Es el actor de moda. Ganó hace un mes el premio Butaca al mejor actor por El día del Watusi y es uno de los protagonistas de dos de las películas catalanas del año, Mamífera y Casa en flames. Ya en 2023 despuntó con El mestre que va prometre el mar, pero en realidad lleva años triunfando en la gran y pequeña pantalla y en las tablas.
Enric Auquer enamora a todos con su simpatía, su carisma en pantalla y con sus personajes. Su potencia actoral le ha valido cada vez más fans, aunque su relación con Macarena García también ha despertado algunas envidias. Cosas de la fama.
Auquer y Llach
Este actor, en cambio, siempre ha mantenido los pies en la tierra. Algo que puede tener que ver con sus orígenes. El catalán ha nacido en una pequeña población del interior de Girona, una tierra que, además, tiene mucho arte.
El mismo lugar que vio nacer a Auquer, ha dado al mundo figuras de renombre como el cantante y compositor Lluís Llach, uno de los máximos exponentes de la Nova Cançó catalana. El cantante ha llevado el nombre de su pueblo natal a escenarios de todo el mundo y, de hecho, su concierto de despedida de los escenarios fue para los suyos, para los vecinos de Verges.
Un pequeño pueblo
Situado en pleno corazón del Baix Empordà, sobre una pequeña elevación en la ribera del río Ter, se encuentra este reducido pueblo que combina siglos de historia, patrimonio medieval y la riqueza natural propia de esta comarca catalana. Aunque pequeño, con apenas 1.200 habitantes, este pueblo guarda una herencia cultural y arquitectónica que lo convierte en un destino único para los amantes de la historia y la tranquilidad rural.
Los primeros vestigios de actividad humana en Verges se remontan a las épocas ibérica y romana. En sus alrededores, como en el Camp de la Pedra y el Mas Vicenç, se han hallado restos que datan del siglo IV a.C. Además, en el pueblo se conservan partes de cinco silos romanos, lo que indica la importancia de la zona en tiempos antiguos como un enclave agrícola y de almacenamiento.
Un nombre romano
El nombre de Verges aparece documentado por primera vez en el año 959, en un texto en latín que lo denomina Villa Virginibus. Este documento relata cómo el conde Gausfred d’Empúries confirmaba unas posesiones al magnate Riculf. A principios del siglo XI, también se menciona la iglesia del pueblo, cuya primera parroquia parece haber sido la esglesiola de la Vall, bajo la advocación de San Pedro.
Durante la Edad Media, Verges se consolidó como un núcleo fortificado. En su centro se encontraban el castillo y la iglesia, rodeados por una muralla que aún hoy conserva importantes fragmentos. Este recinto medieval sigue siendo el corazón del pueblo y un testimonio vivo de su pasado.
Murallas
El recinto amurallado de Verges es uno de sus principales atractivos. Aunque los siglos han dejado su huella, aún se conservan importantes partes de las murallas, sobre todo en la plaza Mayor, donde se encuentran dos torres: una cuadrada, que data de los siglos XIII-XIV, y otra circular, construida entre los siglos XV-XVI.
Estas estructuras, junto con el Portal de la Madre de Dios, que servía como entrada principal al pueblo, transportan a los visitantes a la época en que Verges era un enclave estratégico fortificado. Este portal, que era la entrada principal al pueblo, debe su nombre a una imagen de la Virgen colocada en una hornacina en su parte superior. Es uno de los elementos más simbólicos del antiguo recinto fortificado y un ejemplo del cuidado que Verges ha puesto en preservar su patrimonio.
Casas históricas
Dentro del recinto amurallado de Verges destaca Can Batlle, un edificio situado detrás de la iglesia, con un ventanal gótico-renacentista decorado con bajorrelieves, donde nació Francesc Cambó i Batlle.
La calle Ribussa conduce a la plaza Genís i Muntaner, donde se encuentra el Ayuntamiento, pasando bajo un arco rebajado que sostiene parte de una casa del siglo XVIII. En esta calle también se encuentran diversas casas con elementos arquitectónicos y escultóricos de los siglos XVI y XVII.
Iglesia
En el corazón del recinto medieval se alza esta iglesia, cuyo origen se remonta al período románico. Aunque su aspecto actual es fruto de una restauración modernista llevada a cabo por el arquitecto Rafael Masó, aún conserva elementos originales, como su ábside semicircular y la mitad oriental de la nave. Esta mezcla de estilos hace de la iglesia un punto de interés tanto para los amantes de la historia como de la arquitectura.
Pero si algo destaca es el castillo de Verges, una obra declarada Bien de Interés Nacional que aparece documentada por primera vez en el siglo XI. Situado originalmente al sur de la iglesia, en el lugar donde hoy se encuentra el Ayuntamiento, este castillo fue el núcleo en torno al cual se desarrolló la población. Aunque solo quedan restos, su importancia histórica lo convierte en una parada obligatoria para los visitantes.
Por último, el molino de Verges es otra pieza clave de la historia de Verges. Aunque ha sufrido diversas reformas a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, este edificio tuvo una función esencial como molino arrocero y de harina. Hasta hace poco tiempo, también funcionó como central hidroeléctrica.
Por su parte, el Rec del Molí, un canal que atraviesa el pueblo, es testimonio de su relación histórica con la agricultura y el aprovechamiento de los recursos hídricos.
La Semana Santa
Ya en las afueras del pueblo se encuentra la ermita de Sant Pere de la Vall, una pequeña capilla de origen prerrománico, que probablemente fue la primera parroquia de Verges. Este lugar, rodeado de tranquilidad, es ideal para los amantes del turismo rural y el senderismo.
Además de su riqueza histórica, Verges es un pueblo que ha sabido preservar su identidad cultural. Cada Semana Santa, la villa se llena de vida con la representación de la Danza de la Muerte, un ritual único que data de la Edad Media y que atrae a visitantes de toda Cataluña. Este espectáculo, que combina danza y música, es un homenaje a las tradiciones ancestrales de la región. ¿Habrá participado en ella Auquer?