Aigües de Barcelona toma medidas ante la grave sequía que asola Cataluña. Más allá de insistir en su plan para extender la regeneración del agua en el área metropolitana, la compañía ha realizado una ronda de pruebas técnicas en diferentes puntos de la red para evaluar la viabilidad técnica de reducir la presión en caso de que la Agencia Catalana del Agua (ACA) endurezca sus restricciones.
Las pruebas técnicas de Aigües de Barcelona, que no han comportado ninguna incidencia en el suministro, van encaminadas a preparar este escenario. La compañía también ha comunicado que ha finalizado las obras de la primera fase de reformas de su potabilizadora del Besòs. Esta actuación permitirá recuperar el recurso del Rec Comtal para el abastecimiento.
Más restricciones a la vista
El pasado marzo, la administración hidráulica decretó la fase de excepcionalidad por la falta de reservas del sistema Ter-Llobregat, que abastece a Barcelona y su área metropolitana, así como de otros embalses.
El director de la ACA, Samuel Reyes, avanzó ayer que el próximo 15 de diciembre el organismo valorará si restringe aún más el consumo. Reyes ya dejó caer a principios de noviembre que esta opción era más que probable.
Actualmente, los municipios afectados por la excepcionalidad, casi 500, solo pueden consumir 230 litros al día por habitante. Si la ACA generaliza la situación de emergencia, que ahora mismo solo rige en 37 municipios, esta cantidad se limitaría a 200 litros.
La regeneración, clave
Pero la gran apuesta de Aigües de Barcelona es la regeneración. A día de hoy, la compañía envía 1.500 litros de agua regenerada por segundo desde la depuradora del Baix Llobregat, una infraestructura pionera en Europa. Esta agua no tiene los requisitos para consumo de boca, pero puede emplearse para riego agrícola, limpieza urbana y protección de los acuíferos, entre otros usos.
La idea de la privada es que este proceso se replique en la cuenca del Besòs para inyectar 180 hectómetros anuales de agua regenerada al sistema. Se trata de un plan valorado en 1.500 millones de euros, sufragado en parte con fondos europeos, que permitiría depender menos del agua pluvial y superficial para garantizar el suministro en la región metropolitana.