El origen del brote de peste porcina africana (PPA) localizado en Collserola es todavía una incógnita. La hipótesis más verosímil, según los entendidos, es que un jabalí se contagió al ingerir restos de un bocadillo de embutido infectado que alguien trajo de otro país.
Sin embargo, otras voces señalan, sin pruebas, al laboratorio IRTA-CReSA de Bellaterra, que trabaja desde hace 18 años con cerdos infectados con la PPA –nunca ha habido una fuga del patógeno, ni hay evidencias de que ahora se haya roto el protocolo de seguridad–.
En la zona cero
Entre otras razones, porque se encuentra en la zona cero: el cadáver del primer jabalí contagiado apareció a las puertas de este lugar, informó el Ministerio de Agricultura. El segundo también afloró cerca de allí, a menos de un kilómetro del laboratorio.
Los dos primeros casos de peste porcina africana, localizados junto al laboratorio
Inaugurado en 1999 en el recinto de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), el CReSA es el centro de referencia de Cataluña para el análisis y el estudio de la peste porcina africana, entre otras enfermedades de animales, como la gripe aviar. Por esta razón, la seguridad es máxima.
Desarrollo de vacunas
De hecho, es una de las unidades europeas con más trayectoria científica en PPA. Aporta, entre otros, diagnósticos, apoyo científico y asesoramiento y desarrollo de vacunas en colaboración con farmacéuticas.
No es casualidad que, en 2017, en la Asamblea General de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) se designó el IRTA-CReSA centro colaborador de la OMSA para la “búsqueda y control de enfermedades porcinas emergentes y reemergentes en Europa”, y laboratorio de referencia de la OMSA por peste porcina clásica.
Fachada del laboratorio IRTA-CReSA
Nivel 3 de bioseguridad
Este centro dispone de 15 laboratorios de nivel de bioseguridad 2 –adecuados para la manipulación de agentes biológicos de riesgo moderado– y de una unidad de biocontención con otros seis laboratorios de nivel de bioseguridad 3 –en los que se investiga la PPA– y 12 boxes experimentales independientes, aptos para alojar animales de abastecimiento como cerdos; fauna salvaje, como rapaces, y de laboratorio, como ratas y ratones.
Esta unidad de biocontención es de cemento armado y está a prueba de desastres naturales. Además, la presión atmosférica del interior del edificio es más baja que la del exterior, medida que dificulta que, en caso de accidente o descuido, haya una fuga.
Protocolos de seguridad
Por si fuera poco, los trabajadores también siguen un exigente protocolo de seguridad, que empieza por el cambio de ropa y una gran protección de manos, nariz y boca, y sigue con la desinfección antes y después de trabajar. Tampoco pueden acercarse a una granja de animales de producción durante los tres días posteriores.
Trabajadores del IRTA-CReSA
Asimismo, el IRTA-CReSA alberga una plataforma de bioimagen de última generación ubicada en un entorno de alta biocontención, que garantiza la máxima seguridad para la búsqueda de patógenos de alto riesgo. Un entorno único que permite realizar estudios avanzados de enfermedades infecciosas con estrictos protocolos de seguridad.
