Los agentes de la Unidad de Investigación de Badalona y de la División de Investigación Criminal (DIC) de los Mossos d’Esquadra han desgranado los archivos que localizaron en los dispositivos móviles incautados durante los registros efectuados en los domicilios de los 29 miembros del clan de Los Manolos, acusados de pertenencia a organización criminal y tráfico de drogas y armas, entre otros ilícitos.
Este martes, en el marco de las pruebas periciales informáticas, media docena de mossos detallaron las conversaciones que los investigados mantuvieron mediante aplicaciones móviles como Whatsapp sobre sus negocios al margen de la ley. También han descrito las fotografías y los vídeos que hallaron tras el vaciado de los teléfonos gracias al software Cellebrite. Los contenidos de interés para la causa figuran en los informes elaborados por la unidad instructora, entre los que destacan imágenes de armas, drogas, fajos de billetes y de un cónclave de Los Manolos celebrado pocas horas después de un tiroteo con el clan antagónico de Los Portugueses. Todos estos archivos apuntalan la versión de la fiscalía, que pide para ellos un total de 240 años de prisión.
El tiroteo entre Portugueses y Manolos
Uno de los terminales analizados pertenece José S. A., alias tío José. De este terminal se deriva la participación del clan investigado en el tiroteo que tuvo lugar el 15 de febrero de 2020 en la calle Concilio de Trento de Barcelona contra los Perrulas, el clan de los Portugueses. En una escueta conversación entre el tío José y una mujer que no ha sido identificada, la desconocida se muestra “de forma voluntariosa” a acoger a los hijos de éste para protegerlos de una “posible represalia”.
En este dispositivo se recuperó también el vídeo de un cónclave celebrado pocas horas después de este episodio, en el que aparecen varios de los procesados. La mesa la presidía Manuel S. A., alias Tío Lolo, quien destronó como patriarca al Tío Ángel en una pugna encarnizada por el poder del barrio de La Mina en 2019. En las imágenes el tío Lolo reprocha a sus hijos -también investigados en esta causa -Manuel y Lisardo S. B.-, que hayan participado en el fuego cruzado y les pide que “apechuguen” con las consecuencias. Cuando el nuevo patriarca descubre que el tío José está grabando la escena, lo amonesta ante el temor de que el vídeo termine en manos de la policía.
El tatuaje de Lisardo
Sobre la mesa en torno a la que aparecen sentados los protagonistas de este macrojuicio, rodeados de algunos niños, descansaba una pistola semiautomática con el cargador extraído pero cargado de proyectiles. No es la única arma que aparece en las galerías de los móviles de los investigados. En el de Isaac M. se localizó un vídeo grabado en La Mina en el que aparece disparando una pistola semiautomática de fabricación checa hasta vaciar su cargador a pocos metros de un transeúnte, que se asusta al escuchar las detonaciones.
En el terminal de la amante de Lisardo S. B. también se halló un mensaje en el que éste le indicaba que guardara “la dorada”, en referencia a un arma de fuego posteriormente localizada por los Mossos d’Esquadra durante los registros. Así la bautizó su propietario porque la pistola presentaba “una serigrafía muy particular y de color oro”. ¿Por qué saben que pertenecía a Lisardo? Porque él mismo se fotografió posando con ella. Aunque en las imágenes no se le ve el rostro, hay algunos elementos que lo delatan. Además de la morfología, la vestimenta y el collar, “Lisardo tiene un tatuaje y una perilla muy característicos”, han explicado los agentes.
“Te corto el dedo”
Lisardo S. B. fue uno de los participantes en el tiroteo con Los Portugueses en febrero de 2020, sostienen los Mossos, que localizaron fotografías de él en el teléfono de su amante tomadas esa misma noche en el Hospital del Mar, donde fue tratado de un corte profundo en la pierna derecha que achacó a una mala caída con un patinete. Pocas horas después los investigadores lo sitúan, gracias a la torpe grabación del tío José, en la reunión de urgencia convocada en casa de su padre, el tío Lolo, en la que Lisardo aparece con el mismo vendaje. Siete días más tarde, en un vídeo captado por su amante, se le ve todavía utilizando muletas.
