Tetiana Klymchuk, en archivo

Tetiana Klymchuk, en archivo Cedida

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Tetiana Klymchuk, experta en inteligencia artificial: “La IA no tolera métodos de gestión tradicionales. O eres ágil, o te quedas fuera”

Profesora en la Universidad Internacional de Cataluña, Klymchuk cofundó Somia Solutions, una startup de IA que tiene como misión democratizar el acceso a la inteligencia artificial para las pymes

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Tetiana Klymchuk se crió en un pueblo muy pequeño en el centro de Ucrania, en una familia de pianistas. Ser matemática no era su sueño de infancia, más bien algo casi imposible —”entrar en la Universidad Nacional de Kiev, donde se enseña matemáticas desde 1836, era un reto descomunal”— pero tuvo la suerte de que, justo al finalizar el instituto, se introdujeron en su país unas pruebas de acceso a la universidad unificadas, y sacó la mejor nota de toda su comarca en matemáticas y física.

“Así se me abrió la puerta de una de las mejores universidades del Este de Europa, famosa por formar a medallistas Fields y grandes investigadores”, recuerda Klymchuk, que actualmente es profesora del Grado en Data Science de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) y es una de las especialistas en inteligencia artificial más respetadas de nuestro país.

“Las matemáticas, las de verdad, no tienen mucho que ver con los números. No somos calculadoras humanas. Trabajamos con objetos abstractos, en espacios que no se pueden visualizar, donde las dimensiones no son tres, sino infinitas. Y hay que aprender a imaginar eso”, explica.

“Pero no solo por diversión: nuestro mundo real es complejo, multidimensional, y cada proceso depende de millones de factores interrelacionados. Las matemáticas son la única manera de modelar esa complejidad. La inteligencia artificial, por ejemplo, avanza gracias a nuevas representaciones matemáticas que hacen posible procesar más información en menos espacio. Eso es lo que hace que tu móvil funcione tan rápido. La IA, en esencia, es pura matemática”, añade.

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En 2010, cuando empezó a estudiar la carrera de matemáticas en Kiev, “la IA era apenas un rumor”, pero la tasa de empleabilidad en su facultad ya era del 100%. “A pesar de lo que la gente cree, estudiar matemáticas abría muchas puertas: seguros, contabilidad, programación, investigación… Yo, desde el principio, me enfoqué en la parte investigadora”.

Fiel a sus principios, Klymchuk acabó doctorándose en Matemáticas y Física, primero por la Universidad Nacional de Kiev, y más tarde por la UPC, en Barcelona, donde llegó en 2016 con una beca AGAUR. Tres años más tarde, tras defender su tesis, le pusieron sobre la mesa una propuesta difícil de rechazar: crear desde cero un departamento de inteligencia artificial dentro de una consultora tecnológica.

“Sabía que era el momento de unirse a algo nuevo, y visto con perspectiva, fue la decisión correcta”, explica la experta, que durante cinco años trabajó para la consultora Basetis, ubicada en La Pedrera, enfocada en la implementación de casos reales de IA para clientes muy diversos.

“Empezamos siendo un pequeño grupo y, cuando me fui, ya éramos casi treinta especialistas en inteligencia artificial. Fue allí donde conocí a mi socio, Albert Puntí, programador, y donde empezó a tomar forma la idea de lo que hoy es Somia”, comenta la investigadora y emprendedora.

Fundada en 2024, Somia Solutions nació con la idea de hacer una IA accesible para todos, especialmente para pequeñas y medianas empresas que por falta de recursos no podían competir con las grandes. Así que desarrollaron una plataforma que permitiera a las empresas crear su propia IA con agentes inteligentes.

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“Disponemos de soluciones predefinidas para sectores como la prevención de riesgos laborales o la arquitectura. Ofrecemos acceso a los modelos más avanzados, la posibilidad de entrenar con datos propios de forma segura, y todo ello con las últimas garantías en IA Ética y Responsable”, detalla.

“Por ejemplo: si una empresa necesita generar informes a partir de múltiples fuentes internas (excels, PDFs, correos, documentos…), su plataforma puede extraer, estructurar y analizar esa información y, si hace falta, incluso redactar y enviar un email con las conclusiones. Y esto es solo una pequeña parte de lo que hacemos”, añade. Actualmente, Somia Solutions trabaja con empresas como Acciona, COAC o Geseme, entre otras.

