La superilla que proyecta la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en el Eixample convertirá la capital en una tela de araña y, lejos de pacificar el distrito, lo que hará será aumentar las retenciones de tráfico, el ruido y la contaminación. Es una de las conclusiones que se extraen del estudio Impacto en la movilidad del proyecto de Superilla Barcelona en el Eixample, elaborado por el RACC.
Según los datos del RACC, obtenidos a partir de 46.000 observaciones y simulaciones virtuales, en 2030, cuando termine la pacificación de 21 calles del corazón de Barcelona, las colas en la ciudad aumentarán hasta los 22,7 kilómetros. Estas cifras suponen un 55% más que en la actualidad (14,6 kilómetros).
Transporte público deficiente
Solo con la pacificación de Consell de Cent, Rocafort, Comte Borell y Girona, prevista para 2023, la concentración de vehículos en el Eixample aumentará en un 25%. Por ejemplo, la calle València asumirá 8.000 coches provenientes de Consell de Cent. Si no se toman medidas encaminadas a mejorar el transporte público y la movilidad en la capital los problemas serán claros: más contaminación y más colapso, según el RACC.
Un 80% de los vehículos que llegan al Eixample viene de fuera de Barcelona, el 43% del área metropolitana y el 35% de la región metropolitana de Barcelona. Únicamente dos de cada diez son ciudadanos de la capital. De estos datos se extrae que el proyecto de Superilla Barcelona afectará directamente a toda aquella gente que llega a la capital catalana para desempeñar su trabajo en vehículo privado, y que en un 70% considera que la calidad y frecuencia del transporte público no les satisface.
Presente gris y futuro negro
Siete de cada diez ciudadanos afectados estarían dispuestos a no moverse en coche. De ellos, el 43% lo haría si las opciones de movilidad colectiva mejorasen sus frecuencias, con transbordos más sencillo, cortos, se mejorase la cobertura de las paradas o se habilitasen aparcamientos en las estaciones de origen, entre otras medidas.
Los datos del RACC también muestran que el 18% de los conductores dejaría el vehículo privado si tuviera problemas para aparcar o aumentara la congestión. Finalmente, el 7% lo haría en el caso de contar con una mejor red ciclista, tanto en Barcelona como en zonas interurbanas.
Urbanismo táctico
Actualmente, la reducción de carriles en el marco del programa de urbanismo táctico, las superillas de Poblenou y Sant Antoni y la reducción de la velocidad a 30 kilómetros por hora en calles de un carril ha provocado la saturación de parte de las rondas y de Gran Via, Aragó y Diagonal. Con las pacificaciones proyectadas para 2023, se prevé un incremento de la saturación en las mismas vías. Estos datos se han obtenido con la simulación hecha a partir del volumen de tráfico registrado en 2019, último año prepandemia. En 2030, el colapso en la circulación se extenderá a buena parte de las vías del Eixample, especialmente en arterias horizontales como Gran Via y Aragó.
Ante este horizonte negro para lo movilidad en el centro de Barcelona, el RACC recomienda que antes de aplicar las medidas de restricción se apruebe un plan de mejora en el transporte público, y también garantizar que se pueda ir de forma segura por el distrito en bicicleta o patinete. En el ámbito del comercio, propone un nuevo sistema de mercancías que compense la pérdida de los chaflanes como puntos de entrega. Finalmente, recomienda un sistema de gestión de los accesos a los nuevos ejes cívicos y plazas, para que sean fáciles de entender, con el fin de garantizar la buena la convivencia.