Un joven con arma blanca frente a un mapa de Barcelona / FOTOMONTAJE CG

Un joven con arma blanca frente a un mapa de Barcelona / FOTOMONTAJE CG

Vida

Regreso a los 80: los jóvenes salen de fiesta con armas blancas por la inseguridad

La imitación de bandas latinas y el efecto de las redes sociales, también son decisivos en el auge del crimen con navajas en Barcelona

6 noviembre, 2022 00:00

Vuelve una parte de los años 80 a Barcelona que muchos tenían olvidada: el salir de fiesta con una arma blanca o espray de defensa por la percepción de inseguridad en la ciudad. Es el factor que los expertos consideran que está detrás de las últimas reyertas --algunas de ellas con muertes-- con navajas y cuchillos en la capital catalana.

Diversos investigadores, policías y especialistas en seguridad coinciden: los navajazos mortales de la Mercè y del Paral·lel en Barcelona en menos de un mes no son motivo de alarma ni se debe legislar en caliente, pero sí son un dato más para "reflexionar sobre si hace falta actuar". Sobre todo para evitar la proliferación de armas en el ocio nocturno por la sensación de inseguridad. 

"Las navajas son un mal síntoma"

Lo ve así Antonio-Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Violencia de la Universidad de Barcelona (UB) y director del Máster de Psicología Forense y Criminal, que pide "situar las cosas en su justa proporción", pues "no hay grandes percepciones de cambio". Según el académico, las trifulcas con arma blanca con heridos y fallecidos "son un goteo que debería cotejarse con datos policiales o con estadísticas de los servicios de urgencias de los hospitales". Eso sí, a la espera de que afloren esas cifras, los últimos homicidios callejeros en Barcelona "son un mal pronóstico", pues sugieren "que hay más armas en los entornos juveniles". 

Un hombre yace en el suelo herido con una navaja tras una pelea en Canovelles

Un hombre yace en el suelo herido con una navaja tras una pelea en Canovelles

Pueyo, que también es director del Grupo de Estudios Avanzados en Violencia (Geav) de la UB, avala la teoría de patronales del ocio nocturno y sindicatos policiales de que "hay conflictividad juvenil más dura" tras la peor fase de la pandemia del coronavirus. Y parte de esa nueva violencia se expresa "con armas blancas". El investigador rechaza que los datos avalen una alarma, aunque sí hay indicios de que "hay más agresiones con objetos punzantes, aunque en general no crezcan". 

"Copian a bandas latinas con armas, pero no lo son"

Abona esta tesis Joan Caballero, especialista en delitos urbanos violentos (DUV) y tipos penales de odio. El también profesor alerta de que "es una evidencia y no sirve de nada negar" que "hay más armas blancas en la calle" en Cataluña, objetos que, a veces, se utilizan en trifulcas callejeras. Ello se debe a "diversos factores, sobre todo sociales". Uno de los preponderantes, cree Caballero, es el efecto imitación de las bandas latinas. "Hablamos de latinos de segunda o tercera generación, que son nacidos aquí o llegaron de pequeños. De magrebíes de origen también con nacionalidad española. Y de gente de aquí. Se visten como pandilleros, con chándal, con actitud hostil, escuchan música como el drill, se dejan influenciar por el grupo o la banda y se lanzan al pequeño trapicheo. Y llevar una arma es una transición natural". 

El investigador descarta "hacer de la categoría anécdota", en relación a los dos últimos homicidios, aunque ve "una evidencia flagrante de que hay un resurgimiento de unas determinadas bandas inspiradas en las latinas de los 2000, como los Latin Kings y los Ñetas, que las imitan pese a que no tienen una estructura criminal formal". "Latinos de origen, magrebíes de segunda generación txarmiles --chicos de la calle en Marruecos-- y jóvenes de familias locales copian el modo de vida de las bandas, la vida de barrio, desarraigada, antipolicial. Y en esa vida, ser el más temido es un objetivo de reafirmación identitaria. Y para ser temido y demostrar que eres capaz de llevar esa etiqueta, llevar armas es lógico", razona. 

"Han normalizado los cuchillos"

Antoni Flores, miembros del Colegio de Criminólogos de Cataluña (CrimiCat) hace un análisis similar. "Los datos de las juntas locales de seguridad no avalan que haya más delitos en Cataluña, no hay más inseguridad, aunque sí hay cierto repunte de las bandas latinas y otros colectivos que normalizan las armas blancas", explica. Flores ve un "retorno a colectivos organizados que aúnan a jóvenes con problemas de socialización, afectivos y económicos que encuentran en la pandilla una respuesta a sus ansiedades". 

