Cartel en una manifestación feminista pidiendo la erradicación de la violencia vicaria

Cartel en una manifestación feminista pidiendo la erradicación de la violencia vicaria EFE

Vida

La violencia vicaria empieza antes del crimen: Cataluña abrió camino para detectarla y combatirla

De la reforma civil catalana al nuevo anteproyecto estatal, el reconocimiento jurídico de la violencia vicaria sigue ampliándose para dar respuesta a una violencia de género aún poco visible

Especial 25NDentro de la red ‘incel’ catalana: “Usan el chat de los videojuegos para radicalizar adolescentes”

Especial 25NLa lacra de la violencia obstétrica en Cataluña: "Las mujeres de hoy en día no aguantan nada"

Llegir en Català
Publicada
Actualizada

Noticias relacionadas

El 24 de agosto de 2021, en una habitación del Hotel Concordia de Barcelona, Martín Ezequiel Álvarez asesinó a sangre fría al pequeño Leo, su hijo de tan solo dos años.

El progenitor lo había llevado allí, lejos de su madre —recién separados— y, mientras ella denunciaba mensajes amenazantes, él huía por la piscina del establecimiento dejando atrás un crimen que conmocionó a todo el país.

Días después, el cadáver de Martín Ezequiel apareció en una zona pantanosa próxima al aeropuerto de Barcelona-El Prat. Fue considerado el primer caso de violencia vicaria con resultado mortal registrado en Cataluña.

Un caso espeluznante que se convirtió en uno de los ejemplos más extremos de lo que hoy conocemos como violencia vicaria: la utilización de los hijos para dañar a la madre. Un tipo de violencia que se incluye dentro de las violencias de género.

La modificación del Código Civil catalán

Pero como pasa con este tipo de violencias, la tragedia es solo la punta del iceberg. "La violencia vicaria empieza mucho antes de la muerte de un menor", explica Cristina Díaz-Malnero, abogada de familia y diputada de la Junta de Gobierno del ICAB.

Y, de hecho, Cataluña fue pionera en reconocerla jurídicamente, más allá de la jurisprudencia que existe en relación con este término.

Así, en otoño de 2021 el Parlament aprobó el Decreto Ley 26/2021, que modificó el Libro Segundo del Código Civil catalán para blindar a los menores y a sus madres frente a esta forma de violencia machista.

Una mujer lleva de la mano a un niño a clase, en una imagen de archivo

Una mujer lleva de la mano a un niño a clase, en una imagen de archivo David Zorrakino - Europa Press

En este sentido, María del Pilar Tintoré, abogada especializada en familia e infancia y miembro de la junta directiva de la Asociación de la Sociedad Catalana de Abogados de Familia (SCAF), remarca que esta reforma civil permitió fijar límites estrictos a la guarda, las estancias y las comunicaciones de los progenitores con indicios fundados de ejercer este tipo de violencia.

Concretamente, la reforma introdujo estas medidas contundentes: custodia compartida cero cuando se acredite violencia vicaria —sobre todo en procesos de divorcio— y la suspensión automática del régimen de visitas. El objetivo era romper el ciclo de instrumentalización e "impedir que las visitas se usaran como un vehículo de maltrato", sintetiza Tintoré.

Cambiar los apellidos de las víctimas

Y no solo eso. Cataluña también fue pionera en la lucha para modificar los apellidos de los menores fallecidos como consecuencia de este tipo de violencia.

Las abogadas de la familia del pequeño Leo, Marta Ariste y Carla Vall, consiguieron en mayo de 2022 que la exministra de Justicia, Pilar Llop, dictara una orden ministerial para que el menor dejase de llevar el nombre y apellido de su asesino.

Hasta entonces, existía un vacío legal, ya que se permitía el cambio de apellidos en vida, pero no después de la muerte del menor.

Gracias a este caso, y de manera pionera, se abría una nueva vía de justicia restaurativa también para otras madres que hubiesen sido víctimas de violencia de género por violencia vicaria en el resto del Estado español.

Todas las caras de la violencia vicaria

Sin embargo, Díaz-Malnero insiste en que la violencia vicaria se manifiesta en múltiples formas y no solo en su versión más trágica.

"Cuando un niño vuelve de una visita diciendo ‘mamá no sabe cocinar’, eso ya es violencia vicaria", subraya. Incluso las mascotas pueden convertirse en objetos de castigo, como ha reconocido recientemente una sentencia de Las Palmas.

Violencia vicaria también es el chantaje emocional, la manipulación psicológica, el hablar mal de la madre delante de los niños o, incluso, en transmitir comentarios degradantes que los pequeños interiorizan.

