El pasado domingo un conductor arrolló por motivos que todavía se están investigando a un pelotón de ocho ciclistas en la C-243c, en el municipio de Castellbisbal (Barcelona). Está en la cárcel por matar a dos de ellos y dejar en estado crítico a un tercero, que continúa hospitalizado. Tras este siniestro, el Servei Català de Tránsit (SCT) ha anunciado que impulsará un nuevo sistema de señales de velocidad variable, una decisión que Albert Ferré, CEO del despacho Ferré - Abogados de personas, con más de 30 años de experiencia asistiendo a víctimas de accidentes de tráfico, considera ineficaz para reducir la mortalidad en las carreteras.
El SCT comenzará en septiembre las pruebas de nuevos paneles que alertarán a los conductores de la presencia de ciclistas en la vía. En concreto, tal y como anunció el director de la empresa pública, Ramón Lamiel, se colocarán en dos túneles de la red de carreteras catalanas en los que haya “una mezcla de tráfico” que pueda generar “inseguridad” a los usuarios más vulnerables. Al paso de uno o varios ciclistas, se disparará un aviso que alertará a los conductores para que moderen la velocidad.
“El resultado sería el mismo”
Ferré recuerda en que en el lugar en el que se produjo el atropello de Castellbisbal ya había señalización que indicaba una velocidad máxima de 50 kilómetros por hora y que los primeros indicios indican que el conductor no la respetó. “Si hubiese habido otra señal, el resultado habría sido el mismo”, expresa. El abogado considera que la clave para reducir las muertes en la carretera pasa por la instalación de barreras físicas y, sobre todo, por la aplicación de la tecnología.
Asegura que los medios físicos son más efectivos a la hora de prevenir siniestros que un endurecimiento de las multas, las penas de prisión o de una modificación de la señalización que ya existe en las vías. “Faltan separadores entre las carreteras y los carriles bici, más rotondas, más pasos elevados y menos cruces”, enumera.
La hipocresía normativa
Desde que en 1992 se aprobó el Reglamento de Circulación (RD 13/92), que limita a 50 km/h la velocidad en las ciudades y fija en 1,5 m distancia lateral para adelantar a las bicicletas, los accidentes de tráfico se han reducido en un 12%. “Pero curiosamente los muertos han disminuído en los puntos negros. ¿Por qué? No por el cambio del reglamento, sino porque se añadieron elementos físicos”. En este sentido, el letrado tacha de “hipocresía normativa” el hecho de que, cada vez que ocurre una desgracia, los responsables opten por modificar la legislación vigente pero no inviertan en otras medidas más efectivas como el mantenimiento de las carreteras o las barreras físicas. “No es una cuestión de software, lo que falla en nuestras carreteras es hardware”, sentencia.
Además de los elementos físicos, defiende que la aplicación de tecnologías “ya existentes” en los automóviles serviría para reducir de forma drástica las víctimas mortales en accidentes de tráfico. “Necesitamos más tecnología y menos multas. Que los coches inteligentes lo sean todavía más”, reivindica.
Seguridad a precio de oro
El abogado apuesta porque las administraciones públicas obliguen a los fabricantes de vehículos a instalar de serie elementos de seguridad que actualmente cobran, como extras, a precio de oro. “No se puede equiparar la colocación de sensores, sistemas de frenado o limitadores de velocidad a un techo solar o unos asientos calefactables".
Además, insiste en que ya contamos con la tecnología necesaria para que los coches sean todavía más autónomos de lo que ya son y puedan, por ejemplo, impedir que el motor se ponga en marcha si alguno de los ocupantes no tiene el cinturón de seguridad abrochado. “En España al año mueren por este motivo 120 personas y 500 resultan heridas”. Insiste en que la seguridad no puede ser considerada un lujo, porque “eso significa que las vidas tienen un precio”.
Coches autónomos
“Tenemos aplicaciones con las que podemos abrir un coche de renting en la calle, que nos indica cuánta gasolina tiene o el estado en el que están las ruedas”, recuerda. “¿Por qué no usar estos avances para tener coches automatizados y más seguros que desactiven, por ejemplo, los móviles cuando nos subamos a ellos?”, plantea.
Ferré, con una dilatada carrera en litigios de tráfico, subraya que el 90% de los accidentes se deben a factores humanos: distracciones, imprudencias, adelantamientos peligrosos, consumo de alcohol y drogas o exceso de velocidad, que se podrían mitigar con estas medidas. En el caso del siniestro de Castellbisbal, los Mossos d’Esquadra investigan si el conductor del turismo, I. S. A. embistió de forma intencionada a las víctimas o si, por el contrario, el atropello fue accidental. El acusado entró este martes por la tarde en prisión provisional acusado de un delito de conducción temeraria, dos contra la vida, cuatro contra la vida en grado de tentativa y conducción sin permiso.