Míriam Fuentes quería ser actriz, igual que Aida Flix. Se apuntaron a una famosa escuela de interpretación del Aula Municipal de Teatre de Lleida, donde vivieron todo un infierno.

Ambas son protagonistas del nuevo documental de Isabel Coixet, El techo amarillo, que ha conseguido que se reabra el caso contra Antonio Gómez y Rubén Escartín. Allí relatan cómo sus profesores usaban su poder para abusar de ellas y otras compañeras suyas.

Justicia

El caso se presentó a fiscalía y un juez corroboró que si bien los delitos contra ellas se dieron, habían prescrito, pero ellas no quisieron callar. En la película de la cineasta catalana dejan bien claro que su objetivo no es lograr justicia para ellas, sino que estos hombres no puedan volver hacer lo que hicieron.

Crónica Global habla con ambas jóvenes sobre el documental de Coixet y, sobre todo, de cómo vivieron esos años grises. Sin revictimizar, una situación que han padecido en la escuela, la calle y en los tribunales.

--Pregunta: ¿Cómo les llegó la propuesta del documental y qué pensaron?

Aída (A): Hicimos una videollamada con Isabel y nos gustó mucho su planteamiento. Nos dijo que nos teníamos que sentir cómodas, que era un documental para nosotras, para sanar y que si hubiera una cosa que no nos gustase lo podríamos cambiar. Eso nos convenció.

Míriam (M): Sentimos la confianza en que ella podía contar la historia como queríamos, sin sensacionalismo ni ir mucho al detalle. No queríamos ser revictimizadas con el documental. Nos importaba mucho que quedara bien retratado lo que había hecho...

A: ...abusado de ese poder.

M: Que quedara muy reflejado cómo es este tipo de abuso sexual desde el abuso de poder.

--Claro, porque en el documental se ve que, como él era el director y profesor del aula, incluso les hizo creer que era algo normal. ¿Cuándo pensaron: 'Esto no es normal'?

A: En el cuerpo ya ves algo que te chirría, lo notas, pero ciertos comportamientos estaban tan normalizados dentro de la escuela que no sabías hasta qué punto era un abuso o no. Yo recuerdo que odiaba cuando me daba besos en el cuello, me producía incomodidad y asco. Sabía que algo no iba bien, pero como lo hacía delante de mis compañeros pensaba: si estuviera mal mis compañeros o los propios profesores dirían algo, ¿no?

M: Sí. Y yo hasta el momento de la denuncia llegué a pensar que era culpa mía. Como ves tanta normalización en tu entorno piensas que no pasa nada.

--De hecho, algunos compañeros suyos participaban de esas bromas, las grababan desnudas y se reían con los profesores de ello. ¿Se normalizan demasiado esos comportamientos?

A: Ahora se ven más los límites, pero en la escuela no solo lo normalizaban, sino que uno de ellos también está acusado.

M: Se creaba una dinámica que propiciaba esta libertad de movimientos para los perpetuadores. Por eso era importante para nosotras que se retratara bien esta manera de abusar y estas otras dinámicas que a veces quedan más camufladas para que la gente cuando las detecte, denuncie a tiempo.

Míriam Fuentes, Isabel Coixet y Aida Flix / EFE

--¿Cómo ayudó saber que había otras en vuestra misma situación? ¿Qué importancia tiene el grupo Dones a Escena?

A: ¿Estar acompañada? Toda la importancia del mundo, porque te hace sentir más fuerte.

M: El primer impulso nos lo dieron ellas. Al principio no queríamos ni dar nuestros nombres. Ellas fueron las primeras que escucharon a...

A:... nuestros relatos. Vieron que nosotras no sabíamos ni por dónde tirar, que necesitábamos un abogado, abogada en este caso, hablar con el alcalde e ir a fiscalía. Ellas nos dieron los pasos a seguir porque no sabíamos ni por dónde empezar.

--Ha mencionado al ayuntamiento. ¿Cuando ven que el entonces alcalde de Lleida, Àngel Ros, alaba el trabajo del profesor, que una concejala asegura que no se sabe cuáles son los límites y que la prensa lo ensalza...

M: Por eso fue tan difícil para nosotras al inicio, porque uno de los profesores es una persona carismática.

A: En Lleida era una persona importante, reconocida, querida...

M:... con premios, prestigio dentro de la ciudad. Y es una ciudad pequeña y, al principio, no fuimos muy bien recibidas, porque rompíamos la paz social.

--¿Qué sientieron entonces?

M: Por eso ha sido importante estar acompañadas y lo remarcamos: sin el apoyo que nos hemos ido dando...

A: ... no hubiéramos tirado adelante, porque ha habido mucha, mucha revictimización detrás por parte de escuela, amigos, agresores...

M: Y ahora ponemos voz y damos la cara, pero ha sido pasito a pasito.

A: Y con nudos en el estómago cada vez que teníamos que dar un paso más grande.

M: Siempre con la idea de dar visibilidad a otra manera del abuso.

A: E intentar que esta persona no ejerza como profesor.

Fotograma de 'El techo amarillo'

--Eso es lo más duro. Este hombre sigue dando clases.

M: Claro, él judicialmente no tiene cargos y no se le ha prohibido dar clases. Quizás esta es la parte más dura de todas, que si hay gente que le sigue apoyando y no nos cree, él sigue dando clases. Por eso seguimos adelante.

A: Y nos hace sentir una parte de culpa, por no haber denunciado antes.

M: Fue la motivación inicial para romper el silencio. Era muy importante que hablaran los testigos más recientes.

A: Fue muy impactante verlas.

--¿Cree que la justicia y las leyes sirven para condenar de forma suficiente estos casos?

M: Nosotras tuvimos mala suerte, porque pocos meses después de que la justicia decretara que los delitos prescribieron ya cambiaron la ley. 

--¿Esperan que con el caso reabierto se haga justicia?

A: Lo nuestro no sirve para nada ya, pero tengo esperanza de que hayan valido la pena estos cuatro años de miedo, revictimización y lucha.

--Mencionan mucho la revictimización.

A: El peso recae mucho en la víctima y no en el acusado.

M: Y lo que nos gusta del documental es que no ha ido al morbo. Y en una sociedad en la que lo que más atrae y vende es lo escabroso, Isabel ha hecho un trabajo superfino en este sentido y ha captado el mensaje que queríamos transmitir.

--Por último, ambas querían ser actrices. Tras esta experiencia ¿mantienen la ilusión de actuar?

M: A mí me cortó totalmente las ganas y cambié drásticamente de rumbo. Igualmente, de todas las chicas yo creo que soy la única que no he continuado.

A: Yo me dedico a ello, pero me afectó. Cuando fui a otras escuelas y habían ejercicios de apagar las luces, mi ansiedad salía y tuve que gestionarlo. Aun así, pude diferenciar y ver que el teatro no eran ellos.