El posible levantamiento de la obligatoriedad de llevar mascarillas en centros de salud, farmacias y residencias de ancianos anunciado este viernes por el ministro de Sanidad, José Miñones, mantiene intacto el debate entre defensores y detractores del uso de la mascarilla en Cataluña.
El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) se reunirá a finales de junio para debatir la posible retirada del último gran vestigio de la pandemia. Sin embargo, el anuncio ha pasado inadvertido en la profesión médica, más centrada ahora en sus reivindicaciones laborales.
De hecho, los que fueran los epidemiólogos catalanes de referencia durante la pandemia, Antoni Trilla, Magda Campins y Oriol Mitjà, han guardado un silencio sepulcral ante la manifestación del Gobierno.
Balcells no tiene prisa
Ya en el mes de marzo, el conseller de salud Manel Balcells afirmó que no presionaría al Ministerio de Sanidad para que retirase la obligatoriedad de llevar mascarillas en centros médicos, residencias y farmacias.
La patronal mayoritaria del sector, la Asociación Catalana de Recursos Asistenciales (Acra), en cambio, ha reclamado activamente durante los últimos meses, la eliminación de la mascarilla. De momento, tampoco ha habido reacciones, por esta parte, al anuncio de Miñones.
Vinculación emocional
Uno de los argumentos utilizados, en el caso de las residencias, es que el uso del cubrebocas afecta negativamente la relación entre cuidadores y ancianos, una población que requiere una mayor vinculación emocional para su bienestar mental.
El uso de la mascarilla pierde componentes afectivos, lo que puede empeorar la calidad de la atención prestada a los residentes de estas instituciones.
Vacuna catalana
Además, Cataluña se encuentra actualmente en una situación epidemiológica favorable, con bajos niveles de covid y otros virus respiratorios habituales. En estos casos, el efecto de la mascarilla es mayor, lo que sugiere que su uso no sería necesario en estos entornos.
En paralelo, el laboratorio catalán Hipra ha recibido el visto bueno de la Comisión Europea para Bimervax, su vacuna contra el Covid-19.
El antídoto está pensado como una dosis de refuerzo en mayores de 16 años una vez que las campañas de inmunización ya se han desplegado en España y otros países desarrollados.