En este sentido, María José Guarino Blaya, psicóloga forense, advierte que "la violencia vicaria casi nunca empieza con un golpe ni con un acto extremo. Empieza con pequeñas desautorizaciones, con boicotear la autoridad materna, con manipular emocionalmente a los hijos hasta convertirlos en mensajeros del conflicto".

Patrón habitual

Para Guarino, el patrón es claro: "El maltratador que ejerce violencia en la pareja casi siempre lo hará también en la parentalidad. Un maltratador nunca va a ser un buen padre", porque mantiene interiorizado un esquema de poder y superioridad sobre la mujer que inevitablemente se traslada a la parentalidad.

Y alerta de que muchos niños interiorizan ese daño sin que nadie lo detecte: "A veces no hay insultos directos, sino dinámicas más sutiles: regalos desproporcionados, normas laxas, colocar a la madre en el rol de 'villana'. Eso erosiona el vínculo materno-filial hasta romperlo".

Incluso cuando no existe la voluntad explícita de dañar físicamente a los hijos, el resultado puede ser devastador. Guarino menciona el caso de un menor con TDA al que el padre dejaba sin medicación durante su semana de custodia. "Ese niño acabó intentando suicidarse. No hace falta querer matar para causar un daño gravísimo", constata. 

Avances en el Código Penal

A nivel estatal, el Gobierno trabaja ahora en una ley orgánica que por primera vez tipificará la violencia vicaria en el Código Penal, previsiblemente dentro del artículo 153.

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, durante una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, en el Palacio de la Moncloa, a 22 de julio de 2025, en Madrid (España)

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, durante una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, en el Palacio de la Moncloa, a 22 de julio de 2025, en Madrid (España) Jesús Hellín / Europa Press

Será un paso esencial para dotar de seguridad jurídica a víctimas y operadores judiciales, y para que esta forma de violencia deje de depender únicamente de interpretaciones jurisprudenciales. Es decir, basándose en lo que se ha dicho en otras sentencias.

Díaz-Malnero lo resume con claridad: "Cataluña protege desde lo civil; el Estado sancionará desde lo penal. Son dos piezas del mismo engranaje". Pero advierte: sin recursos, sin formación específica y sin equipos psicosociales con tiempo y medios, la ley avanzará más rápido que su propia aplicación. Y mientras tanto, la violencia vicaria seguirá creciendo en silencio.

Entre lo pionero y lo pendiente

Desde su experiencia en los tribunales catalanes, la psicóloga forense constata avances pero también límites. "Cataluña ha hecho un esfuerzo enorme, especialmente en los puntos de encuentro. Aquí no se proponen ampliaciones de visitas cuando hay un procedimiento penal por violencia machista. En otras comunidades, eso todavía ocurre", destaca Guarino.

Dos niños con carteles, participan en una concentración feminista en la Plaza de la Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife

Dos niños con carteles, participan en una concentración feminista en la Plaza de la Candelaria, en Santa Cruz de Tenerife Europa Press

Sin embargo, insiste en que el marco estatal sigue imponiéndose: "El Código Penal es el mismo para todo el país. Por eso es tan relevante el anteproyecto de ley orgánica: llenará un vacío que todavía deja demasiado a interpretación judicial".

Tintoré observa con cautela el nuevo anteproyecto estatal, que por primera vez tipificará la violencia vicaria como delito. Celebra que suponga un avance "necesario y esperado", pero advierte de algunos puntos ciegos: "El anteproyecto está muy centrado en los casos que llegan a denuncia, pero lo que más nos preocupa son las mujeres que no denuncian", explica.

Miedo a denunciar

Las dos letradas explican que muchas madres temen que iniciar un proceso penal complique aún más su situación. Por eso consideran fundamental que la ley especifique, sin ambigüedades, que las madres puedan acceder a asistencia psicológica para sus hijos sin necesidad del consentimiento paterno, incluso sin denuncia previa.

También echan en falta que el texto tenga en cuenta la violencia de segundo orden, aquella ejercida contra el entorno que sostiene a la víctima: "Las amenazas a profesionales, familiares o de personas de apoyo son una manera de aislarla, y deberían reconocerse", asevera Tintoré. 

Para las madres que sospechan estar entrando en una dinámica de violencia vicaria, la recomendación de la psicóloga forense es actuar ante la primera señal. "El progenitor que cuida no maltrata", recuerda la experta. Además, subraya la importancia de que las mujeres prioricen su bienestar emocional y la transmisión de valores a los hijos —respeto, igualdad, límites estables— como una inversión a largo plazo.