“¡Quiero matar!, ¡quiero matar, ¡quiero matar!”, gritaba Jazmeen K. O., conocida como Martina, cuando se enteró de que una de las mujeres a las que presuntamente obligaba a ejercer la prostitución en el burdel clandestino que regentaba en el barrio de Gràcia de Barcelona había logrado escapar.
Gracias a la valentía de esta víctima, a la que se le ha otorgado la condición de testigo protegido y se la ha bautizado como X37 para preservar su identidad, los Mossos d’Esquadra iniciaron una investigación y descubrieron la existencia de un presunto grupo criminal dedicado a traer a mulas cargadas de cocaína desde Perú hasta España. Una vez en la Ciudad Condal, según se desprende de las pesquisas de la policía catalana, la sustancia era distribuida en el mismo local de Gràcia en el que supuestamente esta red criminal explotaba sexualmente a mujeres en situación de vulnerabilidad.
“Yo traigo ‘farlopa’ de Perú”
En la última sesión del juicio, celebrado esta semana en la Sección 5 de la Audiencia Provincial de Barcelona, la fiscalía reiteró la petición de 22 años de condena para Martina, la presunta cabecilla, para quien solicitó la pena más elevada. Su figura recuerda a la de Griselda Blanco, criminal colombiana condenada por tráfico de cocaína a la que recientemente ha dado vida la actriz Sofía Vergara en una serie para Netflix.
El Ministerio Público considera que la joven Martina era, como su compatriota, la líder del grupo criminal formado por ocho personas, pues dirigía y coordinaba a los demás miembros, entre los que figuran su propia madre, Soledad, y su pareja, Pedro.
La fiscal basa su acusación principalmente en las grabaciones extraídas de la sonorización del vehículo Kia Carens que la principal acusada y su novio utilizaban habitualmente. Es precisamente en estos audios donde se escucha a Pedro afirmar que “sin ella no se puede hacer nada”, en lo que respecta al tráfico de cocaína, porque es “la que habla” y “la que tiene los contactos” en Perú.
Así lo atestiguaba ella misma en conversaciones recogidas por los micrófonos que instalaron los Mossos en los bajos del vehículo: “Aquí la que maneja la nave soy yo. Yo traigo farlopa de Perú, la mejor cocaína”, se jactaba.
Las ‘mulas’ desde Perú
La fiscal sostiene que esta mujer era la encargada de captar a jóvenes de origen latinoamericano mediante engaños y falsas ofertas de trabajo para explotarlas sexualmente en su prostíbulo. También la considera la responsable de embaucar a terceros para transportar cocaína ingerida o escondida en una faja desde Perú.
De hecho, exigía que fuesen “mujeres, y no hombres”, y preferentemente delgadas, según las escuchas. “Le voy a dar 28.000 porque es uno y medio y viene tragao”, decía sobre uno de los viajes en el que una mujer arriesgó su vida y se quejó durante las cinco horas y media que hay de trayecto entre Barcelona y Madrid por el dolor que le producía la cocaína que había ingerido antes de partir desde el país andino.
Sobre otro de los viajes, en los que una de las ahora acusadas introdujo en el país casi dos kilos de cocaína en una faja, Martina lamentaba que “no pudo traer cuatro kilos, sólo un kilo ochocientos”. Cabe destacar que, aunque durante el registro no se recuperaron más que 700 gramos escondidos bajo la lavadora de uno de los acusados, apodado Josete, la fiscal les imputa un delito contra la salud pública en su modalidad de notoria importancia porque, gracias a la sonorización del Kia, se sabe que tuvieron en su poder, al menos, más de tres kilos.
Falsas ofertas de trabajo
En el caso concreto de la testigo protegido, tal y como explicó durante la vista oral, Martina fue la encargada de realizarle una entrevista mediante videollamada en la que le ofreció un trabajo en Barcelona como niñera, empleo que le sería retribuido con 1.200 euros mensuales. También la señala a ella como la persona que le facilitó los billetes de avión y le dio indicaciones para superar el control en la aduana.