El investigador en seguridad y también mando de la Policía Local de Terrassa apunta a otro factor: el impacto de las redes sociales. "Con las bandas latinas de los 2000 no había redes de uso masivo. Ahora, sí. Ello genera una percepción de inseguridad que no justifican los datos y azuza el efecto imitación de las pandillas". Ante este problema, que "no es de fácil solución", se impone un "abordaje complejo desde diversas ópticas, sobre todo la social, pues la policía es siempre el último eslabón". Eso sí, Flores lanza un aviso para navegantes: la integración de Latin Kings y Ñetas en el tejido asociativo de 2006, su "aterrizaje" como bandas culturales en Cataluña, "fue un sonoro fracaso". 

Comportamientos más intensos

Hace un análisis similar Xavier Pastor Pérez, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) y experto en conflictos, que sostiene que los ataques con arma blanca registrados en los últimos días "son excepcionales", que no se ha detectado un incremento significativo de la violencia en las calles catalanas, aunque sí cierto repunte violento en los mismos tipos. Sobre todo desde el fin de la pandemia y el levantamiento de las restricciones. "Era evidente y previsible que con el retorno de la libertad los comportamientos serían más intensos por la necesidad de recuperar el tiempo perdido". Añade que, en el caso del ocio nocturno, se suma que, a medida que va avanzando la noche, los comportamientos de los jóvenes evolucionan. "Pasan de la alegría y de la euforia que les producen el alcohol y las drogas a un estado en el que cualquier comentario se convierte en una pequeña reyerta". 

Fotomontaje sobre la violencia en Barcelona / CG

Fotomontaje sobre la violencia en Barcelona / CG

Lo que antes se saldaba con un intercambio de malas palabras o con unos golpes, ahora tiene consecuencias fatales. "Lo preocupante es que ahora la gente sale de fiesta con armas blancas", un hecho que responde a múltiples factores que requieren de un profundo análisis. La principal causa a la que este experto atribuye el porte de armas "similar a lo que sucedía ya en los 80" es a la sensación de inseguridad. "Existe un sentimiento de inseguridad entre los jóvenes, un pensamiento de que uno se tendrá que buscar la vida de alguna manera", un hecho vinculado a la falta de efectivos policiales en las zonas de ocio nocturno.

El discurso del miedo y las redes

De hecho, la presencia policial en las calles es disuasoria y preventiva. "Por un lado la gente se controla más, se ha visto en cosas tan básicas como que en presencia de la policía las micciones en la vía pública no se producen". Pero además de esta autocontención, la gente se siente más protegida. Aunque Barcelona sea una ciudad segura, porque el índice de crímenes es bajo, los jóvenes pueden no percibirlo en la calle por la falta de agentes uniformados. Esta percepción, a su vez, está alimentada según el experto por un discurso del miedo vertido desde los partidos de la extrema derecha, que ponen el foco en la inseguridad y que está calando entre los jóvenes.

Además, expresa, en otros países han instado directamente al uso y tenencia de armas para protegerse. "Infunden el miedo haciendo creer que los jóvenes se deben erigir en protectores de las mujeres, de sus hermanas y madres, contra una manada que no existe", precisa. A su vez, las redes sociales han ayudado no solo a diseminar este mensaje del miedo, sino a visibilizar episodios violentos "como robos y hurtos, que ya se daban antes", pero que ahora tienen un mayor impacto en la sociedad. 

Una cuestión de poder

A estos factores se suman, según Pastor, otros socioestructurales complejos: la situación económica en una determinada zona o chicos extutelados en situación de calle que tienen que protegerse y que protagonizan altercados como los sucedidos en la Mercè. Señala que algunos jóvenes han comenzado a estructurarse en bandas juveniles por una "cuestión clánica", por la necesidad de desarrollar un sentimiento de pertenencia. Frente a una sociedad de la que no se sienten parte y que no les ofrece suficientes recursos, se aglutinan en grupúsculos informales en torno a nacionalidades e intereses. 

"Se trata de una necesidad de sentirse integrados en el país en el que han nacido, pero del que no se sienten parte por su origen, pero tampoco al de sus padres". En este limbo, algunos jóvenes de segunda generación acaban por abrazar colectivos de ideología o comportamiento extremo. Hay diversos factores aglutinadores: "Ellos mismos se seleccionan por familias, por origen, por grupos musicales". En este panorama, algunos de ellos optan por portar armas para protegerse, "por una cuestión de poder en el caso de una confrontación". Aunque la situación en Cataluña merece un abordaje transversal y un análisis profundo, Pastor considera que es necesario actuar ahora "cuando se trata de un tema residual" para frenar un posible aumento de la violencia.