Enero trágico. La pobreza ha dejado seis personas muertas en las calles de Barcelona en tan solo un mes. Una cifra que se explica, en gran medida, por el frío que ha empeorado el estado de salud de las víctimas, todos hombres y cuya media de edad es de 54 años. El más longevo tenía 68 años.
El primero de los decesos se produjo el primer día del año. Mientras la mayoría de barceloneses descansaba en sus casas tras la celebración de fin de año, Rotislav perdía la vida con 45 años, tras 20 viviendo al raso. Tan solo una semana y media después, el 13 de enero, murió Francisco a los 47 años. Los días 20 y 29 de enero murieron dos varones de los que no ha trascendido su identidad, pero sí sus edades. Tenían 56 y 68 años, respectivamente.
El frío hace mella en las personas sin hogar
Las dos últimas víctimas de la pobreza fallecieron con escasas horas de diferencia. Marc –nombre con el que se presentaba aunque en las bases de Arrels figura con otra identidad– murió el 1 de febrero en los bajos del Centre Esportiu Sagrada Família de la calle Cartagena a los 65 años. Pocas horas después, el 2 de febrero, un hombre de 42 años falleció en la calle Ausiàs March. Los dos estaban enfermos y el frío agravó su delicado estado de salud.
De los fallecidos hasta el momento, cuatro vivían en la calle, lugar en el que murieron. Los otros dos muertos residían en pisos de Arrels, la misma fundación que recuerda anualmente a los fallecidos en la calle con el homenaje Latidos de luz.
El recuerdo de los que fallecen
El sinhogarismo es un problema todavía invisible para la sociedad y, en ocasiones, para las instituciones, que no invierten los suficientes recursos. Por eso, la labor de las entidades es más importante que nunca, pues son las únicas que pueden dar respuesta a estas personas inexistentes en las estadísticas.
¿Quién las recuerda cuando fallecen? La respuesta la da la Fundación Arrels, que en colaboración con otras entidades que hacen la misma labor celebra cada año un homenaje de recuerdo a las personas que murieron en las calles de Barcelona. Ya son seis en lo que va de 2023. Seis personas con nombre y apellidos que han sufrido las consecuencias de vivir a la intemperie.