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Plaza del Morell AYUNTAMIENTO DEL MORELL
Adiós a una de las tradiciones más bonitas de este pueblo de Tarragona: los vecinos están en contra
Otros municipios de Cataluña se encuentran en la misma situación: ¿patrimonio o molestia?
Más información: La iglesia más olvidada de Cataluña está en este pueblo de Lleida: un Bien de Interés Cultural en riesgo
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Hay tradiciones que molestan. Los toros o los espectáculos con animales es un claro ejemplo. Comunidades autónomas como Cataluña han prohibido por ejemplo este tipo de espectáculos, aunque se mantienen los correbous.
Lo más curioso es que, desde hace unos años, están empezando a desaparecer otras costumbres que, hasta hace poco, no parecían perjudiciales para nadie: el sonar de las campanas.
Sí, el sonido de las iglesias parece que es molesto para muchos, hasta el punto de denunciar los hechos al Ayuntamiento del lugar. Y funciona. Este 2025, sin ir más lejos, un pueblo de Tarragona ha dicho adiós a esta tradición tan arraigada en el mundo cristiano desde hace siglos.
El municipio en cuestión es El Morell. Allí, las campanas no sólo han dejado de repicar por la noche, sino que durante el día han reducido su volumen.
Denuncia vecinal
La decisión, polémica desde el inicio, ha sido tomada por la parroquia, quien ha recibido la queja formal de una vecina del lugar. Claro que la decisión ha generado un intenso debate en el municipio.
Para algunos, supone una medida de convivencia necesaria; para otros, es la pérdida de una tradición arraigada que forma parte de la identidad del pueblo. Lo cierto es que este caso no es aislado, sino que se suma a una larga lista de municipios catalanes que han tenido que modificar o eliminar el sonido de sus campanas ante protestas vecinales.
Una vecina lejos de la iglesia
La polémica en El Morell comenzó hace más de medio año, cuando los primeros comentarios sobre la disconformidad de una residente con el sonido de las campanas llegaron al Ayuntamiento.
Lo más curioso es que esta mujer no vive cerca de la iglesia, lo que no excluye que le moleste ese ruido. Lleva años residiendo en la localidad y hace poco presentó un escrito formal al Consistorio pidiendo que se tomaran medidas.
Dos quejas formales
Paralelamente, la vecina acudió a la Sindicatura de Greuges, que remitió un escrito al Ayuntamiento antes de Navidad instando a tomar medidas. La respuesta del consistorio fue encargar una medición de los decibelios, aunque el propio alcalde, Eloi Calbet, reconoce que habría sido necesario un informe pericial más exhaustivo.
Aunque el consistorio no dijo nada y, por prevención, el pasado 17 de enero, el rector de la parroquia tomó medidas por su cuenta. En un intento de prevenir sanciones o litigios, mosén Joan Antoni López, decidió silenciar completamente las campanas.
Qué pasa ahora
La decisión fue unilateral. No quiere problemas con nadie del pueblo: las campanas dejaron de sonar tanto de noche como de día. La medida sorprendió a los vecinos, quienes rápidamente expresaron su malestar, defendiendo el valor patrimonial y cultural del sonido de las campanas.
Ante la reacción del pueblo, el lunes siguiente se tomó una decisión intermedia: las campanas siguen sonando de día, pero con un volumen más bajo, mientras que por la noche sí quedan completamente en silencio entre las 21:00 y las 08:00 horas.
Polémica en El Morell
La controversia en torno al sonido de las campanas enfrenta dos posturas: por un lado, quienes consideran que forman parte de la identidad de los pueblos, y por otro, quienes defienden el derecho a la tranquilidad, especialmente en horario nocturno.
Ante esta situación, el Ayuntamiento ha anunciado que durante este 2025 prevé modificar la ordenanza de ruido para incluir una regulación específica sobre el sonido de las campanas.
Protección y justicia
Lo curioso es que el sonido de las campanas está protegido. En enero de 2010, la Generalitat declaró ese sonido Patrimonio Cultural Inmaterial Sonoro de Cataluña.
No ha servido de mucho. La última prueba es el caso de El Morell, pero no es el único. En los últimos años, varias localidades catalanas han tenido que modificar o suprimir el sonido de sus campanas ante quejas vecinales. Algunas de ellas incluso han llegado a los juzgados, que han dictado sentencias al respecto.