Txell Playà, abogada laboralista y miembro de la Asociación ALBA

Txell Playà, abogada laboralista y miembro de la Asociación ALBA SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

Vida

Txell Playà, catalana con albinismo: "Puedes abrazar tus diferencias y convertirlas en ventajas"

Abogada de profesión, medallista en Europeos y Mundiales de atletismo, y miembro de la Asociación ALBA, recibe a Crónica Global en el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo para hablar sobre su infancia, su presente y su futuro

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De ser estudiante, a ser abogada. De correr en las pistas del Club Muntanyenc de Sant Cugat, a ser medallista en Europeos y Mundiales de atletismo. De ser amante de los perros, a vivir con dos en su piso de L'Hospitalet. De ser una niña que no podía exponerse al sol, a una mujer que ha hecho de su forma de estar en el mundo algo con estilo.

Hoy, 13 de junio, es el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo. Un día señalado para la comunidad albina y para Txell Playà (Sant Cugat del Vallès, 1998), quien ha recibido en su hogar a Crónica Global

Pero Playà es mucho más que una joven con albinismo. Es una persona que ha crecido de una forma no convencional, con varios obstáculos y muchas soluciones. No hace falta revestir su historia de lecciones. Basta con escucharla para entender hasta dónde ha llegado y hacia dónde puede seguir yendo.

¿Cómo le gusta definirte?
Soy abogada, artista, amante de los perros. Creo que eso me define un poco. Tanto como nos pueden definir tres palabras a todos.
Como abogada, ¿cómo es su día a día?

Ejerzo como abogada laboralista desde hace varios años. Concretamente, estoy especializada en derecho laboral. Junto a mis compañeros, ayudamos y asesoramos a empresas y trabajadores en todas las materias relacionadas.

Hago básicamente todo lo que esperas de un abogado: dar consejos, aportar soluciones, ir a juicios, preparar temas… todo lo que sería estándar y típico que te imaginas. No tanto como en las pelis, pero sigue siendo muy divertido.

Txell Playà, durante la entrevista

Txell Playà, durante la entrevista SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Está contenta con el trabajo?
Llevo ya más de tres años en la firma donde estoy ahora. Y muy contenta. El laboral es muy divertido, tenemos la oportunidad de ver un poco de todo.
El derecho es una carrera muy adaptable en el sentido de la discapacidad. El temario se puede adaptar de manera muy sencilla. Es mucha teoría: no es que haya que dictar fórmulas ni nada de eso.
¿En qué sentido es accesible el derecho al tema de la discapacidad?

El derecho trata con libros y temarios muy largos. En mi caso, durante la carrera, parte de las asignaturas las estudié con audio. Hay programas de reconocimiento de imagen, o aplicaciones dentro del propio sistema Apple o Microsoft, que te permiten leer documentos en voz alta, grabarlos. Y así puedes escuchar el temario y estudiarlo.

También lo hace muy accesible el uso de Zoom durante los exámenes, o disponer de libros online. Además, las carreras de letras siempre han sido más adaptables en este sentido.

¿Y qué herramientas utiliza actualmente como abogada?

Por ejemplo, tengo una lupa electrónica cedida por la ONCE, que puedo utilizar en juicios para revisar documentos. Incluso hay abogados de avanzada edad que a veces aparecen con la lupa de Sherlock Holmes, como digo yo.

Hay documentos escaneados, o documentos Excel de muchas páginas, que representan una dificultad para todo el mundo, y yo voy incluso más preparada. Además, desde la Asociación ALBA también tenemos programas de cesión de equipos, como los de Bemyvega, que facilitan el acceso a herramientas tecnológicas adaptadas.

Esa es la ventaja del derecho: puedes prever los obstáculos y preparar las herramientas que vas a necesitar.

¿Cómo fue su infancia?

Pasé prácticamente toda mi infancia en Bellaterra, al lado de mis abuelos. Tenerlos cerca fue una gran ayuda. Mi madre es pedagoga y psicóloga, y eso fue clave. Nada más verme, ya intuyó que pasaba algo.

