Durante los últimos años se han incrementado los problemas cardiológicos que pueden aparecer durante el embarazo. Esto es debido, en parte, a un aumento de la edad de las mujeres en el momento de la gestación.
También hay una mayor prevalencia de factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes, obesidad y tabaquismo.
Más trabajo para el corazón
En el embarazo, el corazón de la madre, además de llevar la sangre, como siempre, a cada rincón de su cuerpo, tiene la tarea adicional de proporcionar los alimentos al feto. Esto supone un aumento de trabajo de en torno al 50% para este órgano.
Este trabajo extra equivale al que se pide en una “prueba de esfuerzo” diagnóstica, por lo que en el embarazo pueden aflorar algún trastorno vascular que estaba latente. Durante el parto, el trabajo que la mujer tiene que hacer al pujar, también supone un trabajo extra para el corazón, con cambios en la presión y el flujo sanguíneo.
Enfermedades cardiovasculares en el embarazo
Hablamos de afecciones poco frecuentes, pero hay que tener en cuenta que en los países desarrollados las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de fallecimiento en el embarazo y en el puerperio. El porcentaje de embarazadas que puede sufrir un problema cardiológico en el embarazo llega al 4%, pero hay que aclarar que las cardiopatías no son incompatibles con el embarazo en la mayoría de los casos. Eso sí, será necesario un control estricto por parte de especialistas.
Durante el embarazo hay muchos cambios en el cuerpo de la madre, más allá de los meramente visibles. Como se ha dicho, el corazón tiene más trabajo, y eso se traduce en un aumento de la frecuencia cardíaca. El sobreesfuerzo puede hacer aflorar alguna patología que estaba latente o puede surgir un nuevo problema cardíaco como, por ejemplo, una arritmia.
Alerta a las cardiopatías congénitas
Por otro lado, los avances en las técnicas de reproducción asistida y en los tratamientos quirúrgicos de las cardiopatías congénitas, han logrado que sean madres mujeres con enfermedades crónicas. Es una buena noticia, pero en algunos casos habrá que vigilar los embarazos para evitar complicaciones cardiológicas.
En caso de presentar alguna patología previa, la doctora Laura Galian, cardióloga en el Hospital Quirónsalud Barcelona, recomienda consultar a los profesionales sobre el estado actual de la dolencia cardíaca y sobre un hipotético riesgo en el embarazo, ya sea para la madre o para el bebé.
Además de las cardiopatías congénitas (enfermedad presente desde el nacimiento), las enfermedades cardíacas más frecuentes en los embarazos son las enfermedades valvulares y las miocardiopatías.
La hipertensión, otro factor determinante
Además de las enfermedades circunscritas al corazón, hay que tener presentes otro tipo de problemas cardiovasculares. Según datos de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, una de cada 10 mujeres sufre trastornos hipertensivos durante el embarazo. Si no se hace a tiempo el diagnóstico, y se aplica el correspondiente tratamiento, la hipertensión podría cronificarse.
La hipertensión arterial (HTA) está presente en casi el 10% de los embarazos. Suele tener lugar a partir de la semana 20 de gestación. Si solo hablamos de tensión alta se denomina hipertensión gestacional, que en principio desaparece con el tiempo. Cuando la tensión alta va acompañada de proteinuria, hablamos de preeclampsia. El exceso de proteínas en la orina significa que hay daño en algún órgano como el hígado o el riñón. La eclampsia es una manifestación aún más grave en la que aparecen convulsiones e incluso un coma.
¿Cuándo debe una embarazada visitar al cardiólogo?
La doctora Antonela Costa Varsi, de la Unidad de cardiopatía adquirida en el embarazo, del Centro Médico Teknon, nos arroja un poco de luz al respecto. Una razón de peso es que la embarazada ya fuera hipertensa o padeciera cualquier enfermedad cardiovascular. O también que en un embarazo anterior hubiera sufrido preeclampsia o eclampsia, trastornos también relacionados con una tensión alta, pero circunscritos a la gestación.
Dicho esto, será el obstetra encargado del seguimiento del embarazo el que, en cualquier momento, y si lo ve oportuno, encargue una revisión cardiológica. Esto puede darse si se diagnostica preeclampsia o hipertensión gestacional, o cualquier otra patología cardiovascular. O simplemente puede pedir una revisión por precaución en casos en los que la edad de la madre supere los 35 años.
Cuidados en el embarazo
El obstetra será quien se encargue de vigilar que todo en el embarazo marcha como tiene que ir, y en caso de ser necesario derivar a otros especialistas. Pero como en cualquier fase de la vida, y en esta más aún si cabe, la embarazada tendrá que cuidarse lo máximo posible, con la ayuda de su entorno.
Una embarazada puede seguir trabajando, siempre que su labor no implique un esfuerzo excesivo o estar en contacto con sustancias peligrosas o radiaciones. Algo similar se puede decir de la actividad física. Otras recomendaciones genéricas son hidratar bien el cuerpo y protegerse del sol. Y por supuesto, descansar de forma adecuada.
Evitar la automedicación en todo momento. El médico será el encargado de decir qué vacunas se pueden, o no, administrar, y de recomendar los suplementos de vitaminas adecuados. Hay que avisar del embarazo ante la inminencia de una radiografía u otras pruebas médicas.
La alimentación tiene que ser equilibrada, y hay que evitar alimentos crudos o poco cocinados, poco curados y lácteos sin pasteurizar. En general, informarse bien sobre cómo actuar para evitar la toxoplasmosis y la listeriosis. Moderar el consumo de sal y, por supuesto, evitar por completo alcohol, tabaco y drogas.
¿Se puede viajar embarazada?
Por supuesto que se puede viajar. Es conveniente, eso sí, seguir al pie de la letra consejos para el viaje como los que proporciona la doctora Mª Carmen Oteo Domínguez, jefe de servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud Sur. Para empezar, es imprescindible llevar la cartilla de embarazo y la tarjeta sanitaria. O la documentación necesaria si se va a salir al extranjero. En este caso, es conveniente evitar los países de riesgo.
En trayectos largos la embarazada tiene que moverse. Si se viaja en coche, cada hora y media o dos horas, se puede parar a estirar las piernas. En las comidas en el extranjero hay que evitar el agua de grifo y los zumos exprimidos, y la comida tiene que estar bien cocinada. Es mejor evitar también las ensaladas.