Publicada
Actualizada

Cataluña dio un paso adelante en el año 2020 cuando reconoció la violencia obstétrica como una de las formas de la violencia machista en la ley autonómica. Pese al esfuerzo institucional y el reconocimiento de los agentes sociales, las mujeres continúan sufriendo esta lacra durante la gestación, el parto y el posparto, con frases como: "Las mujeres de hoy en día no aguantan nada".

Esa frase, pronunciada por un médico de barba canosa en pleno paritorio del Hospital Vall d’Hebron, quedó grabada para siempre en la memoria de Aurora. Tenía apenas 34 años y había llegado allí para dar a luz a su hija. Actualmente, recuerda esa experiencia como un "verdadero infierno".

Sin medios

En conversación con este medio, recuerda, a sus 65 años, lo que ya le habían advertido. Probablemente, necesitaría una cesárea, pero cuando ingresó por la noche, nadie quiso hacérsela. Su marido sospecha que, simplemente, no había personal capacitado, cuando en realidad había una ausencia en la planificación.

Las horas pasaron mientras ella sufría dolores intensos, hasta que comenzó a tener taquicardias y una fiebre altísima. Solo cuando su marido perdió la paciencia y empezó a exigir atención desesperadamente, alguien revisó su estado. "¿Cómo nadie la ha atendido antes?", escuchó decir a la matrona antes de llevarla de urgencia al paritorio. Iñaki, el padre, no pudo entrar: el parto ya se había convertido en un proceso de riesgo. Le arrebataron ese derecho.

Sin epidural

Mientras esperaba, llegó aquel médico —al parecer un responsable de la sala— y verbalizó esa frase que —admite— aún hoy la enfurece. Sin epidural porque la fiebre ya lo impedía, fueron entre 15 y 16 horas de parto.

La niña nació finalmente —aunque de nalgas—, pero algo no iba bien. Las primeras pruebas mostraron anomalías y tuvo que pasar una semana en la unidad donde suelen ingresar a los prematuros, aunque ella duplicaba en tamaño al resto y pesaba 3,87 kilos. La familia siempre relacionó ese problema con la tardanza en atender el parto. Nadie del equipo médico reconoció ningún error.

Aurora admite que, tras aquella experiencia, en su siguiente embarazo decidió acudir a la sanidad privada. El contraste —dice— fue "divino". Asimismo, afirma que nunca denunció. Se sentía muy débil, le costó mucho recuperarse de ese parto y no tenía las herramientas necesarias para hacer nada al respecto. "Era 1997, no era como ahora, ni teníamos la misma información", comenta.

A raíz de esta presunta negligencia, Aurora arrastra debilitamiento del suelo pélvico que provoca dolores incómodos, perdidas de orina y dolor lumbar. Su actual ginecóloga opina que si el parto hubiese sido menos invasivo, los síntomas, probablemente, serían más leves. 

Un bebé de pocos días de edad coge el dedo de su madre. Europa Press

333 casos

Aurora sufrió las consecuencias de la violencia obstétrica en sus carnes. Una realidad que fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los diferentes organismos internacionales como una forma de hacer sufrir psicológica y físicamente a las mujeres. Este 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se vuelve a clamar por políticas que paren y prevengan estas prácticas abusivas.

En Cataluña, entre 2022 y 2024, hubo un total de 333 reclamaciones por violencia obstétrica o vulneración de derechos sexuales y reproductivas. En concreto, pasaron de 133 a 117 y, finalmente, 83. Un descenso que, apunta la Conselleria de Salud, responde a la mayor sensibilización de los equipos, la implementación del Plan para el abordaje de esta cuestión y mejoras en los circuitos de información y acompañamiento. 

Las áreas con mayor concentración de reclamaciones son en parto y posparto (30, 24 y 26, correspondientes a 2022, 2023 y 2024); seguido por derechos y acompañamiento (38, 6 y 8); reproducción asistida (15, 15 y 11); embarazo y maternidad (6, 16 y 6); mientras que las temáticas relativas a duelo perinatal (4, 3 y 1); y a ITS/ViH y sexualidad (12, 2 y 4) registran los niveles más bajos. 

Quejas formales

Marta Busquets, jurista especializada en violencia obstétrica y presidenta de la asociación Dona Llum, ha recibido a mujeres en su consulta siete años después de haber parido. "Me dicen, aunque haya prescrito, necesito hacer una queja formal para que quede constancia", relata. Desde su ámbito, da cobertura legal a quienes han sufrido la mala praxis en el contexto sanitario. 

El campo legal necesita hechos, pruebas, por lo que el trato psicológico y emocional que se recibe durante esos momentos clave queda relegado a la historia personal de la paciente, pese al daño que luego soporta. "Hay requisitos establecidos, por lo que hay que demostrar, por ejemplo, problemas graves de suelo pélvico, daños o fallecimiento del bebé, pérdida de útero, en todo caso, demostrar que hay una causa directa entre la praxis médica y las secuelas", plantea. 