Una vez en el bajo sito en el barrio de Gràcia, en la calle Riera de Sant Miquel, 64, la testigo sostiene que le arrebató el móvil y el pasaporte y que la recluyó durante aproximadamente dos semanas, según los cálculos de la fiscalía, en las que fue obligada a ejercer la prostitución. Un hecho que, según el ministerio público, quedaría probado con las escuchas, pues ella misma reconoció que “una de sus trabajadoras le sacaba el móvil a las chicas para que no le pudiesen tomar una foto”. También era ella quien explicaba a los clientes qué servicios ofrecían las mujeres y quien fijaba las tarifas. “El servicio es mío y las chicas trabajan para mí”, apostillaba.
La acusación pública ha tratado de apuntalar la acusación de trata de seres humanos incidiendo en el hecho de que el único que tenía llaves del prostíbulo era un tal Yeimi, que hacía las veces de controlador y que, si bien fue identificado, finalmente no fue detenido. “Los únicos que entraban y salían del local eran los acusados”, que tenían que timbrar, mantiene la fiscalía, que recuerda que en la entrada del local el presunto grupo criminal había instalado una cámara de vigilancia que “pone de manifiesto el control sobre los movimientos de estas mujeres”. “La víctima no tenía libertad, la prostitución fue coactiva y ha quedado debidamente acreditado”.
La agresividad de 'Martina'
Cuando la testigo protegido logró escapar, Martina la amenazó para que le devolviera su “plata de los pasajes”, en referencia a una deuda de 1.400 euros que la víctima había contraído por los billetes de avión de Colombia a España. Para presionarla llegó a enviarle a la víctima una foto de su hijo y amenazó con pegarle un “pepazo”, un tiro, en la jerga colombiana. Su agresividad en los mensajes, sostiene la fiscal, es “muy evidente”, pues llegó a mencionar la posibilidad de comprar una pistola con silenciador o contratar a un sicario. De hecho, esta mujer está en prisión provisional por su presunta relación con un homicidio.
Y es que, mientras los Mossos d’Esquadra investigaban la presunta trama de trata de seres humanos con fin de explotación sexual, junto a un delito de narcotráfico, en el burdel de la calle Riera de Sant Miquel se produjo un crimen. El homicidio, que ahora investiga el Juzgado de Instrucción 27 de Barcelona, sucedió durante la madrugada del 9 de noviembre de 2023.
Los Casuals entran en escena
Mientras los agentes de la policía catalana estaban apostados en una vivienda cercana controlando el burdel, un ciudadano peruano fue asesinado a puñaladas durante un vuelco de droga.
Este hecho se produjo después de que la cabecilla, Martina, recurriera a Paco el Gordo, miembro prominente de los Casuals, para protegerse tras sufrir un vuelco de casi dos kilos de cocaína. A cambio, le prometía ella, el grupo criminal de los Boixos Nois se llevaría una mordida del 50% de los beneficios de este local de prostitución. “A ver si usted puede llamar a sus amigos y que vengan a meter lo que quieran meter, a beber lo que quieran beber y a follar a saco”, solicitaba.
En aquel momento ninguno de los dos, ni Martina ni Paco el Gordo, podían prever que Víctor Navarro, alias Thor, del entorno de Casuals, presuntamente mataría a puñaladas a Luis Z. durante la madrugada del 9 de marzo de 2023 creyendo que transportaba cuatro kilos de cocaína.
Los micros en el coche de 'Paco el Gordo'
Tras descubrir que ni el presunto narco ni su amigo (que sobrevivió al brutal ataque) transportaban la codiciada droga, decidieron embalar su cuerpo en plásticos y ocultarlo en el interior de un canapé del prostíbulo que transportaron en una furgoneta. Sin embargo, los Mossos interceptaron este vehículo cuando circulaba por la vía Augusta de Barcelona. ¿Por qué? Porque el coche de Paco el Gordo también estaba sonorizado.
Ese micrófono fue precisamente el que captó una conversación entre Iván Chicano y Paco el Gordo en el que hacían referencia a “un canapé”. En esta comunicación, Chicano instaba a su interlocutor a comunicárselo al líder histórico de los Casuals, Ricardo Mateo, alias Kaiser (emperador, en alemán). “Que no, que nos echa, que se enfadará mucho”, decía atemorizado Paco el Gordo.