La escena podría tener incluso un punto cómico si no fuese porque un camionero ha perdido la vida en el accidente. Pero lo de tener 11 horas cortada, ¡11!, la AP-7 por un accidente y estar 24 horas (o más) recogiendo de la vía los limones que transportaba el vehículo da para replantearse muchas cosas. Ni Mortadelo y Filemón lo hubieran hecho peor.

La historia es conocida por todos (y sufrida por muchos). El lunes, a eso de las 6.30, volcó un camión en la AP-7 en Fogars de la Selva con tan mala fortuna que quedó atravesado en la autopista. Todo el largo del camión bloqueó todo el ancho de la autopista. Ya es mala pata. Y, claro, empezó el caos. Horas y horas de retenciones, colas kilométricas y la principal vía terrestre de Cataluña, cortada durante horas y horas. Hasta las seis de la tarde no pudieron retirar el vehículo, que me imagino yo a los operarios en el lugar preguntándose “esto… ¿por dónde empezamos?”. Y así pasó el día, mientras los conductores, ávidos de vacaciones, empezaban de mal humor sus días de merecido descanso.

Ojo, que la cosa no quedó ahí. Ayer martes todavía estaban recogiendo de la AP-7 los limones que quedaron esparcidos en el accidente. No sé, yo es que pienso en la F1, que cuando hay un accidente se retira el coche siniestrado en un santiamén y se limpia el asfalto en un periquete por muchos pedazos de fibra de carbono que pueda haber por el suelo y no concibo que en el mundo real pase lo que pasa. Igual deberíamos tomar nota del espectáculo del motor y copiar, al menos, las cuestiones relativas a la seguridad.

No, es que el tráfico ha aumentado al retirarse los peajes; no, es que hay muchos camiones; no, es que con el fin de las restricciones la gente se ha vuelto loca y se echa a la carretera como si no hubiera un mañana; no, es que corremos mucho… Que sí, que está muy bien, pero son excusas todas ellas para tapar la nefasta gestión de la infraestructura, tanto del Estado –que es el propietario– como de la Generalitat, porque es posible que la vía necesite ciertas inversiones, pero el problema viene de base, de planificación y previsión. Y, ante tal saturación, el mínimo incidente lía la que lía, como se está viendo en demasiadas ocasiones últimamente.

¿Cómo es que no hay suficientes agentes para atender los accidentes que puedan producirse? ¿Y qué hay de las grúas que prometió el conseller Elena?, ¿no las había en Fogars? ¿Por qué nadie impulsa las alternativas a la AP-7, ya sea por carretera o por tren? ¿Para cuándo el transporte de mercancías por vías férreas?, ¿hay que esperar al Corredor Mediterráneo? Demasiadas preguntas y una sola respuesta: inoperancia.