Eugenia Huguet, propietaria de Mas Generós, en el jardín de la propiedad Cedida por Mas Generós
Eugenia Huguet, propietaria de Mas Generós: "El jardín es el motor de todo el proyecto"
Esta empresaria es el alma mater de este alojamiento rural donde todo gira en torno a un jardín gastronómico y en el que la cultura impregna cada rincón
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A la salida de la pequeña localidad medieval de Fonteta, en la comarca del Baix Empordà, se encuentra Mas Generós, un refugio de paz y bienestar pensado para compartir experiencias. Un espacio generoso, de ahí su nombre, del que Eugenia Huguet Ramia es la propietaria y artífice.
Un proyecto sinfónico donde todo gira y todo encaja en torno a la naturaleza y su historia se reescribe en busca de una geografía propia.
“Siempre digo que Mas Generós es en realidad un jardín que tiene hotel y restaurante”, explica a Mujeres en Crónica. Así es. Basta con traspasar los muros de esta antigua masía del siglo XVII para percibir que la hermosa naturaleza no es un mero decorado, sino la esencia misma de su identidad.
Un proyecto de vida
Aunque el proyecto comenzó a materializarse en 2013, en realidad la idea ya germinaba en su mente hace tiempo. Filóloga de formación, se dedicó durante años a la enseñanza como profesora de lengua y literatura, compaginando las clases en una escuela de secundaria con la dirección del jardín de infancia fundado por su madre.
Lo recuerda como una etapa muy enriquecedora en la que aprendió muchísimo. Confiesa, además, que es muy curiosa, con muchos hobbies y que cuando algo le interesa no se queda en la superficie, llega hasta el fondo.
A lo largo de su vida se ha interesado por la comida saludable, por el yoga, la meditación, por la jardinería y el interiorismo. Le apasiona la música –toca el piano desde pequeñita– y, por supuesto, el arte y la literatura. Hasta aprendió griego moderno porque le encanta Grecia. La gente la tildaba de “mariposilla” porque iba de flor en flor, de tema en tema, absorbiendo todo.
Eugenia Huguet en el corral de las instalaciones Cortesía Mas Generós
Los hilos de un extraordinario tapiz
Su experiencia en la gestión de la escuela materna la aplicó más tarde en el hotel que su familia abrió en Barcelona. “Yo no sabía nada de hospitality, nada de hoteles, pero lo afronté como una afición más y también llegué hasta el fondo. Ahí me di cuenta que la hospitalidad me gustaba mucho. Siempre he sido muy anfitriona, me encanta que venga gente a casa, me gusta acoger”.
Poco a poco, sin apenas darse cuenta, los numerosos intereses acumulados a lo largo de su vida fueron convergiendo hacia un solo propósito que le daba sentido a todo. “Un buen día me di cuenta de que lo que me apetecía de verdad era abrir un hotel en el Empordà”, un territorio al que se siente muy arraigada.
“Pensé que si abría un hotel boutique o una casa rural podría hacer todas esas cosas que me
gustan: el yoga, conciertos de música, talleres literarios, exposiciones de arte, ofrecer comida saludable. Ahí sí que sentí el ¡eureka!, por eso me he pasado la vida aprendiendo una serie de cosas, de disciplinas, todos esos hilos de mi vida que ahora recojo y de los que sale Mas Generós”.
Amor a primera vista
Había que encontrar el lugar donde darle forma. “Me puse a buscar y, fíjate, fue la primera masía que vi, ¡la primera! Hay veces que te pasas años buscando y además yo ponía una serie de condiciones. Los huertos eran fundamentales y quería una casa cerca de un pueblo, pero no dentro. Siempre pensaba en la primera o la última: Mas Generós es la primera casa de Fonteta viniendo de La Bisbal”. Ni siquiera le importó que la propiedad estuviera en ruinas.
Recuerda perfectamente que se la enseñaron una tarde de septiembre. “La casa era terrible, estaba abandonada, vandalizada (...) Esa misma tarde me acerqué hacia lo que ahora es el jardín, y allí estaba esa higuera de coll de dama, una especie de higo buenísimo. Cogí uno y lo comí. Sentí que había hecho un pacto con el genius loci, el genio del lugar, y que lo había sellado al comer ese higo”. Sabía que era una locura, que la inversión sería enorme y que debía pensarlo muy bien. Pero también supo desde el minuto uno que quería construir su proyecto justo en este lugar. “Fue amor a primera vista”.
