El gran tópico dice que el catalán (el idioma) es igual que el castellano pero sin la última letra. Los casos que lo corroboran son muchos: institución es institució; promoción es promoció; conmoción, conmoció… y así unas cuantas más. Aunque como bien se sabe, estos son casos puntuales y no siempre es tan fácil hablar catalán. Además, no siempre es que del castellano se puede pasar al catalán, también existen muchas palabras que se usan en español y que tienen su origen en el catalán.
No es de extrañar, el castellano, como lengua viva, ha evolucionado a lo largo de los siglos gracias a las influencias de otros idiomas con los que ha convivido. En España, esa interacción ha sido particularmente rica debido al contacto constante con el euskera, el gallego y, sobre todo, el catalán. De allí que se produzcan estos fenómenos.
Muchas palabras de uso cotidiano en castellano tienen su origen en estas lenguas, aunque su procedencia pase desapercibida para la mayoría. Crónica Global ya habló en su día del origen de una palabra que hasta los catalanes creen que es castellana y resulta que puede tener su origen en Cataluña, como es el caso de carajillo. Pero hoy más. Una de ellas, además, se usa casi a diario cuando uno habla castellano. Aunque tiene acepciones diferentes. ¿O no tanto?
El término en cuestión es “retrete”. Sí, este concepto empleado para referirse al aseo o baño, viene del catalán “retret”. Aunque en catalán tiene una definición muy distinta. Un “retret” es en realidad un reproche. La pregunta entonces es: ¿cómo ha podido pasar de un lugar a otro?
Origen de la palabra
La explicación, como suele pasar casi siempre con las lenguas romances, se encuentra en su origen: el latín. En este idioma ya extinto existía la palabra “retractum”, que significa “lugar retirado”. Otra definición muy distinta.
Para saber cómo se ha pasado de una a otro, es importante indagar en la etimología de la palabra, que da pistas de su evolución. La palabra “retrete”, tal y como refleja su origen latino no hacía referencia al habitáculo moderno que hoy se asocia con el baño, sino a un espacio apartado y solitario.
De espacio público a privado
En ocasiones este "lugar retirado" lo estaba tanto que muchas veces se encontraba fuera del hogar. Este emplazamiento hacía que este habitáculo, situado en el espacio público, fuera visto por muchas personas como el lugar idóneo al que acudir si querían reflexionar, pensar o simplemente estar en soledad.
El uso de este espacio, en cualquier caso, fue cambiando. Así, mientras que en la Antigua Roma los retretes o las letrinas públicas eran espacios de interacción social, en la Edad Media estos lugares pasaron a ser más privados, reflejando un cambio cultural que marcó el uso del espacio dentro y fuera de los hogares.
Misma palabra, dos significados
Así, el significado de retrete empezó a cambiar de significado y estaba relacionado con la idea de “retraerse”, es decir, alejarse del bullicio y de los demás. Con el tiempo, y especialmente durante la Edad Media, la influencia del catolicismo y la necesidad de privacidad cambiaron las prácticas relacionadas con las necesidades fisiológicas. De esta manera, el término “retrete” fue adoptado para designar aquellos espacios habilitados para hacer las necesidades en la intimidad.
Por tanto, con estas dos acepciones y funciones del retrete uno puede ver las diferencias en el uso de una misma palabra en catalán y en castellano. El retret catalán tiene más que ver con ese espacio público y alejado de la casa donde las personas no sólo iban a pensar, sino también a desahogarse de lo que pasaba en casa y lanzar todo tipo de reproches.
En el caso del castellano, el retrete ha pasado a ser ese lugar de la casa, íntimo, donde recogerse, sí, pero también donde hacer las necesidades fisiológicas o incluso asearse antes de salir. Una misma palabra para dos acepciones de la historia. Dos idiomas que, en a pesar de su proximidad, parecen ser dos mundos muy distintos, a pesar de compartir origen.
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