Me tiene robado el corazón una vitrina con algunos objetos, obras del artista Tres, en la exposición permanente de la colección del Macba. Desde que la vi por primera vez, hace unos meses, cada vez que vuelvo a Barcelona, si paso cerca del museo, entro, aunque sólo sea un momento, para ver otra vez esa vitrina. Mejor dicho, “contemplarla”. “Recogerme” ante ella, como se suele decir de ciertas inclinaciones de ensimismamiento religioso. Pues al fin y al cabo nuestro sentido del arte –también de la literatura– tiene algo de sustitución religiosa, de sucedáneo de la trascendencia. Y cada uno tiene sus propias devociones y reverencias, sus propios rituales y sus propios fetiches. Casi diría que cada uno tiene su propia fe privada. En mi santoral figura Tres, artista barcelonés polivalente, pluridisciplinar, músico, escultor, pintor, que nació en 1956, iba lanzado gracias a su comprometida actividad hacia el estrellato, o hacia su consagración, y fallecido a los 60 años, en el 2016. Y esa vitrina es un relicario de su actividad creativa en este mundo, que estuvo enfocada a la celebración del silencio.

[La destrucción de 'Las Meninas']

'Sin título' TRES MACBA

Claro que la experiencia es difícilmente transmisible. Ahora recuerdo que hace unos años vi, en una galería de Consell de Cent, otra vitrina de vidrio o de metacrilato, sobre un zócalo marmóreo, que exhibía un zapato de hombre, reluciente gracias a un baño de alquitrán o de pintura negra brillante, y en la cartela decía: Sabata de Cuixart. Como es obvio Cuixart (1925-2007) pretendía que su zapato, prenda rastrera y humilde en contacto con el suelo, deformada por el uso con las protuberancias que le imprime el molde del pie, en aquel caso del pie concreto de Cuixart, se erigiese en otra obra de arte por el solo hecho de que el zapato era suyo y él lo había decidido así, en la estela de las prácticas de “objetos encontrados” de Duchamp, tan fértiles e influyentes en las sucesivas generaciones artísticas. Cierto que era una obra veraz, indiscutible: era el zapato de Cuixart. Pero como conocí a Cuixart y su deriva artística me parecía errónea, y casi non sancta, pues… su zapato me pareció banal, y como lo que él me dijo cuando lo entrevisté con motivo de su retrospectiva en el Palau Robert era un poco demasiado “inventivo”, encima me estuve preguntando si el zapato sería realmente suyo o una impostura, un zapato cualquiera, encontrado quizá en la calle. ¿Por qué había de fiarme de la cartela?

Muy diferente es la vitrina de Tres. Dentro hay unas grandes tijeras doradas, que llevan la inscripción “J’existe pour couper le silence qui vibre dans l’air” (“Existo para cortar el silencio que vibra en el aire, una frase muy bonita, que se refiere tanto a las tijeras como al artista mismo”), y un lingote de metal en el que dice: “737,7 gramos de silencio”, otra delicia sinestésica. Pues figura que el silencio no se pesa. ¿Cuál sería el valor de ese lingote? Incalculable. El silencio, decía Tres, es una variante de la libertad.

'Tijeras para cortar el silencio' TRES MACBA

Con esto ya tengo bastante para fantasear a gusto, pero como en su día no le presté atención ni visité la exposición conmemorativa en la Virreina, me sentí moralmente obligado a visitar la biblioteca del museo, donde encontré un poco de material sobre Tres. Se llamaba José Manuel Pérez Albert, pero se cambió el nombre por un prurito de escapar a las vanidades del yo, supongo, ya que en adelante procuraría evitar las fotografías en las que se le viera el rostro –en las performances no podía evitar ser visible, pero en las obras fotográficas, testimonio de sus performances, procuraba ocultarlo con una bufanda, lo que no deja de ser otra variante del silencio, otra forma de reducir el ruido del mundo, que en efecto todos somos conscientes de que es exagerado, estruendoso, y está lleno de caras. Tres nos ahorraba la suya. Tiene también una fotografía donde se le ve de espaldas, con un loro sobre el hombro.