Eugenia Huguet en el jardín Cortesía Mas Generós
Una blue zone en el Empordà
Eugenia quería preservar la energía que la había cautivado y eso pasaba por mantener la estructura del edificio y sus materiales originales. Empezó a investigar y descubrió que en origen la masía se llamaba Cal Rajoler y que durante generaciones había pertenecido a la misma familia. También que elaboraban sus propios productos, de los que vendían una pequeña parte; que tenían animales, huerta, viña y una pequeña producción de cerámica.
Era un núcleo prácticamente autónomo. “Eso me gustó, que fuera una casa que sobrevivía por sí misma”. Pensó que debía perpetuar esa idea de “pequeño universo”, aunque ahora tuviera otra finalidad. Sería “un lugar sanador, de belleza, de cuidar a las personas”, un poco en sintonía con la “rama griega” que tiene la propia Eugenia.
“Había conocido las blue zones durante los muchos años que fui a estudiar griego a la isla de Icaria, una de las blue zones, al igual que Okinawa en Japón o Cerdeña. Lugares donde convergen una serie de circunstancias que hacen que la gente viva muchos años y con buena salud”. Y estas circunstancias comunes son el ejercicio físico en parques o jardines, las relaciones sociales, un contacto cercano con la cultura y una alimentación saludable. Esa era la idea que quería trasladar a Mas Generós, un lugar que ofrecía todas esas cosas.
Gala, Mercè Rodoreda, Joan Manuel Serrat, Colette…
Conservó todo lo que pudo, como las maravillosas bóvedas catalanas de medio punto del piso inferior o las dimensiones originales de las habitaciones. Todas eran distintas, tal y como habían sido en la antigua masía y se permitió el placer de decorarlas a su gusto. “Cada habitación tiene su atmósfera y a eso me ayudó mucho atribuir a cada una de ellas una personalidad”. Las decoró y bautizó inspirándose en todas y cada una de las pasiones que la habían llevado hasta aquí. Así, puedes alojarte en habitaciones que rinden tributo a la literatura, como en la Mercè Rodoreda, Colette, Virginia Wolf o Elisabeth von Arnin; a la música en la Joan Manuel Serrat o Leonard Cohen o al arte en una preciosa suite llamada Gala.
Una habitación del hotel Cortesía Mas Generós
Un jardín comestible cocinado por Iolanda Bustos, la chef de las flores
Pero “el jardín es el motor de todo el proyecto. Ahora siempre digo que Mas Generós es en realidad un jardín que tiene hotel y restaurante. Es lo que da realmente sentido a todo”. Sobre todo desde que logró encajar en el proyecto gastronómico a Iolanda Bustos, la exquisita chef de las flores. Desde entonces todo comenzó a fluir. “Con Iolanda fue amor a primera vista (...) El día que visitó Mas Generós por primera vez me dijo: Eugenia, has creado un jardín comestible”. Comestible, sostenible, diverso y respetuoso con la tierra que lo acoge.
La chef ampurdanesa es desde 2023 la directora gastronómica del restaurante. Además, imparte talleres y organiza catas con productos autóctonos. No son las únicas experiencias que se pueden disfrutar aquí. Clases de yoga, encuentros literarios o presentaciones de libros, charlas o veladas musicales como la Schubertíada, que celebrará en sus jardines el próximo 26 de septiembre.
Centro de Interpretación de las Flores
Eugenia ha convertido esta antigua propiedad en “un espacio transformador” para disfrutar en comunidad. Es precisamente eso lo que hace tan fascinante este lugar tan personal. Mas Generós es un proyecto vivo, muy vivo. “Ahora estoy muy enfocada en el carácter sanador del lugar. Pienso que en el mundo en que vivimos necesitamos lugares de paz, de calma, de cuidados”. Y una forma de vehicular todo esto sería a través del Centro de Interpretación de las Flores, un proyecto imaginado por Iolanda Bustos que les gustaría establecer, aquí, en Fonteta.
“Querríamos un espacio físico para hacer congresos, encuentros internacionales, exposiciones, talleres, experiencias con la flor desde todos los aspectos que las flores pueden ofrecer, como terapias, arte, gastronomía. La flor lo tiene todo, conecta con todo aquello que se te pueda ocurrir”. De momento el proyecto está “un poco parado” a causa de la rígida normativa. Ellas son optimistas. Iolanda siempre me dice: “El Centro de Interpretación de la Flor existe. Somos nosotras, es este lugar”.