Fui la primera niña con albinismo que nació en el Hospital General de Cataluña, en Sant Cugat. Al nacer, me apartaban de la ventana para que no me diera el sol. Mi madre se asustó, claro.

Pero tuvo el acierto de llevarme a la ONCE cuando yo tenía apenas seis meses. Allí, nos ofrecieron muchos recursos desde el primer momento. Herramientas pedagógicas y de desarrollo que no todo el mundo tiene. Siempre digo que es un referente mundial en la gestión de la discapacidad visual.

¿Recuerda el momento en que tomó conciencia de tener albinismo?

Para mí, siempre ha sido algo muy presente. Siempre he tenido recuerdos de la playa, de la crema solar… De pequeña no podía decidir si quería o no ir a la playa. Pero siendo adulta, ya puedo gestionar mejor esas cosas.

Eso sí, hay momentos puntuales que te hacen darte cuenta de tus limitaciones. Por ejemplo, jugando de pequeña, cuando todos decían qué coche tendrían de mayores, yo pensé: “Ostras, es que yo no podré conducir nunca”.

Era un juego, el típico de decir si tendrías un Ferrari o cuántos hijos. Y yo pensaba: no podré conducir. Recuerdo llorar por eso. Fue un pequeño duelo.

Txell Playà, en la playa, durante su infancia

Txell Playà, en la playa, durante su infancia Cedida

¿Cómo vivió ese duelo?

Soy una persona que reflexiona mucho. Creo que he asumido mi discapacidad de forma temprana. El albinismo tiene un factor visual muy evidente, que te obliga a afrontarlo desde pequeña. Recuerdo que tenía que explicar a otros niños por qué yo no iba al patio o por qué tenía el pelo blanco.

Hay cosas que te obligan a asumir. A aceptar que puedes pedir ayuda, que no hace falta dar siempre explicaciones, o que puedes no ver bien pero sí encontrar otras formas de hacer las cosas. Y, aun así, hay momentos en los que te das cuenta de que no lo tienes todo asumido.

¿Por ejemplo?
Una vez, a los 18 años, me quedé tirada en la Avenida Meridiana de Barcelona. No tenía datos móviles. No podía ver si los taxis estaban libres y no conocía bien la zona. Me sentí totalmente perdida. Pero tres meses después, me fui sola a Noruega. La resiliencia es eso: caerse y volver a levantarse.
Otro aspecto importante en su vida ha sido el del atletismo. ¿Cómo empezó su vínculo con el deporte?

De pequeña, era más complicado encontrar campamentos donde estuvieran dispuestos a acogerme, teniendo en cuenta la necesidad de protegerme del sol y ponerme crema. Y en los deportes con pelota, directamente no veía bien el balón.

Un día, a los siete u ocho años, vi por la tele a unos chicos haciendo salto de longitud. Me giré y le dije a mi madre: “Mamá, yo quiero hacer eso”. Ella se informó y encontró un grupo vinculado a la ONCE que estaba adaptado para niños y niñas con discapacidad visual.

Txell Playà, haciendo salto de longitud en su infancia

Txell Playà, haciendo salto de longitud en su infancia Cedida

¿Cómo recuerda las competiciones?

He participado en muchas: en campeonatos del mundo júnior, Juegos Paralímpicos de la juventud —que vienen a ser como un Europeo por categorías—, Europeos absolutos, Mundiales absolutos, Campeonatos de España, mítines internacionales…

En los Mundiales, estuve en Polonia y en Dubai. El Mundial absoluto tuvo mucha tensión, y mucha preparación previa. Sabes que te juegas mucho. Pero al final, todo ese esfuerzo lo haces por un objetivo.

¿Soñaba con los Juegos Paralímpicos?

