Una noche con los 'fura', los mossos de incógnito
La unidad más camaleónica de la policía recorre de paisano el casco histórico de Barcelona en busca de delincuentes comunes y reincidentes
12 julio, 2021 00:00El recorrido empieza en los hoteles de lujo de paseo de Gràcia y avanza hasta la playa de la Barceloneta. Un trayecto de tres quilómetros a través de Ciutat Vella que realizan a diario los fura, la unidad de paisano de los Mossos d'Esquadra. Crónica Global ha acompañado a un agente para averiguar cómo es el trabajo de estos policías de incógnito.
"No vamos uniformados, vestimos como un ciudadano más y patrullamos como mínimo por parejas. Para hacer esto se necesita ser de una pasta especial, no vale cualquiera", explica I. Los mossos deambulan por el centro de la capital en busca de posibles criminales de baja estofa: rateros, descuideros, relojeros... "Si vemos que la cosa se complica siempre llamamos para pedir refuerzos. Se trata de personas que no tienen miedo de recurrir a la violencia", añade.
Detección visual
El discutido método del profiling es la herramienta usada por los policías para llevar a cabo identificaciones y seguimientos. "Tras muchos años de entrenamiento, eres capaz de detectar con precisión quién va con malas intenciones y quién no", justifica. Elementos como tatuajes se consideran un indicio de criminalidad, mientras que llevar bolsas llevan a descartar al sujeto. Un "trabajo visual" que defiende con base en su larga experiencia en la calle.
Según el mosso, el perfil que se decanta al cabo de los años es claro. Los delincuentes que practican hurtos en el meollo de la metrópolis son jóvenes, varones y de origen extranjero en su mayoría y, en una proporción relevante aunque minoritaria, se hallan bajo la tutela de centros sociales de la Generalitat. "No llevan armas de fuego, aunque sí armas blancas", informa. Muchos reinciden, además.
Así actúan los relojeros
La ruta de los fura arranca en las inmediaciones de establecimientos como el Majestic y el Mandarin. Esta zona está frecuentada por víctimas de alto nivel adquisitivo y es el área de caza de los relojeros. "Pueden arrancarte la correa en dos segundos, apenas te das cuenta. Saben perfectamente lo que roban. Si el reloj o el móvil es malo, llegan a devolverlo a su dueño", explica.
Los viajeros asiáticos son el objetivo predilecto de estas bandas: "Los chinos y japoneses son los más descuidados y llevan mucho dinero en efectivo". Ante la menor llegada de turistas que procedan de estos países, el policía aventura que los relojeros podrían decantarse hacia las víctimas locales.
Bandas especializadas
En cualquier caso, su área de actuación no sobrepasa la plaza Catalunya. En el centro neurálgico del casco urbano se separan dos haces: los grupos que roban en grandes establecimientos de los alrededores --mayoritariamente mujeres y procedentes del este de Europa-- y los criminales que se adentran en Ciutat Vella.
I. vuelve a hablar con seguridad del origen geográfico de cada tipo de delincuente. "Se reparten la ciudad por etnias, por origen. No es racismo, es la realidad", subraya. Siempre según el relato del policía, la especialización por país se deja ver de formas distintas: "Los latinos roban en terrazas y bares, excepto los dominicanos, que se dedican más bien al trapicheo de drogas. Los rusos, paquistaníes y chinos no practican ninguna actividad callejera".
¿Qué pasa con los menas?
Sobre la espinosa cuestión de la violencia de los menas, el fura destaca que la gran proporción de estos menores no acaban en los bajos fondos. Aunque matiza: "Pero sí es verdad que tenemos un problema con un grupo que no tiene miedo a la policía, a la cárcel, a la deportación. Como mucho se les cambia de centro cuando cometen un hurto". Estos jóvenes, a diferencia de otros grupos, son los que actúan con una violencia más desinhibida.
Mientras deja atrás la plaza Catalunya y se encamina hacia la playa Ramblas abajo, I. reproduce sus observaciones sobre la relación entre nacionalidad y crimen. También sobre algunas de las técnicas utilizadas por los malos, como los define el agente: "Te hacen lo del tren de la bruja, donde te meten bulla entre varios para robarte, o el Ronaldinho, que te hacen la zancadilla y te tiran al suelo. Son rápidos".
Zona más conflictiva
Entre los meandros del casco histórico, las conversaciones se silencian y cunde la discreción. Es la zonas más conflictiva. Especialmente los jardines de Sant Pau del Camp, punto de reunión para los más violentos pese a que se encuentra en la parte trasera de una comisaría de los Mossos.
La noche no depara ninguna actuación sorpresa ni en el Born, zona de copas bulliciosa por la pandemia, ni el litoral de la Barceloneta. ¿Ha pasado miedo alguna vez? "Sí, aunque te sobrepones", apostilla. Lo peor a veces es no sentirse reconocido, "ni por los mandos ni por los ciudadanos". "Las chicas, entre que van borrachas y se hace de noche, no se creen que eres policía. Hemos visto de todo, pero te atrapa, te gusta. Es más estimulante que estar en un despacho", concluye.