrar durante un año para poder pagar unas pocas sesiones (que no van a cambiar la vida a nadie con una enfermedad de este tipo), así que decidí que podía trabajar gratis para ayudarlas a tener un tratamiento periódico”.

Ante la propuesta, Aranda recibió una negativa por parte de sus superiores que le cayó como un jarro de agua fría. “Me dijeron que no lo podía hacer porque podía dar una mala imagen del resto de los profesionales de la clínica y vi limitada mi inquietud de ayudar a aquellos que lo necesitaban más”. Este encontronazo con la realidad, sin embargo, plantó “una semilla” en su cabeza que acabaría desembocando en la creación de la fundación Hands With Heart en 2016. 

Equipo de voluntarios de la ONG Hands With Heart en Costa Rica / HANDS WITH HEART

Equipo de voluntarios de la ONG Hands With Heart en Costa Rica / HANDS WITH HEART

Unas vacaciones en Bali

Durante un periodo de vacaciones que le abrió los ojos en Bali (Indonesia), encontró un centro de huérfanos con discapacidad en el que ayudó puntualmente. Después de ver las condiciones en las que se encontraban muchos de estos niños, Aranda tomó la decisión de “devolverle el favor a la isla” y pasar el resto de su estancia en el lugar colaborando mano a mano con el centro. Cuando regresó a España, planteó a sus compañeros de profesión la posibilidad de volver y ofrecer una ayuda más extensa, lo que supuso el nacimiento de la ONG y el comienzo de su repercusión mediática. 

Desde entonces han llevado sus manos, conocimiento y corazón a rincones del mundo como la selva de Talamanca, en Costa Rica, donde trabajaron junto a pacientes muy desatendidos, muchos de los cuales no habían recibido asistencia jamás. Mediante equipos de voluntarios de unas 20 personas y utilizando únicamente sus propios recursos (Aranda declara que la entidad no ha recibido ayudas o subvenciones públicas) también viajaron a Rumanía durante la pandemia, destino en el que visitaron hospicios de niños que no habían recibido ningún tipo de terapia y a los que nadie nunca había explicado sus derechos como seres humanos. 

Reconocimiento por la ayuda humanitaria

“La respuesta es muy bonita. Agradecen lo que haces y sienten la intención que tienes de ayudar. Puedes ver cómo consiguen mejorar el movimiento de su cuerpo y cómo la vida en sus comunidades se hace más llevadera”, dice el osteópata en referencia a la reacción de los niños y sus familias. Según él, en muchos países sigue existiendo un estigma muy fuerte hacia las personas que tienen una discapacidad. 

El premio que le ha otorgado recientemente la Cadena 100, llamado “¡Buenos días, Javi y Mar! Por un mundo mejor”, reconoce las historias solidarias de personas anónimas. En el caso de Aranda, este galardón da voz a su trabajo al frente de la entidad durante sus seis años de vida y pone en valor su historia con Dimitrie, un joven de Rumanía que sufre una parálisis cerebral severa y que viajó con su madre, Bianca, a España para ser tratado por el osteópata. Este fue el comienzo de una relación médico-paciente que ha durado más de ocho años y ha traspasado fronteras.

Jorge Aranda recibiendo el premio “¡Buenos días, Javi y Mar! Por un mundo mejor”, de Cadena 100, hace unos días / CADENA 100

Jorge Aranda recibiendo el premio “¡Buenos días, Javi y Mar! Por un mundo mejor”, de Cadena 100, hace unos días / CADENA 100

Proyección de futuro 

Entre los planes de Hands With Heart se encuentran la construcción de una clínica permanente en Bali y desplazarse a Ucrania una vez termine la guerra para atender a la población mutilada por los desastres de esta. Otro de sus ambiciosos proyectos es el de volver a Costa Rica para habilitar una clínica dentro de un autobús que circule por la selva y que sirva como quirófano móvil para las comunidades indígenas que viven lejos de los hospitales. Para estas personas, “un simple esguince de rodilla puede acabar convirtiéndose en un problema muy serio si no recibe la atención que merece”. 

Una de las últimas aventuras solidarias de esta longeva organización sin ánimo de lucro (la media de vida de una ONG es de dos años con subvenciones) está relacionada con el Mundial de Surf Adaptado de Los Ángeles: “Veo a gente que perdió un brazo en Irak y sigue surfeando. ¿Cómo no les voy a ayudar?”.