Siempre los tuve en el horizonte. Pero en mi caso, con el tema del Covid, se truncó un poco. Aun así, aprendí cosas que pocas experiencias te dan cuando eres tan joven.

Empiezas pasándotelo bien con tus amigos, luego compites, te sigues divirtiendo, pero también hay lesiones, jet lag, la comida, el cansancio…

Me quedo con la gente que conocí, los lugares que vi y todo lo que aprendí. Además, el atletismo paralímpico tiene un componente de trabajo en equipo que no siempre se encuentra en el atletismo convencional.

¿Y por qué decidió dejarlo?

Fue hace algunos años. Fue una decisión progresiva, muy natural. Después de no haber sido seleccionada para los Juegos Paralímpicos de 2020 —que al final fueron en 2021—, perdí la beca que tenía. Y entre los estudios y trabajar, la vida me llevó por otro camino.

La abogacía me tiró mucho, y empecé a trabajar a jornada completa. Entonces la relación con el deporte cambió. Ahora tengo más libertad para hacer otros deportes sin la presión de tener que protegerme tanto o evitar cualquier pequeño riesgo. Cuando eres atleta de élite, no puedes permitirte hacer ciertas locuras un sábado.

Txell Playà, durante la entrevista

Txell Playà, durante la entrevista SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Fue difícil asumir ese cambio de etapa?

Para nada. Mi carrera profesional y mis estudios siempre fueron una prioridad. Coincidió que no fui seleccionada, que empecé las prácticas como abogada y que ya no tenía el tiempo ni el entorno para mantener ese ritmo.

Hubo una época en que solo podía entrenar los fines de semana. Luego ya volví a vivir en Barcelona, tenía a mis perros, otros horarios… Era un sacrificio que ya no quería hacer. No era el momento para seguir.

¿Sigue vinculada al atletismo de alguna manera?

Sí, aunque ya no compita. Sigo a mis compañeros en las redes sociales, me alegra ver cómo les va y les felicito cuando ganan. Hay gente con muchísimo nivel. Algunas personas con albinismo han sido y son grandísimas atletas, con múltiples medallas paralímpicas. Siempre tengo un ojo puesto en sus éxitos.

¿Cómo fue su primer contacto con la Asociación ALBA?

Descubrimos a ALBA en sus inicios. Yo era muy pequeña: la asociación se fundó en 2005, y yo nací en 1998, así que fue casi a la par. Primero, conocimos a la presidenta, Mónica Puerto.

Los padres con bebés con albinismo encontraban en ALBA a otros niños mayores con una vida completamente normal. Eso les daba esperanza. También les ofrecía comunidad. Y para los propios niños, ver a otros como ellos era algo muy poderoso.

Txell Playà, durante la entrevista

Txell Playà, durante la entrevista SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Qué diferencia hay entre lo que ofrece la ONCE y lo que ofrece ALBA?

La ONCE tiene una gran capacidad de ayudas, pero solo pueden acceder personas que tienen menos de un 10% de visión. En cambio, el albinismo abarca un espectro muy amplio de discapacidad visual, desde un 3% hasta un 70%, dependiendo de factores genéticos.

Por eso, ALBA cubre un hueco que no cubre la ONCE. Además, aborda cuestiones específicas como la piel, la oftalmología especializada, la protección solar… y da ese sentido de comunidad y representación tan necesario.

¿Qué supone ALBA para usted a nivel social?

Conozco gente desde pequeña gracias a la asociación. Antes no podía ir cada año a las jornadas, pero cuando tuve más independencia, empecé a ir más a menudo. Ahí haces amistades y te reencuentras. El año pasado, por ejemplo, un grupo de entre 20 y 30 años nos fuimos a Valencia unos días.

También fui a esquiar con otros chicos y chicas de la asociación. Una vez, me liaron para una mesa redonda y acabé llorando delante de cien personas, por la emoción. Fue muy impactante. El factor social es muy importante, y hay una comunidad muy viva. Incluso gente sin albinismo, pero con familiares con albinismo, se integran como parte del grupo.

