Las técnicas de reproducción asistida son grandes aliadas en la búsqueda de un embarazo satisfactorio y una descendencia sana. La ciencia permite facilitar no sólo eso, combatiendo una maternidad cada vez más tardía, sino también aislar problemas genéticos que puedan desarrollarse en enfermedades o disfunciones durante la vida. Es en este punto en el que el PGT o Test Genético Preimplantacional (también conocido como DGP) se erige como la solución para muchas familias.
Es el caso de Irene Brossa, quien se puso en manos de Barcelona IVF para ser madre y no transferir a su hija la translocación genética que tiene en su cariotipo. Ella ha sido una de las participantes de la tercera mesa redonda organizada y retransmitida por streaming por la citada clínica de fertilidad junto a Crónica Global y Metrópoli, que también ha contado con el Dr. Antonio Urríes (director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirón Zaragoza y presidente de ASEBIR), el Dr. Mark Grossmann (codirector de embriología en Barcelona IVF y vicepresidente de ASEBIR) y la Dra. Anna Seriola Petit (bióloga e investigadora sénior en el Open Innovation Lab del IBEC).
El PGT o análisis genético preimplantacional, la solución para muchas parejas
Este test practicado (una compleja técnica que comporta una serie de estimulaciones y la posterior fecundación in vitro y biopsia de los embriones) es la solución para una gran variedad de parejas que han sufrido abortos espontáneos o presentan alteraciones cromosómicas que les complican desarrollar un embarazo sano. "Necesitaba este tratamiento sí o sí para ser madre", destaca Brossa, que había pasado por varios abortos debido a un desorden del material genético que afecta la producción de óvulos.
"De 10 óvulos, tan sólo uno era sano, y esta técnica me permitió encontrar embriones sanos que se pudieran transferir", explica. Pues tras ponerse en manos de Barcelona IVF en el año 2017, dicho análisis genético permitió a Irene seleccionar dos embriones sanos, del que uno logró implantarse. El resultado, Júlia, una niña de cinco años transferida en abril de 2018 y nacida el 2 de enero de 2019: "Fue un proceso largo, pero sabía que estaba en un buen sitio del que saldría embarazada".
"Llevar la ciencia al límite"
En un laboratorio de reproducción asistida, el conocimiento científico se lleva "al límite". "Obtenemos unos embriones y simulamos las condiciones adecuadas para que se desarrollen correctamente, pero eso no significa que sean capaces de tirar adelante un embarazo, ya que pueden no implantarse o resultar en abortos", describe el doctor Grossmann.
La extración de un grupo de células en unas muestras tan diminutas (de 200 micras) precisa de una micromanipulación con herramientas sofisticadas. "Anna, Antonio y yo nunca vemos los embriones a simple vista: son tan pequeños, que todo lo que hacemos pasa por un microscopio y de cámaras de alta resolución", en palabras del codirector de embriología.
Este tipo de profesionales también utilizan reductores de movimiento para evitar la manipulación con las manos: "Si intentas acercarte o tocarlo, con el pulso no puedes, por lo que estas herramientas nos permiten empujar el embrión, que es una esfera, para ver su otra cara".
España, referencia internacional
Nuestro país goza de una situación ventajosa respecto a la mayor parte de la Unión Europea. La legislación española da "bastante margen" para aplicar técnicas que otros países europeos no permiten, como el mencionado PGT, la donación de óvulos o el acceso de mujeres sin pareja. A pesar de reclamar una regulación estatal que estipule los requisitos que deben cumplir los profesionales que ejercen en España, el sector celebra contar con "un marco legal" en el que los profesionales se sienten "bastante cómodos".
Esto confiere a las clínicas españolas de "una enorme reputación, tanto aquí como en el extranjero". Lo asegura el doctor Urríes, que celebra: "Estamos especializados en todas las técnicas de reproducción asistida que puede haber en el mundo, y aunque no desarrollamos toda la investigación que nos gustaría para avanzar, cuando se demuestra que una estrategia es eficaz, tenemos mucha capacidad para asimilarla".
A la espera de grandes avances
Precisamente, la doctora Seriola trabaja en una importante innovación que dará un importante extra al trabajo en las clínicas. "Aunque tenga una buena morfología y le hagas un PGT, un embrión no siempre se va a implantar bien y va a desarrollar un embarazo, y es por ello que estamos intentando desarrollar una técnica que permita hacer una foto en 3D y saber no solo su evolución y estado de salud, sino predecir qué embrión va a tener más posibilidades de implantarse", describe la bióloga del Open Innovation Lab del IBEC, que confía en que sea una realidad "en unos pocos años".
Para el doctor Urríes, la fertilidad humana es "un desastre", puesto que la tasa de implantación de un embrión humano en las mujeres que acuden a una clínica de fertilidad es del 35% aproximadamente. "Toda esa información de la que hablamos es la que nos tiene que ayudar a saber cuál es la capacidad de implantación. Nosotros trabajamos con lo que tenemos y solo podemos aplicar técnicas de selección para darle a la pareja las mejores opciones de embarazo, pero quizá en el futuro lleguemos a mejorar esos embriones", augura el presidente de ASEBIR.
Recupera la mesa redonda completa
Reproduce a continuación la mesa redonda completa, retransmitida en streaming, con la participación del Dr. Antonio Urríes (director de la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital Quirón Zaragoza y presidente de ASEBIR), el Dr. Mark Grossmann (codirector de embriología en Barcelona IVF y vicepresidente de ASEBIR) y la Dra. Anna Seriola Petit (bióloga e investigadora sénior en el Open Innovation Lab del IBEC).