Junkal Yuli, víctima y superviviente de violencia sexual

Junkal Yuli, víctima y superviviente de violencia sexual MSG

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Más allá de las cifras: Junkal Yuli, víctima y superviviente de violencia sexual

La joven ha recordado su historia en el marco del foro 'Feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer', que organiza el Instituto de Seguridad Pública de Cataluña 

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Todas tienen nombres y apellidos. Salen a pasear al perro. Estudian, trabajan. Salen de fiesta con sus amigos, con sus parejas. Tienen una vida más allá de la estadística. Más allá del hecho traumático. Esta es la reivindicación de Junkal Yuli, una joven catalana de 22 años, víctima de violencia sexual.

Su testimonio es su altavoz, y lo utiliza para recordar que “la vergüenza siempre tiene que estar del lado del agresor”.

A cara descubierta 

Frente a más de 300 personas, en el foro Feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer, Junkal narró los episodios en los que ha sido víctima y superviviente de violencia sexual.

Entre ellos, uno especialmente mediático que la llevó a protagonizar un capítulo de la última temporada de Crims en TV3; uno de los más impactantes pues, por primera vez, aparecieron víctimas a cara descubierta para subrayar que no son ellas quienes deben sentir vergüenza.

'Frame' de Junkal Yuli en el episodio de 'Crims' de TV3

'Frame' de Junkal Yuli en el episodio de 'Crims' de TV3 Som3cat

En plena pandemia del coronavirus, un hombre fingió ser repartidor de comida para entrar en portales y abusar de mujeres jóvenes. En apenas 40 días cometió cinco agresiones o intentos.

La unión de las víctimas resultó clave para atraparlo y se convirtió en un precedente para actuaciones y juicios de este tipo. Con las pruebas reunidas, se preparó el juicio en octubre de 2022. Finalmente, en 2023, el falso rider fue condenado a 11 años de prisión y al pago de una indemnización total de 70.000 euros a las víctimas.

“Un entorno hostil”

Junkal explicó que al ir a denunciar se encontró con un entorno muy hostil. Tuvo que hacer cola junto con personas que denunciaban robos de teléfonos móviles o pérdidas de DNI.

“Tenía que verbalizar, rodeada de otras personas, que habían invadido mi intimidad”, explicó. Esa falta de privacidad le provocó rechazo y una sensación de desprotección, como si todas las paredes estuvieran escuchando su relato en un momento en el que no estaba preparada para usar su testimonio como altavoz.

Imagen de recurso de la Unidad de Investigación de los Mossos d'Esquadra

Imagen de recurso de la Unidad de Investigación de los Mossos d'Esquadra Mossos d'Esquadra

Luego la introdujeron en una sala donde siguieron apareciendo personas anónimas que ni tan solo se presentaban. “No sabía con quién estaba hablando. Eso me generaba mucha inseguridad", recordó la joven. 

Asimismo, reflexionaba sobre los espacios: "Sé que son muy difíciles de cambiar, pero son incómodos para las víctimas que tienen que contar algo que provoca tanta vergüenza y miedo a partes iguales”.

Reconstruir la confianza

La situación mejoró cuando conoció a Álex, la fiscal del caso, y cuando el juzgado hizo un llamamiento para que empezara a atenderla el Grupo de Atención a la Víctima (GAV) de los Mossos d’Esquadra.

A partir de ese momento todo cambió. Pudo poner nombre y apellidos a las personas que la iban a acompañar durante todo el proceso, todavía en fase de instrucción y muchos meses antes del juicio.

Le informaban con detalle de todo: declaraciones, ruedas de reconocimiento, interrogatorios, recursos. De una forma pedagógica, Junkal pudo ser partícipe del proceso y revertir esa sensación inicial de desprecio y de sentirse una cifra más. “Todas las víctimas tienen vida, tienen nombre y tienen algo más allá que un episodio traumático”, insistió. 

Después de todo este recorrido, la joven logró reconciliarse con la justicia. El juicio terminó con una condena para su agresor, ya en prisión de forma permanente para cumplir una pena en firme.
Han pasado dos años desde que empezó su pesadilla judicial y, poco a poco, Junkal ha ido cogiendo fuerzas y valentía para convertirse en altavoz de otras mujeres que se encuentran en situaciones similares.

Animar a otras víctimas

En su intervención no solo hizo una crítica constructiva a los cuerpos policiales para que adapten los entornos a las denunciantes. También animó a otras mujeres a denunciar.
“Vale la pena intentarlo, vale la pena dejar constancia de ello y vale la pena dejar en manos de los Mossos d’Esquadra y de la justicia catalana la investigación que termine con el encarcelamiento de estos agresores sexuales”, explicó.

Es consciente de que no todos los casos se resuelven con éxito, aunque sí la mayoría. Pero insiste en que denunciar es el primer paso para frenar la impunidad.

El acompañamiento, esencial

Junkal destacó que ha sido esencial el acompañamiento del Grupo de Atención a las Víctimas de los Mossos d’Esquadra antes, durante y después del juicio.

Ahora explica que ya no se encuentra bajo terapia psicológica ni psiquiátrica, pero que todas esas herramientas han sido necesarias para poder superar una situación tan traumática.

Cartel de la UCAS de Mossos d'Esquadra

Cartel de la UCAS de Mossos d'Esquadra

En este sentido, la sargento Andrea García, miembro de la Unidad Central de Atención a las Víctimas, recuerda que es esencial ese trabajo de acompañamiento para que las víctimas no se sientan solas en ningún momento.

Igual que Junkal, la sargento García anima a las mujeres a denunciar y a depositar su confianza en los cuerpos policiales. Aunque reconoce que no se pueden tener certezas completas de que el caso se resuelva con éxito —que para ellas sería con una condena de prisión—, insiste en la importancia de esas investigaciones y de dejarse ayudar.

Una cicatriz que impulsa

Junkal admite que todavía hoy no hay ni un solo día en el que no piense en su episodio. Ese recuerdo, ahora poco a poco más cicatrizado, es lo que le impulsa a levantar su voz delante de salas como la de este jueves, donde más de 300 personas escuchaban su relato.

Es también lo que la llevó a salir a la luz y protagonizar un episodio del programa Crims. Con su voz, no solo se empodera ella, sino que pretende empoderar a otras mujeres para que el infierno que se vive después de una agresión sea más llevadero y, sobre todo, para que tengan la sensación de que denunciar vale la pena.