Txell Playà, junto a tres amigos suyos en Valencia

Txell Playà, junto a tres amigos suyos en Valencia Cedida

¿Qué papel ha jugado el científico Lluís Montoliu en su vida y en la asociación?
Lo conozco desde que iba a la guardería. Me hizo los análisis genéticos como parte de su investigación. Me ha ayudado muchísimo a entender la parte científica del albinismo. Para mí, que soy de letras, su acompañamiento ha sido clave.
Es una eminencia. No solo por lo que ha descubierto, sino por la visibilidad que ha dado a esta condición. Su implicación y su disposición para resolver dudas son inestimables.
¿Cómo incide el albinismo en su vida actualmente?

Lo gestiono como puedo. Debería ponerme crema, pero no me pongo tanta como debería. Mi solución es ir tapada, no salir a las horas de sol, ir por la sombra. Siempre llevo gorra, tengo como seis o siete. También cuatro gafas de sol: unas más bonitas, otras más prácticas.

Tengo unas gafas bonitas para fotos y unas deportivas, que son más envolventes y me resultan más cómodas. No son muy profesionales, pero me da igual. Si se me tiene que ver, que se me vea.

Las gafas que uso para ver tienen lupa y filtro que se oscurece con la luz. Eso me ayuda mucho. Si no llevo gafas, directamente no veo. Y la gorra también es importante por los reflejos.

Txell Playà, en L'Hospitalet

Txell Playà, en L'Hospitalet SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Cree que usted y otras personas con albinismo están más preparados en términos psicológicos que otra gente de sus edades?

Sí. Lo he comentado con amigos. No sé si porque no vemos tanto, miramos más. Prestamos más atención. Y muchas personas con albinismo que conozco tienen carreras, másteres… Es curioso. No sé si es un mecanismo de defensa, pero sí hay introspección.

También puede influir el entorno familiar. En mi caso, mi madre es pedagoga y psicóloga, y eso se nota. He tenido muchas herramientas que quizá no todo el mundo tiene.

¿Qué es lo que más le gusta de sus diferencias?
Mi pelo, por ejemplo. Hay gente que se decolora el pelo para tenerlo blanco, y yo lo tengo de forma natural. Pero también ha habido gente que ha sufrido bullying por tener el pelo claro o no broncearse.
A mí me ha afectado más la parte visual. No puedes presumir por tener adaptaciones, pero sí abrazar tus diferencias y convertirlas en ventajas. Es un proceso.
Txell Playà, en L'Hospitalet

Txell Playà, en L'Hospitalet SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Qué es lo que más le gusta de usted como persona?
Me gusta mi capacidad para cambiar, para valorar nueva información y evolucionar. No quedarme encallada. Eso me ha ayudado en los estudios, en el trabajo y en la vida. Aceptar errores y decidir otro camino. No ser inamovible es algo que aprecio mucho de mí misma.
¿Cómo se ve dentro de diez años?
Es difícil de decir. Me veo trabajando, aprendiendo, con animales seguro. Espero que con los que tengo ahora. Me veo implicada con el mundo del albinismo, cambiada, enriquecida. Y haciendo lo que me gusta: pintar, estar con mis amigos, estudiar… Espero seguir disfrutando de lo que me hace feliz.

Txell Playà, en L'Hospitalet

Txell Playà, en L'Hospitalet SIMÓN SÁNCHEZ Barcelona

¿Le gustaría lanzar un mensaje a las nuevas generaciones de albinos?

Ver a un niño pequeño con albinismo toca una parte muy tierna, porque te reconoces. Y si nos está leyendo alguna familia con un niño con albinismo, les diría que lo más importante es tener recursos, comunidad, saber que no están solos.

Les animaría a buscar la Asociación ALBA en internet, y enviarnos un mensaje. Las jornadas son una experiencia brutal. Tengo mucha curiosidad por saber dónde estaremos de aquí a diez años.