"¡Buenas! Iré de lunes a miércoles de Riudecanyes a Sant Vicenç de Calders, ida y vuelta. Tengo coche propio, si alguien está interesado, que me escriba y lo hablamos", dice Alba como quien lanza un flotador de rescate. "¡Yo! ¿Qué horarios?", lo recoge Cesc. No se conocen, pero son dos de los tantos tarraconenses que se han organizado en grupos de Whatsapp para sobrevivir al corte de Rodalies.
Las obras por el Corredor Mediterráneo, que inhabilitan las líneas R14, R15, R16, R17 y RT2 hasta Sant Vicenç de Calders, convierten sus trayectos diarios a Barcelona en una gincana. Han superado una semana de afectación, pero aún les quedan cinco meses -al menos- de sufrimiento extra para llegar al trabajo; tan solo llegar, porque hacerlo a tiempo ya lo ven una quimera. Y volver a casa después con algo de margen como para estar con los suyos sin meterse directos en la cama.
"Renfecar", grupo de Whatsapp
Es en esta situación que más de un centenar de afectados se han organizado en "Renfecar", grupo del que penden varios subgrupos que clasifican a los miembros por municipios y trayectos: Tarragona, Altafulla, Torredembarra, Reus... De estas localidades, salen directos en coches compartidos hacia Barcelona, o bien hasta Sant Vicenç de Calders para coger el tren, o hasta la estación de AVE Camp de Tarragona.
María es de las que ofrece las plazas libres de su vehículo. Le da "cosa", pero "no te queda otra que confiar". "Compartir el mismo sufrimiento te une de alguna manera, tú te puedes encontrar en la misma situación que los demás", agrega. Ella viaja desde Altafulla hasta su trabajo. El martes, cuando probó suerte con Rodalies, invirtió más de seis horas en ir y volver de la capital catalana.
Aunque desistir de las vías y recurrir al asfalto tampoco es garantía de éxito: emprender el trayecto más tarde de las 6:30 puede suponer, por el tráfico, más de dos horas cuando normalmente se recorre en la mitad.
Gasto extra y estrés
Transcurridos cinco días, el director de Rodalies, Antonio Carmona, ha valorado de forma "razonablemente positiva" el despliegue de autobuses hasta Sant Vicenç de Calders y ha prometido mejorarlo; el lunes hay prevista una reunión con los alcaldes de los municipios afectados.
Los primeros días, los viajes en coche compartido se mantuvieron en stand by porque muchos optaron por comprobar la calidad del servicio alternativo antes de lanzarse al vehículo privado, explican los afectados. Pero lo cierto es que el tráfico por carretera ha aumentado más de un 7% coincidiendo con el corte, mientras muchos de los autocares habilitados van prácticamente vacíos.
Los gastos en gasolina y aparcamiento, salir de casa antes de las seis de la mañana "para no estar más de dos horas en el coche" y el "estrés de conducir por Barcelona", para muchos, es mejor que quedarse a la suerte de Rodalies. Y es en los trayectos compartidos que hay quien busca encontrar la forma de reducir el coste, o que simplemente lo hacen por arrimar el hombro.
Cuestión de salud
La plataforma Dignitat a les vies trata de compensar el caos informativo que caracteriza al servicio y denunciar el declive de la red, que va "cuesta abajo y sin frenos" desde hace un año y medio, según estiman. Sus responsables canalizan la frustración de los viajeros (y la propia) para redirigirla sobre Carmona y su equipo, que "se están dejando la piel", reconoce su portavoz, Ana Gómez.
Esta tarraconense destaca el buen funcionamiento de los autocares hasta Sant Vicenç de Calders, pero ha constatado que el flujo de viajeros "colapsa" la R2 Sur y que los retrasos de los trenes siguen siendo la tónica. Con ello, muy poca gente confía en el servicio, que a más de uno le está costando la salud desde hace demasiado tiempo. "Muchos se medican por la ansiedad al tren", sostiene la portavoz, a la que el corte le obliga a salir de casa a las 6 y volver más tarde de las 20 horas "si todo va bien".
"No haberte ido"
A María, además, le supera la falta de empatía no solo de las autoridades, sino de su entorno. "Es muy fuerte lo que sufrimos y escuchar a la gente decir que debo apechugar, que no me hubiese ido fuera... Y muy triste que aceptemos retrasos constantes de 50 minutos o más, cancelaciones del último tren de la noche o que te dejen tirada en mitad de la nada sin ningún tipo de información", explica desde la indignación absoluta: "Vamos a trabajar, no de fiesta".
Así las cosas, los viajeros reclaman un espacio seguro en Sant Vicenç y en Tarragona donde aparcar el coche antes de coger el tren sin que se lo vandalicen, mientras que la ausencia de transporte público convierte en "misión imposible" tomar el AVE desde municipios como Torredembarra, Altafulla o El Catllar para los que no tienen coche. También han pedido, sin éxito, que la Generalitat extienda los descuentos en los peajes de la C-32 a los conductores que accedan y salgan desde la AP-7, ya que solo están habilitados para la N-340.