Destaca otro vídeo de este procesado que, según los investigadores “muestra el dominio del clan de Los Manolos en el barrio de La Mina”. En las imágenes se ve a Lisardo dentro de su BMW acompañado de dos personas. Al otro lado de la ventanilla, abierta, se ve a un viejo conocido de los Mossos d’Esquadra por sus vínculos con el tráfico de drogas. El hijo del patriarca le ordena que vaya a buscar un coche y se lo deje en un conocido bar cercano. Aunque el interpelado no se niega, Lisardo saca una navaja de gran tamaño y comienza a hacer “un traqueteo muy intimidante”. “Si no lo haces, te cortará un dedo”, lo amenaza. El otro, nervioso, se trastabilla y solo alcanza a pronunciar: “¿Cuándo he dejado de hacer lo que tú me has dicho?”. “Nunca”, responde Lisardo.
Aceite y una lija
El amor de Lisardo por las armas lo comparte también otro de los investigados: Manuel A. B., que en una conversación de Whatsapp con Manuel S. B, alias Curro –hijo del tío Lolo y hermano de Lisardo—manifestó que se había comprado una pistola. En el marco de la conversación envía hasta ocho imágenes del arma, fácilmente identificable porque presenta una rosca en el extremo del cañón para adaptar un silenciador. Manuel S. B., presume de su nueva adquisición en instantáneas capturadas desde diferentes ángulos, para acabar diciendo que está dispuesto a usarla. “Para que sufran los míos, que sufran los otros”. Por su parte, Curro le explica cómo debe limpiarla “con aceite y un cepillo de dientes” y le sugiere que use “una lija”, en lo que los agentes interpretan como una sugerencia para que borre el número de serie.
Manuel A. B. es de todos los investigados el más pródigo en las redes sociales. Uno de los investigadores ha destacado que el procesado utilizaba Whatsapp también para realizar llamadas, conocedor de que son “más difíciles de intervenir” por la policía. De hecho, de las 7.000 efectuadas, 5.000 fueron a través de esta app. ¿Por qué tomaba tantas precauciones? Porque fue el encargado de urdir un robo con violencia, según los mossos, un trabajo “muy sencillo” que ofreció a sus adláteres a cambio de “muchas perras”. También se benefició del robo de unos televisores tras el asalto a un camión que transportaba pantallas de marca LG hacia Zaragoza.
Tráfico de droga a nivel internacional
Las pruebas periciales, que los investigadores han ido entretejiendo con las vigilancias y los seguimientos, han completado el rompecabezas de este presunto entramado criminal. De los dispositivos se revela que Manuel A. B. presuntamente movía importantes cantidades de droga a nivel internacional y que actuaba como intermediario entre productores y grandes narcos. De hecho, llegó a comprarse una casa en Tordera a medias con otro de los procesados, Isaac M., en la que nunca llegaron a florecer los esquejes de marihuana por valor de 3.000 euros que adquirieron por la falta de compromiso del Feíto, el electricista de la organización, también procesado.
En las imágenes recopiladas también se aprecian grandes fajos de billetes, que los investigadores consideran “casi con total seguridad” que proceden de la venta al por mayor de droga, y no del menudeo. También hallaron numerosas instantáneas de hachís y esquejes de marihuana, con las que mostraban la calidad de las plantas a los compradores.
240 años de cárcel
Así las cosas, la policía catalana considera que el grueso de las ganancias de Los Manolos procedían del tráfico de drogas, además de robos con violencia, asaltos a camiones y tráfico de armas, entre otros negocios al margen de la ley de esta familia. De hecho, estiman que las 12 plantaciones de marihuana que operaban en locales y viviendas del barrio les reportaban un beneficio trimestral de 200.000 euros, unas ganancias que ascendían a más de medio millón al trimestre con su venta al menudeo.
Por todo ello, en el juicio que se celebra en la Ciudad de la Justicia de Barcelona y que se alargará hasta el 19 de julio, para el mayor de los hijos del patriarca, Manuel S. B., alias Curro, el ministerio público reclama 22 años de cárcel por los delitos de organización criminal, delitos contra la salud pública, tenencia de armas de guerra y blanqueo de capitales. Para su hermano Lisardo, la fiscalía pide 16 años por los mismos ilícitos. Para el Tío Pijón, que ocultaba una gran cantidad de dinero en B en su casa que se cree que tenía como origen el narcotráfico, solicita ocho años, mientras que para el patriarca, el Tío Lolo, pide dos menos.
Le siguen la recua de acusados, hasta completar los 29 que desfilarán por el banquillo en el último turno de palabra, para los que la fiscalía solicita un total de 240 años de prisión.