Los propietarios de la discoteca Atlántida de Sitges han iniciado las obras de demolición parcial del inmueble aprobadas por el acuerdo la Junta de Gobierno Local del pasado 12 de julio. En concreto, en la reunión donde se dio luz verde al derrumbe de una parte del edificio de ocio nocturno situado en la playa de Les Coves de la localidad por estar demasiado cerca de la playa. De este modo, la propiedad de Martí Ferrer cumple la sentencia dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) en enero de 2017, que llevaron al cierre de un club que fue mítico en el litoral catalán.
El que fuera dueño de Amnesia Ibiza, otra discoteca muy conocida, proyectó un anexo en el inmueble de Sitges con el que ganaba metros cuadrados. El proyecto contó con la aprobación del gobierno de ese momento, el equipo liderado por Jordi Baijet, a pesar de que el Plan de Ordenación Urbanística Municipal (POUM) prohibió en 2006 el uso recreativo de la zona al declararlo suelo no urbanizable por medio de la integración de las normas de la Ley de costas y las restricciones de normativa urbanística de 2001. Eso fue motivo de polémica desde el primer momento y el conflicto se judicializó, hasta que el empresario recibió un correctivo que ha tardado cuatro años en ejecutar.
En concreto, el tribunal consideró probado que se invadía parte del parque de Els Colls-Miralpeix, un espacio natural protegido por la Red Natura 2000 de la Unión Europea. Por eso ordenó su demolición, la acción que se ha iniciado este enero.
Vuelta al esqueleto original
Según han indicado fuentes del entorno de Ferrer a Crónica Global, está previsto que los trabajos de derribo se prolonguen hasta el jueves de la próxima semana. De acuerdo con la resolución judicial, deben ir al suelo 450 metros cúbicos de edificio. Una vez finalizados los trabajos, el otrora templo de la música house presentará las mismas dimensiones que tenía en la década de los 70 y el lugar que se ha visto afectado se debe restaurar.
El embrollo legal que envuelve a la archiconocida sala de fiestas se remonta al mismo año en que se llevó a cabo su última ampliación. Gerard Gasset, en aquel momento estudiante de Derecho, denunció varias irregularidades urbanísticas y de licencias, dada su cercanía al mar. Desde entonces, la discoteca se vio inmersa en una espiral de litigios. La llegada de CiU al gobierno local propició que la litigación también se mantuviese con el ayuntamiento y con la Generalitat. Todo ello llevó a su cierre definitivo en 2014, ya que no pudo actualizar la licencia ambiental y su actividad tuvo que cesar de forma abrupta.
Un esqueleto en ruinas que aspira a convertirse en un 'beach club'
A fecha de hoy, tan solo queda el esqueleto en ruinas. Está apuntalado por los desperfectos que generó el temporal Gloria en el inmueble abandonado, que fue uno de los enclaves míticos de la noche en el Mediterráneo. En los últimos meses los rumores de una posible nueva apertura del local en forma de beach club han ido al alza y ya han propiciado el malestar de los vecinos y los grupos ecologistas del Garraf.
El proyecto del nuevo chiringuito, firmado por el despacho de arquitectura Casanovas, fue presentado a finales de 2020. Con todo, el ayuntamiento hace un llamamiento a la calma y recuerda que el inmueble está situado en suelo no urbanizable y que, además, la discoteca no cuenta con ninguna licencia de actividad. Por lo que su reapertura es casi imposible sin un apoyo explícito del consistorio al proyecto. Existe un tercer obstáculo para que cualquier actividad de ocio privada pueda operar en los restos de la Atlántida. La Comisión Territorial de Urbanismo de Barcelona decretó en 2013 que allí tan solo se podría establecer "un centro de interpretación a la naturaleza", algo que no es sinónimo precisamente de beach club.
Por ahora, y durante las próximas semanas, las playas de Sitges ganarán más territorio. El que dejará libre la parte de la antigua Atlántida, que finalmente irá al suelo.