Una broma común entre los integrantes de Effetá es autodenominarse secta. Lo hacen para reírse de aquellos que así les consideran; y es que el secretismo que mantiene la organización acerca de sus actividades y los fuertes vínculos de comunidad que se forjan en los grupos de cada parroquia han abierto dudas sobre el encaje en esta definición.
“El mayor peligro está en la falta de reflexión, la espiritualidad requiere de tiempo”, advierte el psicólogo experto en sectas Miguel Perlado en una conversación con Crónica Global sobre este formato de retiro con el que ya se han evangelizado miles de jóvenes en Cataluña y España.
No pone la etiqueta, pero sí insiste en la “peligrosa” rapidez con la que algunos se convierten al catolicismo o radicalizan su identidad religiosa tras pasar por los fines de semana de Effetá.
En este sentido, define la experiencia de Effetá como un “bombardeo emocional” de tal intensidad que, a la salida, “la mente de los jóvenes queda entumecida”.
El domingo por la tarde, la mayoría no saben poner palabras a lo que han vivido, pero sí aseguran haber cambiado en algo, aunque no sepan el qué ni por qué; ante esta situación, aconseja Perlado, habría que “preguntarse, íntimamente, qué ha pasado”.
“El contexto está preparado”, sentencia Perlado, para que la mayor cantidad de caminantes (aquellos que participan en el retiro por primera vez) posible llegue a la misma conclusión. Es por ello por lo que se buscan distintas estrategias para “desubicar” al individuo, “potenciando la comunidad”, y controlar sus necesidades básicas, así como sus emociones.
Distanciamiento del entorno
Este psicólogo, que ha ayudado a varios jóvenes a procesar el choque emocional y reconducir su espiritualidad, detalla que el elemento que más “sufrimiento” produce en las familias que han recurrido a él, y aquello que habitualmente hace saltar la alarma, es el “distanciamiento del entorno previo”.
De hecho, que este nuevo círculo de amistades sustituya, en mayor o menor medida, a los anteriores es algo que se vive con normalidad en Effetá.
El psicólogo Miguel Perlado
Durante el retiro, uno de los testimonios que se ponen cara al público a explicar su historia de vida relata, entre risas, cómo, tras descubrir a Dios, llamó a sus amigas para informarles de que, a partir de ese momento, pasaría menos tiempo con ellas para entregarse a un grupo que había conocido a través de Whatsapp escasos minutos antes.
Escuchar este tipo de declaraciones que todos toman por normales y sin que nadie tenga la oportunidad de plantear un cuestionamiento puede generar “comportamientos miméticos” en la audiencia, aclara Perlado, que potencialmente terminaría “replicando las decisiones que han escuchado”.
Comunidad Effetá
Tras volver de Effetá, algunos jóvenes “se quieren dedicar a ello en detrimento de las actividades que hacían antes”.
Después del retiro, la comunidad se mantiene muy activa, con un grupo de adoración que se reúne una vez a la semana en la iglesia que ha organizado el fin de semana para escuchar misa y tomar un aperitivo. Además, se proponen otras quedadas como partidas de pádel o barbacoas. Formar parte de Effetá requiere una inversión significativa de tiempo.
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