Desde que se levantaron los peajes en la AP-7, la autopista se ha convertido en una ratonera. El Servicio Catalán de Tráfico (SCT) recuperó ayer una propuesta formulada en junio para intentar descongestionar esta vía de alta capacidad: reducir la velocidad de 120 a 100 kilómetros por hora en 10 tramos distintos.
La medida que ya ha sido ensayada de forma parcial durante este verano, cuando se aplicó la velocidad variable en dos puntos: entre Santa Perpètua y el Papiol, y entre Sant Celoni y la Roca --además de otras actuaciones como carriles adicionales los domingos y limitación de velocidad para los camiones--.
Caos circulatorio
Pero la iniciativa del organismo no tiene visos de resolver los embotellamientos. De hecho, el paquete de medidas que Trànsit desplegó en junio no ha evitado que la infraestructura devenga en un caos circulatorio en julio y agosto. Reincidir en las mismas intervenciones, según las fuentes consultadas por Crónica Global, tendrá el mismo efecto y, además, desvirtuará a la AP-7 como una vía de conducción rápida.
La clave del problema se halla en el aumento de vehículos ocasionado por la liberación de la infraestructura en septiembre de 2021, que ha sobrepasado con creces la capacidad de la autopista. En un solo año, la AP-7 ha registrado un 40% más de tráfico, fundamentalmente de turismos que aprovechan la gratuidad de la conexión.
Accidentes graves
Como consecuencia de ello, la siniestralidad se ha multiplicado en los últimos 12 meses. Pero los accidentes ocurridos en la AP-7, tanto los mortales como los leves, no se deben a la temeridad de los conductores, sino precisamente al incremento de vehículos que ha tensionado la circulación. Es una cuestión de magnitud, no de pisar más o menos el acelerador.
"El límite de velocidad puede contribuir a reducir los accidentes más graves. Pero el problema de la AP-7 no es de velocidad, sino de sobrecarga. Cualquier incidencia, sea o no un accidente, provoca un colapso en la autopista. Incluso una persona que esté en el arcén por una parada técnica", explica el coordinador de la sectorial de Mossos de CCOO, José Antonio Pérez. A ello se suma, como incide el portavoz, la falta de efectivos policiales destinados a la gestión del tráfico en la comunidad.
Regular el flujo de coches
La retirada de un automóvil o el levantamiento de un cadáver en un escenario con mucho más tráfico entraña una mayor complejidad y, de rebote, obstruye más la infraestructura. Como muestra, un botón: en agosto, la AP-7 estuvo cortada en un tramo durante 11 horas para recoger los limones y retirar un camión accidentado a la altura de Fogars de la Selva (Barcelona).
En este contexto, la reducción de velocidad puede aliviar los sucesos mortales sobre el asfalto --103 personas han muerto en las carreteras catalanas desde enero, 20 de ellas en la AP-7, la última, el pasado domingo--, pero no logrará desatascar la conexión viaria que cruza Cataluña de norte a sur.
Falta de acuerdo institucional
La clave para ello, apuntan los expertos, pasa por reintroducir un mecanismo de filtro. El instrumento defendido por la parte catalana es la viñeta. Como recuerda Ignasi Sayol, presidente del Clúster Logístico de Cataluña, "el problema de base consiste en la regulación del flujo de vehículos que atraviesan esta vía, que ya era muy usada en la época de peajes".
Pero la falta de acuerdo entre el Estado, que tiene la titularidad de la autopista, y la Generalitat de Cataluña, que gestiona el servicio de tráfico, ha impedido avanzar en este campo. Otras fuentes señalan que incluso hasta la próxima legislatura no se reabrirá un debate desagradable para los políticos ya que su implementación puede ser vista por los ciudadanos como un repago.
La viñeta, solución
En cualquier caso, Sayol recuerda que el previsible aumento de la movilidad ya fue advertido por organizaciones empresariales como Pimec y Foment del Treball, que pidieron un sustituto de los peajes tanto para controlar el acceso de vehículos como para garantizar el mantenimiento de la infraestructura.
Por otro lado, Evaristo Magaña, portavoz de los transportistas agrupados en ASTAC CONDAL, se defiende de las críticas que acusan al sector de congestionar el tráfico recordando que los camiones tienen vetado el uso de las carreteras secundarias en Cataluña. "Si ha habido más camiones en la AP-7 se debe al aumento de la actividad pero no a que se haya usado más esta vía", asegura. La caída del turismo seguramente aliviará este otoño los problemas circulatorios. Pero el problema de fondo seguirá sin solución: si algo es gratis, se usa más.