“La IA no podía seguir siendo un privilegio para unos pocos. La IA tenía que ser como ese “becario ideal” que todos desearíamos tener a nuestro lado: alguien que aprende contigo, que te quita el trabajo repetitivo, que te libera para que tú te centres en lo que de verdad sabes hacer. Añadir el valor humano, la experiencia, la creatividad. Esa fue nuestra visión desde el principio”, insiste.

De hecho, el nombre “Somia” se le ocurrió a Puntí tomando como inspiración el nombre de una pastilla, “soma”, que tomaban los ciudadanos de la novela Un mundo feliz, de Aldous Huxley, para sentirse bien. “Somia es una especie de guiño a eso: una nueva “pastilla” para el bienestar, pero esta vez basada en IA”, aclara la investigadora. Aunque a ella, Somia le recuerda más a “somiar”, soñar en catalán. “Porque para mí es eso: el sueño hecho realidad. El mío, y el de muchas personas que creen que la IA debería ser accesible para todos”.

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No es una opción

Klymchuk tiene muy claro que “absolutamente todas las empresas, sin excepción”, tendrán que pasar por la inteligencia artificial. “No es una opción. Es como internet en los años 2000: si no entras, desapareces. Y cuanto antes lo hagas, mayor ventaja competitiva podrás aprovechar”, explica.
“Ahora bien”, puntualiza, “el ritmo de desarrollo de la IA es… inhumano. Llevamos solo dos años desde que apareció ChatGPT, pero parece que han pasado diez. Cada semana surgen miles de startups, nuevas herramientas, nuevas promesas. Esto genera mucha saturación, mucha confusión y, sobre todo, muchísimos errores de implementación”.

“Veo a muchas empresas paralizadas por el miedo o por expectativas irreales. Quieren un caso de éxito garantizado, un “proyecto cerrado” y sin riesgo. Pero eso, en IA, no existe. Aún no”, añade. “Estamos construyendo sobre terreno que cambia cada día. Pretender certezas absolutas es como querer construir un rascacielos sobre una duna”.

Según Klymchuk, lo que toca ahora es experimentar. No en grandes megaproyectos imposibles de gestionar, sino en pruebas de valor: rápidas, acotadas, con impacto medible. “Y si no funciona, se aprende y se prueba otra. Y otra. Y otra. La IA no tolera métodos de gestión tradicionales, pesados, burocráticos. O eres ágil, o te quedas fuera”.

Su consejo para las empresas españolas es sencillo pero contundente: “primero: no esperéis a tenerlo todo claro para empezar. Porque eso no va a pasar. La claridad vendrá con la práctica”, insiste.
Segundo: “Rodeaos de equipos que entiendan lo técnico, pero también lo estratégico. Invertid en formación, sí, pero sobre todo en mentalidad: en aceptar que vamos a fallar, corregir rápido, y seguir avanzando”.

Y, tercero: “dejad de buscar la solución perfecta con IA como si fuera un electrodoméstico que compras y ya. La inteligencia artificial no se compra, se construye. Se adapta. Se entrena. Se mejora. Y eso solo lo puede hacer quien se atreve a empezar”.

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Para lo que Klymchuk no tiene solución a corto plazo es para atajar la diferencia abismal con los países que llevan la delantera en IA, como Estados Unidos o Israel. “El salario medio en inteligencia artificial en España ronda los 30.000 o 40.000 euros al año. En Estados Unidos, estamos hablando de 150.000 a 200.000 dólares. Algunos puestos senior en OpenAI o Meta superan el millón anual… Literalmente. En España, eso es ciencia ficción. Aquí solo puedes permitirte trabajar en IA después de haber ganado dinero fuera. Y eso es una desventaja brutal. Y, sinceramente, no tengo ni idea de cómo resolverla a corto plazo”, admite.

China, por su parte, está invirtiendo cantidades astronómicas en investigación en IA. “No discuten si deben hacerlo, simplemente lo hacen. Pagan, apuestan, empujan. Y eso se nota. Basta con ver un gráfico de inversión global en IA para entender cómo está el tablero”, comenta.

“Ahora mismo estamos viviendo una auténtica guerra por el talento en IA. Y sí, me consuela saber que en Cataluña aún conservamos gente muy buena. Que todavía creemos que podemos aportar desde aquí, y que hay empresas que prefieren trabajar con nosotros, con talento local, en lugar de externalizar todo a Silicon Valley o a Shenzhen. Pero hay que espabilar”, constata. “Porque la diferencia ya no es solo económica. Es estratégica. Y el que se duerma… se queda fuera”.