Prácticas desaconsejadas

La maniobra de Kristeller —cuando se aplica presión en la parte superior del abdomen de la mujer para hacer descender al bebé, a pesar de que no conste evidencia científica sobre su utilidad—, las episiotomías o el uso de fórceps son las técnicas más controvertidas y desaconsejadas. Cuestiones contra las que legisló Portugal en abril de este año en una ley específica, convirtiéndose en un país pionero en materia de violencia obstétrica.

"Es una cuestión delicada, porque al final es una persona que ha parido y ha tenido una mala experiencia. De repente, te encuentras con el suelo pélvico machacado y amamantando a tu hijo, mientras te intentas recuperar del trauma", critica la especialista en género y derechos reproductivos.

Busquets, que ha sido parte del Consell Assessor en Políticas de Género de la Generalitat de Cataluña y miembro del grupo de trabajo para abordar esta problemática, denuncia desde la asociación que hay "un contexto medicalizado" en el que se repiten los errores a la hora de aplicar los protocolos entre los profesionales.  

Violencia ginecobstétrica: "Me llamó guarra"

Es más, la violencia obstétrica no ocurre solo en los paritorios, va más allá. Las consultas de ginecología se convierten también en escenarios hostiles para las mujeres. Falta de atención respetuosa, de información y de toma de decisiones convierten el proceso en algo incómodo para muchas. 

La violencia ginecobstétrica o ginecológica está aún más invisibilizada y es aquella que aborda todo lo que es ginecología, la atención en salud sexual y reproductiva. A.R. fue testimonio de ello: "Me llamó guarra", afirma la paciente que acudió a consulta por una infección de transmisión sexual (ITS). "La promiscuidad tiene esas cosas", sentenció la médico que la atendió. 

En un momento que A.R. describe como absolutamente vulnerable, en el que –asegura– no sabía como actuar debido a que tenía solo 18 años, recibió ese mazazo de la persona que supuestamente debía acompañarla, entenderla y ayudarla. 

A Júlia le pasó algo similar. También en el sector de la ginecología. Subraya que prácticamente tuvo que suplicar para que el doctor la revisara. Al describir los síntomas, el ginecólogo sentenció el diagnóstico sin haber explorado siquiera a la paciente. “Parecía que tenía prisa…, y eso que esperé durante meses para la visita”, asegura. Estos dos últimos casos han sucedido a lo largo de 2025, lo que hace patente que todavía queda camino por recorrer. 

Deberes para Cataluña

Al respecto, Busquets da una serie de recomendaciones para darle la vuelta a esta realidad, centrándose en que es responsabilidad de las políticas públicas acompañar durante el parto y posparto a las personas gestantes. "Primero, hay que cambiar el enfoque medicalizador y entender el parto y posparto como parte de la vida reproductiva de las usuarias y de sus procesos fisiológicos", concreta.

Las mujeres catalanas puntuaron con un 7,95 sobre 10 la atención recibida durante el embarazo, el parto y el posparto en los centros públicos en 2019, señala la Encuesta de Percepción, Experiencia y Satisfacción del CatSalut de 2022. Además, el 20% expresan opiniones negativas sobre el proceso y casi un 40% califica como insuficiente la información recibida.

Más comadronas

Asimismo, tal y como recoge Verificat, Salut certificó que hay una tendencia a la medicalización y el intervencionismo, ya que la tasa de inducción al parto fue del 34%, una cifra que triplica la recomendación de la OMS, mientras que la administración de oxitocina para acelerarlo se aplicó entre el 51% y el 64% de los partos, siendo contraria a los principios del Ministerio de Sanidad y la propia OMS. 

Así, Busquets estima que las ratios de comadrona tendrían que ser 1 a 1, es decir, paciente y especialista. Sin embargo, "no hay relevo generacional" y la atención en el paritorio podría ser deficitaria en un futuro, indica la representante de Dona Llum. "El punto de referencia tendría que ser el centro de atención primaria (CAP), lo comunitario, y que, cuando sea necesario, se derive al hospital", indica. 

Una mujer se somete a una revisión del embarazo CEDIDA

"Partos respetados"

Toma como ejemplo las políticas del Reino Unido, donde hay un despliegue total de los centros de nacimientos, aquellos lugares donde se proporciona diferentes espacios para los nacimientos fisiológicos: "Las peticiones de Dona Llum no son una utopía, ya que funcionan, y tenemos los números y la infraestructura, pero hay que redistribuir". A su vez, plantea que las diferencias geográficas tendrían que minimizarse en Cataluña. 

En todo caso, habla de "partos respetados", un concepto que, independientemente del lugar que elija la gestante, debería ser recogido dentro de su plan de parto y nacimiento. "Tiene que haber unos mínimos, que no dependan de la suerte del profesional que te toque, sino de lo hayas elegido", concluye. 

Noticias relacionadas