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En la madrugada, un barco pesquero parte discretamente del puerto colombiano de Santa Marta, cargado con cientos de cajas de bananas. Es uno de los principales puertos exportadores de esta fruta, pero, según datos de la Fiscalía colombiana, filtrados en los llamados Narcofiles, también se trata del tipo de mercancía más utilizada para camuflar cocaína. Le siguen el carbón y otras exportaciones aparentemente inocuas.

En esta ocasión, el contenedor, marcado de antemano, tiene un destino claro: el puerto de Barcelona, donde estibadores corruptos, trabajando al servicio de distintas redes criminales, se encargan de extraer la droga sin levantar sospechas y esquivando los controles más sofisticados.

El origen

Colombia, principal productor mundial de cocaína, ha incrementado significativamente su producción desde la pandemia, lo que se ha traducido en un aumento de toneladas que cruzan el Atlántico hacia Europa. Según fuentes policiales, Países Bajos y España son las principales puertas de entrada, con Barcelona y Valencia como puertos claves para el desembarco de toda esta mercancía ilícita.

Sin embargo, Santa Marta no es el único puerto de origen. Buenaventura y Cartagena de Indias, también en Colombia, son otros de los puntos de partida esenciales.

Contenedores de mercancías en el muelle de descarga del Puerto de Barcelona David Zorrakino - Europa Press

A estas rutas se suma Guayaquil, en Ecuador, cuyo protagonismo ha crecido en los últimos años bajo el control de los Balkan Cartels. Estas mafias, lideradas por albaneses y serbios, trabajan en colaboración con grupos narcoterroristas locales para garantizar que los cargamentos lleguen intactos. 

La droga se trasporta por vía terrestre desde las plantaciones de Colombia hasta el país vecino y, una vez en Ecuador, los matones de la mafia de los Balcanes escoltan la mercancía hasta las embarcaciones que zarpan al Pacífico.

En este sentido, cabe destacar que el año pasado se aprehendieron en España casi 70 toneladas de cocaína ocultas en contenedores, una cifra récord que duplica de largo la del año anterior. Más de dos terceras partes de esa droga procede de los puertos de Guayaquil, según Aduanas. Un lugar donde se ha desatado una auténtica guerra civil entre clanes y autoridades.

La otra gran ruta parte desde Santos, Brasil, con conexiones que extienden la influencia de estas redes criminales hacia Europa. De hecho, el puerto de Santos está considerado el más importante del país y de todo el continente, y es el mayor exportador de azúcar, zumo de naranja y granos de café. Del mismo modo, la droga llega por vía terrestre y se carga en veleros o buques portacontenedores

El medio

Aunque la vía aérea es una opción válida, las organizaciones prefieren trasportar la droga por la vía marítima. Según el último informe de la agencia antidroga de la ONU, en los últimos años las pequeñas embarcaciones han sido la opción predilecta para los traficantes. De este modo, pueden dividir los cargamentos entre embarcaciones más pequeñas para mitigar el riesgo.

No obstante, el uso de grandes buques mercantes vuelve a ir en aumento. En especial, tras la sobreproducción que se vivió después de la pandemia, ya que este medio permite transportar elevadas cantidades de droga en un solo trayecto.

El uso de este tipo de embarcaciones, sin embargo, también conlleva que los métodos de contaminación de contenedores cada vez sean más habituales, lo que supone un dolor de cabeza para las empresas de transporte marítimo comercial. 

Alijo de cocaína incautada por la Policía Nacional durante otro operativo en el Puerto de Barcelona CNP

El 'gancho ciego' o 'preñao'

Las técnicas más sencillas para la introducción de sustancias, pero que requieren de una necesaria implicación ilícita de los trabajadores del puerto, son el gancho ciego o el preñao. 

En ambos casos, explican las fuentes policiales consultadas, la droga se oculta sin el conocimiento del receptor final, utilizando, normalmente, contenedores con mercancía legal. Las sustancias se introducen dentro de la zona portuaria de origen y se extraen en el destino gracias a la participación de los estibadores que colaboran con las organizaciones criminales.

El destino 

En Barcelona, el destino de la mercancía, la mafia albanesa, junto con grupos búlgaros y el clan liderado por el fallecido David C., alias Bubito, dominan el puerto. Estos grupos no sólo coordinan la recepción de la droga, sino que supervisan una logística cuidadosamente diseñada para evitar las incautaciones, pese a los esfuerzos de las autoridades.

Aunque colaboran y rivalizan según sus intereses, cada grupo tiene su propia red de estibadores de confianza, y entre los tres controlan el grueso de la cocaína que entra por vía marítima en Barcelona. La ley del silencio impera en estos entornos, donde el no ver, no oír y no hablar rige las relaciones con los extraportuarios. 

No obstante, el puerto de Barcelona, ahora en el punto de mira tras la ejecución de David C., no es la única fijación de los cárteles que mueven la droga desde el origen. Amberes y Rotterdam ostentan la primera posición del ránking, y los puertos de Valencia o Algeciras también se encuentran entre los favoritos de los exportadores. 

Conexión Colombia-Camorra-Barcelona

Mientras tanto, en Colombia, principal país productor, los negocios ilícitos han evolucionado desde los días de los cárteles de Medellín y Cali. Tras la desmovilización de las FARC en 2016, nuevas organizaciones criminales internacionales se han instalado en el país. Entre ellas, la Camorra y la ’Ndrangheta, que han encontrado oportunidades para controlar la producción y el tráfico de cocaína.

En este sentido, a finales de octubre, las autoridades colombianas detuvieron al camorrista Luigi Belvedere, conocido como el Colombiano. Este italiano de 32 años operaba desde lujosos apartamentos en El Poblado, en Medellín, y utilizaba un restaurante de pizzas gourmet en Cartagena de Indias como fachada para supervisar los embarques de droga.

Su logística incluía el uso de buques mercantes y veleros que, desde el Caribe, conectaban con Países Bajos, Alemania, Italia y, por supuesto, España. En especial, destino a Barcelona