El pasado 13 de febrero, un vecino del distrito de Horta-Guinardó de Barcelona grabó a una mujer defecando a las puertas del colegio Mas Casanovas, en el barrio del Baix Guinardó. Las imágenes corriendo como la pólvora y, pocas horas después, la asociación de vecinos 'Salvem el Guinardó' se hizo eco de los hechos en sus redes sociales. "Los niños no deberían de presenciar escenas como esta" se leía en la publicación. Y es que el video fue grabado a plena luz del día, coincidiendo con la hora de salida de los niños del colegio.
Los vecinos del barrio lamentan a preguntas de Crónica Global que imágenes como la del pasado 13 de febrero son cada vez más habituales. Especialmente, desde que el Hotel Aristol se habilitó para acoger toxicómanos sin hogar. "Un espacio donde consumir en un entorno seguro y, además, poder instalarse un tiempo y pernoctar", matizan las voces de la asociación de vecinos.
"Esto antes no pasaba"
Lo cierto es que las redes sociales de 'Salvem el Guinardó' están llenas de imágenes que demuestran la creciente decadencia del distrito. Sus portavoces explican que estas escenas se empezaron a suceder coincidiendo con la llegada de los toxicómanos al Hotel Aristol, que funciona como un albergue. "Esto antes no pasaba" denuncia Andreu Rojas, portavoz de la asociación vecinal.
"Desde hace dos años, coincidiendo con la readaptación del Hotel Aristol, el barrio ha sufrido un deterioro evidente: cada dos por tres nos encontramos con jeringuillas por el suelo, personas defecando en la calle o coches manchados con las heces de los toxicómanos que entran y salen del albergue", asevera Rojas.
"Un espacio -- insisten -- que no reúne las condiciones necesarias para albergar a estas personas porque no está habilitado como un centro sociosanitario", denuncian.
Los vecinos piden trasladar el centro
Los vecinos del distrito de Horta-Guinardó llevan meses pidiendo al consistorio barcelonés que traslade el centro para toxicómanos a otro punto del distrito. "No queremos que el Hotel esté justo enfrente de un colegio" insisten desde la asociación. "No nos importa que los toxicómanos estén en el barrio, pero los queremos alejados de una zona que coincide en el mismo espacio con un colectivo tan vulnerable como el de los infantes" asegura Rojas.
De hecho, esta lucha viene de lejos. Cuando el Ayuntamiento anunció la instalación del albergue, las familias del colegio Mas Casanovas ya denunciaron que no estaban conformes con la ubicación, a escasos diez metros del centro escolar al cual asisten niños de a partir de tres años.