La indignación de la familia de un niño con problemas de adaptación sensorial ha llegado al Ayuntamiento de Alpicat (Lleida). Según ha explicado la madre a Crónica Global, su hijo ha sido “rechazado” en el casal de verano de la escuela pública Doctor Serés, donde acude durante todo el curso.
La mujer acusa a la empresa que gestiona el comedor escolar y las actividades estivales, Oldimar, de discriminar al pequeño, de cuatro años, quien debido a sus necesidades especiales presenta “problemas conductuales que molestan dentro de este colectivo”. El menor ha cursado P3 en el colegio público con régimen de escuela inclusiva, ya que sus terapeutas recomiendan “darle las herramientas y las oportunidades para que esté con sus iguales”.
El primer día, clave
Según la madre, el centro aceptó a su hijo en las estancias a través de un formulario. Por eso, no entiende por qué el primer día, el 1 de julio, las monitoras impidieron la entrada del alumno, que se encontraba “en estado de nerviosismo”. “La monitora dijo que en ese estado no podía entrar, que se tenía que tranquilizar. Estos niños lo que necesitan es cariño y abrazos. Yo me quedé tan parada que dije de ir a dar una vuelta. Cuando volvimos, la puerta estaba cerrada”, relata esta madre.
Fue aquí cuando tuvo que buscar una alternativa que le permitiese “conciliar la vida laboral” buscando un nuevo casal. Sin embargo, no fue fácil, pues todas las estancias estaban cerradas y llenas a esas alturas del año. Finalmente, ha acudido a Som i Sentim, un espacio terapéutico snoezelen (ambiente multisensorial), pese a que no es lo más aconsejable ya que se genera una “sobreprotección” poco adecuada para estos menores. Ante esta situación, la madre ha registrado una queja dirigida al consistorio --que contrata a esta empresa-- y al Síndic de Greuges por “malas praxis”.
A debate en el pleno municipal
También trascenderá al próximo pleno municipal, en el que la oposición pedirá una moción de censura al alcalde, Joan Gilart (Junts) para que, “a partir de ahora, el ayuntamiento se ocupe de hacer las inscripciones del casal del comedor de la escuela y bien regladas”.
Propondrán que los padres de niños con discapacidad “puedan entregar un pequeño informe del psicopedagogo para que se valoren todos los casos de manera equitativa”. Y también plantearán que los monitores tengan que hacer un curso de atención a personas con discapacidad financiado por la Fundación Pere Tarrés, con tal de garantizar que el personal esté preparado.
El centro lo niega y se defiende
Por el contrario, desde Oldimar desmienten a esta familia y dicen que el pequeño, al que ya conocen, está "aceptado en las estancias desde el mes de mayo", cuando recibieron el formulario de inscripción. La monitora que lo recibió el 1 de julio asegura que estaba "muy alterado".
"Le comenté que en esas condiciones no me lo podía dejar y ella dijo de irse a dar una vuelta. Al cabo de unos minutos, volvió con el niño más calmado y le pregunté si quería ir a jugar con el resto, pero comentó que se lo llevaba y lo traería a media mañana. Pero nunca lo trajo", explica a este medio.
Un "compromiso" para la inclusión
Fuentes de la entidad se defienden y aseguran que en el proceso de adaptación de las escuelas siempre velan "por el bienestar psicosocial del niño". "Cuando vienen en un estado nervioso, pedimos que lo tranquilicen antes de entrar. Si en ese momento el niño sigue estando así y la familia tiene posibilidad de irse con él para tranquilizarlo, es mucho mejor; cogerlo de los brazos de la madre cuando está llorando, es un hecho traumático", se justifican.
La empresa, que lleva más de 20 años al mando, lamenta la situación. Mientras, la familia espera poder llevar al pequeño a las próximas estancias y que, "detrás de la palabra inclusión, haya un compromiso y una implicación que pocos están dispuestos a asumir".