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Remedios Sánchez Sánchez, de 68 años, conocida por los Mossos d’Esquadra como la matayayas, cumple una condena de 144 años de prisión por tres asesinatos consumados y cinco tentativas en Barcelona y Mataró.

Los crímenes, cometidos entre junio y julio de 2006, sacudieron a Cataluña por su brutalidad y por el perfil de las víctimas: mujeres mayores y especialmente vulnerables a las que Remedios se ganaba con amabilidad antes de atacarlas para robarles dinero y joyas.

Casi dos décadas después, la historia parece repetirse. Remedios ha vuelto a ser detenida como presunta autora de un nuevo asesinato, esta vez en A Coruña, donde cumple condena en el Centro Penitenciario de Teixeiro.

Los hechos ocurrieron el pasado 3 de octubre, durante un permiso. 

19 años después

La víctima, una mujer nonagenaria vecina de la avenida Monelos, fue hallada sin vida en el baño de su vivienda. En un primer momento, el examen forense no detectó signos de violencia y la Policía Nacional atribuyó la muerte a causas naturales.

Sin embargo, unas grabaciones de videovigilancia situaron a Remedios entrando en el edificio el mismo día del fallecimiento. Ese hallazgo lo cambió todo.

El Juzgado de Instrucción número 6 de A Coruña ordenó suspender el velatorio y practicar nuevas diligencias. El segundo examen forense reveló lesiones compatibles con una muerte violenta por asfixia y varias fracturas costales.

Además, las huellas dactilares de la interna aparecieron dentro del domicilio. Con esas pruebas, la veterana asesina fue detenida el 8 de octubre dentro de la propia prisión.

Prisión de Teixeiro, en La Coruña Google Maps

El bingo de la calle Provenza

Su nombre ya había pasado a la historia criminal de España. En el verano de 2006, la policía catalana llegó a desplegar más de 200 agentes para detenerla tras semanas de pánico en Barcelona.

Tres ancianas habían sido asesinadas con el mismo patrón y otras cinco habían sobrevivido a ataques similares.

La detención la firmó Josep Lluís Trapero, actual director general de la Policía, entonces jefe de la Comisaría General de Investigación Criminal.

La localizaron en un bingo de la calle Provença, junto al paseo de Gràcia, jugando a las tragaperras y gastando el dinero de sus víctimas. En su casa se encontraron joyas, relojes, libretas bancarias y dinero pertenecientes a las fallecidas.

Pepita, Adelaida y María

La primera víctima, Pepita, de 83 años, fue hallada el 10 de junio de 2006 en su piso de la Via Júlia, en Nou Barris. Los Mossos la encontraron boca abajo en el sofá, con múltiples politraumatismos y un tapete de ganchillo enrollado al cuello.

El 28 de junio apareció muerta Adelaida, de 96 años, en la calle Villarroel; y poco después María, de 76, también en Barcelona. Ambas fueron asfixiadas con una toalla húmeda y despojadas de dinero y joyas.

Otras cinco mujeres sufrieron ataques similares, pero lograron sobrevivir y aportar detalles que serían clave en la investigación.

144 años de prisión

Ante este panorama, el tribunal que la juzgó le impuso tres condenas de 19 años de cárcel por cada uno de los asesinatos; 13 años por cuatro delitos de tentativa de asesinato; otros 7 por una quinta tentativa; y 4 años por 7 delitos de robo con violencia, además de dos meses de multa por un hurto.

Durante el juicio, los peritos descartaron que sufriera trastornos mentales. Determinaron que tenía una inteligencia normal y plena conciencia de sus actos, por lo que fue considerada totalmente imputable.

Narcicista y manipuladora

El psicólogo forense Bernat-Noel Tiffon analiza el caso —basándose en hipótesis de trabajo, sin haberla evaluado directamente— y señala que Remedios encajaría en el perfil de los trastornos de personalidad del Cluster B, caracterizados por rasgos narcisistas, histriónicos y antisociales.

“Reme muestra rasgos narcisistas que la llevan a instrumentalizar a su entorno para obtener beneficios económicos o simbólicos. En su fase más patológica, estos rasgos pueden confluir con la psicopatía, lo que implica impulsividad, ausencia de empatía y total falta de control de los impulsos”, explica el experto.

Tiffon subraya que el modus operandi de Remedios era eminentemente manipulador: primero se ganaba la confianza de la víctima, la relajaba emocionalmente y después la reducía físicamente hasta asfixiarla.

“No había vínculo afectivo ni móvil emocional; el único objetivo era el beneficio económico para poder jugar en bingos o casinos”, añade.

Alto riesgo de reincidencia 

El psicólogo considera que el riesgo de reincidencia de Remedios Sánchez “es alto”, especialmente por el carácter azaroso de sus crímenes.

“Cuando las víctimas son elegidas al azar, el patrón criminal tiende a repetirse. En este caso, la motivación no está ligada a un conflicto emocional, sino a un impulso instrumental”, precisa.

Otro de los puntos que Tiffon plantea es la posible instrumentalización del sistema penitenciario. Si la interna participó en programas terapéuticos y mostró buena conducta solo para obtener beneficios, “la rehabilitación sería aparente, no real”.

“En sujetos con rasgos psicopáticos, el aprendizaje conductual puede ser mimético —fingido—, sin verdadera empatía ni remordimiento”, alerta el especialista. 

Falsa reinserción 

De este modo, caso de la ‘matayayas’ reabre el debate sobre los límites del sistema penitenciario y la evaluación del riesgo criminal en perfiles psicopáticos. Su aparente “reinserción” tras casi 20 años de prisión se ha traducido en una nueva víctima y una nueva alarma social.

Remedios Sánchez, que en 2006 simbolizó el horror en Barcelona, vuelve a encarnar ahora el eterno interrogante sobre si todos los criminales pueden reinsertarse o si algunos simplemente aprenden a fingir que lo están.

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