Como músico sostenía la tesis, plausible, de que la música no consiste en una serie de sonidos más o menos armoniosos con intervalos de silencio, sino que el silencio es la materia sobre la que se eleva la arquitectura musical. Por eso le gustaba Satie más que Wagner. Ello no empece que formase parte del grupo roquero Klamm (cuyo nombre puede referirse, al catalán clam, clamor, o al Klamm alemán: frío). Sus primeras actividades como artista las hizo bajo la tutela o protección de Zush, luego Evru, para quien compuso el Himno nacional Introeléctrico de su país inventado, el Evrugo Mental State.

'El País vaciado - 29 días de junio de 2005 vaciados' TRES MACBA

Tres tuvo su primera exposición individual en la galería Brok del paseo de Gràcia en enero de 1992, o sea, a los 35 años. Pinturas y dibujos sobre volcanes y otros temas geológicos relacionados con el vacío… y el silencio. La crítica Maria Lluïsa Borràs, con quien tuve el gusto de trabajar en aquellos años, y que me parecía casi siempre acertada, intuitiva y exacta, le dedicó en La Vanguardia una breve crítica –pero qué importantes eran unas líneas de Borràs, para un artista– donde señalaba que “el mundo de Tres no carece de originalidad ni de hechizo: se mueve entre la magia y el humor, es insólito y atractivo […] Esperamos con interés sus próximas creaciones”. En la foto se veía a un joven delgado, intenso, cubierto con una gorra. 

Encontré en la biblioteca del museo, que por cierto funciona siempre como un reloj suizo, el catálogo de la exposición que hizo en la galería Joan Mas en el año 2004, consistente en Papeles vaciados acciones. En la portada, un hombre anuncio con un cartel en el que decía: “I must have silence or die apreciated” (“Tengo que conseguir silencio o morir valorado”). En el interior, los “papeles vaciados” son fotos retocadas de artistas del silencio debidamente enmascarados y con un dedo sobre los labios, reclamando silencio: Rimbaud, que dejó de escribir; Kafka, a quien los amigos de su círculo en Praga llamaban Klidas, coloso del silencio, aunque era un hombre sociable y divertido; Wittgenstein, por la célebre última frase de su Tractatus; Salinger; María Callas, por las pautas silenciosas que insertaba entre notas y por su tendencia a quedarse largamente quieta y callada en el escenario; Cage, por su célebre composición de 1952 4, 33 (minutos de relativo silencio), etcétera. Cada uno va acompañado de una ficha elogiosa redactada por el mismo Tres.

'Kafka' TRES MACBA

El silencio, decía este, es un problema filosófico, y hablar de él, una contradicción, que asumía. Se volcó a estudiarlo como asunto también musical, psicológico, ecológico y hasta legal, ya que el ciudadano al ser detenido por la policía “tiene derecho a guardar silencio, pues todo lo que diga puede ser utilizado en su contra”. Celebró cócteles silenciosos que definía como “una propuesta lúdica en la que el visitante, liberado de la imposición social de la palabra, se encuentra en una situación en la que ver, sentir y callar, y aún más: estar. Son actividades redescubiertas, generalmente, con sorpresa y placer, aunque también hay gente que sale disparada al poco de entrar”. Celebró conciertos silenciosos. Son ideas de una persona con indiscutible talento, talento de visibilidad manifiesta e inmediata.

No era un artista adusto ni un cenizo, sino vital y partidario de la felicidad. Concebía el arte como una herramienta para la dicha. Era también un hombre preocupado por las injusticias de este mundo, que muchas veces pasan ignoradas, y por eso hacia el final de su trayectoria también emprendió la crítica de los silencios represivos, del silencio que envuelve a las víctimas. Se puede ver en la red una performance suya en la que dispara con una pistola (de fogueo) contra una pared blanca para “romper el muro de silencio”.

Me parece melancólico, sabiendo que Tres se fue prematuramente, que una serie de performances de sus últimos años, documentadas en fotografías tomadas en diferentes sitios del mundo, en las que se le ve tumbado en el suelo, en decúbito prono, o sea, boca abajo, con cabeza y torso cubiertos por una cazadora u otra prenda de ropa, encarnando a una víctima de un crimen, las titulase Estoy muerto. Claro, morir es acceder al silencio definitivo, total. Ay, con estas cosas no se juega, traen mal fario, mi querido Tres. Pero allá donde estés, que sepas que se te comprende y admira.  

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